viernes, 1 de julio de 2011

INFLUENCIAS

Dice un refrán: "Cuando tenía dinero me llamaban don Tomás y ahora que no lo tengo me llaman Tomás no más" y es que "poderoso caballero es don dinero" que dice otra conocida sentencia popular. Así es, el dinero da poder que a su vez proporciona la fuerza que lleva al respeto y hasta la admiración de los demás. Y a la influencia. España cuando tenía esa fuerza y dominaba, consiguió entre otras influencias de más fuste, fijénse, hasta que los europeos, los del Norte, condimentaran sus guisos con ajo al puro estilo ibérico y hasta que en consecuencia, supongo, se chuparan los dedos de regusto al acabarlos. Luego, agotado el poderío español, el ajo quedó casi exclusivamente para deleite nuestro. Y el decirnos que olía a ajo en nuestro entorno constituyó una forma de fingido desprecio de los cursis foráneos que nos visitaban. Ellos se lo pierden.

Así es la vida. En los primeros años veinte del siglo pasado, Salvador de Madariaga nada menos, admiraba a Inglaterra y llegó a exagerar hasta el punto de hablar de la raza inglesa como la más bella de las existentes. Luego se arrepintió de tal aseveración lanzada en sus años más jóvenes en su obra "Arceval y los ingleses" y rectifica hasta del hecho de haber calificado de raza al referirse tan solo a ese pueblo. Pero es que Inglaterra, Gran Bretaña, dominaba el mundo y el pasmo y la admiración llevó a muchos a exageraciones de ese estilo. Sin embargo como contraste, cuando Inglaterra tan solo era una tierra de medio salvajes a la que llegaron los adelantados romanos, describieron en el Senado a ese pueblo descubierto como a "unos idiotas con bigote". Pobres ingleses, tampoco sería para tanto, que no todos llevarían bigote. Ni todos serían idiotas digo yo. Otro ejemplo de la influencia del poderoso: en los años cuarenta también del siglo XX, durante la hegemonía germana, su estilo y formas llevaron a que al menos en España, germanófila en general, algunos jóvenes imitaran hasta la forma de peinarse de esos alemanes que en aquellos años dominaban Europa, lo que ponía en evidencia su fortaleza y disciplina tan admirada. El genocidio que llevaban a cabo, luego descubierto, era un tema que ocultaban e ignorado por tanto para la mayoría.

Ahora es Norteamérica la que ha extendido desde el final de la Guerra Mundial su influencia y los modos y las modas, desde entonces, de allí vienen. El mundo entero está americanizado. La aldea global es hasta hoy una aldea norteamericana. ¿Hasta cuando será así?. Pues observando la marcha de la Historia desde que el mundo es mundo, hasta que la hegemonía de ese gran país vaya acabándose y surja la de otro país poderoso que imponga su influencia a los demás. Quizá sea China según sospechan ya muchos. Los ojos oblicuos dejarán entonces de ser una rareza y llegarán hasta admirarse como el ideal del nuevo canon de belleza, que hasta ahí llega la influencia del que manda. Y sus costumbres y hasta el concepto y la forma de la administración nacional será el nuevo camino, no sé si salvador, pero si el que sustituirá al nuestro occidental tan resquebrajado. Un sistema mixto con Marx en un horizonte no olvidado y una denominada libertad, controlada por supuesto que no hay que hacerse ilusiones, en el manejo de los negocios. Porque nuestro capitalismo -salvaje aunque no se diga- nos ha llevado a la triste situación económica actual contaminando a casi todo el mundo, empezando por la todavía poderosa Norteamérica. El sistema financiero hace aguas y, encima, hay que ayudarle y hasta enderezarle. Los bancos, los más fuertes resisten si se consideran en toda su amplitud de negocios por el mundo, pero los más pequeños, nuestras Cajas por ejemplo, tratan de salvarse con uniones que les brinden horizontes más amplios.

En esas estamos. Observemos el actual panorama dejando que el realismo sustituya al imprescindible optimismo que hasta ahora nos ayuda a subsistir con una sonrisa. Imaginemos que quizá la pérdida de valores que tanto lamentamos y que son sustituídos en nuestros países occidentales por un relativismo triste y desesperanzador, no sea más que el inicio del camino que nos llevará al cambio que podría avecinarse y que he señalado como una probabilidad, con China a la cabeza. Acaso está naciendo la nueva filosofía que lo haga posible abandonando los valores absolutos que podrían llevar al nacimiento de una oposición peligrosa no alejada hasta del martirio, para fundamentarse únicamente, en un relativismo que permita la aceptación de cuanto dicten unos distantes dirigentes casi opnipotentes. Observado desde nuestra atalaya ¿no puede parecernos que el pueblo chino vive así?.

Triste futuro desde luego si nos ocurriera a nosotros.