miércoles, 13 de agosto de 2008

LA PRESENCIA DE MANDELA

Cumplir noventa años es un record en todos los sentidos para muchas cosas, incluso para algunos árboles. Solo las tortugas, creo, lo toman como algo normal dentro de su naturaleza y, quizá, los loros que yo sepa. Pera nosotros los pobres humanos con fecha de caducidad limitada, es un gran éxito, sobre todo si esos noventa años se cumplen lúcidamente y con una sonrisa como de complacencia por el deber cumplido. Tal es el caso del admirado Nelson Mandela, el negro nacido en el Transkei, región de la costa surafricana que mira al Índico.

A Mandela le conocí casi sin verle porque seguí su trayectoria con atención. Era y es un hombre con gran atractivo personal. Desde joven se distinguía. Era, es todavá, un hombre delgado con una forma armónica de moverse y se le adivinaba entonces un cuerpo fornido como corresponde a una persona que practicaba el boxeo como aficionado. De sonrisa franca y amplia, parecía callado a pesar de su fama de buen comunicador desde joven bien reconocida.

En 1961 tuvo el primer juicio junto a otras 27 ó 30 personas acusadas de un delito de alta traición, cometido según el fiscal en 1956 aunque, afortunadamente, no se pudo probar. Pero Mandela, abogado de profesión, sí era también un activista que pretendía acabar con la dura segregación -el apartheid- a que estaba sometida la población de color. Pertenecía al ANC (African National Congress) y ayudó a fundar una organización que, en vista de lo inútil que resultaba la protesta pacífica, utilizara la violencia. Se trataba de la "Umkonto we Sizwe", La Espada de la Nación que mientras dispuso de un "liderazgo responsable" , el suyo, evitó la ola de terrorismo que luego, ya sin él. se desató de forma tan condenable y cruel.

Posteriormente cuando consiguieron condenarlo, lo que le llevó a pasar 28 años encarcelado acusado de comunista, explicó ante el Tribunal que le juzgaba que él no lo era, "aunque a menudo -dijo- ha habido una cooperación estrecha con el Partido Comunista". Pero añadió fue "meramente prueba de una meta común, en este caso acabar con la supremacía blanca", lo mismo que hicieron en su caso -explicó- Churchil y Roosvelt para acabar con Hitler, aliarse con la URSS. No estuvo mal la compación.

Su personalidad era ya entonces tan destacada que, aún encarcelado, parecía estar presente, sin embargo, no ya para los suyos, sino incluso para su carcelero, el Gobierno afrikaans. De tal manera que cuando ese Gobierno presidido por Botha, comenzó su política cosmética tratando de negar la evidencia de una dictadura racista, hubo de entrevistarse con Mandela. Y cuando ya libre comenzaron - impuestas por los poderes fácticos internacionales, una vez aniquilada la URSS- las conversaciones para la democratización, el presidente De Klerk tuvo como único interlocutor -Butelezi no contaba- a Mandela, un personaje tan reconocido, tan arrollador a la par que amable y sonriente, pero siempre exquisitamente firme en sus ideales, que fue la figura central del cambio al que De Klerk, con el mundo expectante, tuvo que doblegarse y pasar a ser él, su partido y su gente blanca, un grupo más en el mosaico de pueblos que palpita en el Sur de Africa.

Fue entonces, aquel día en que se alcanzó el acuerdo con la victoria de todos, ya al anochecer y la luna festiva al parecer también lucía en lo alto redonda y enorme, cuando se oyeron miles de voces por el amplio veld, entonando el "Nokosi sikelele Africa" el Dios Bendiga Africa y, para todos, resultó difícil contener la emoción.

miércoles, 6 de agosto de 2008

MEDITACIONES DE UN IGNORANTE ESPECTANTE

El capitalismo que nos gobierna, que nos domina ¿estará destruyéndose a sí mismo?.
La situación económica actual del mundo desarrollado ¿no está producida por el mismo capitalismo que todo lo ha confiado a las clásicas reglas del mercado y a la especulación?

Cuando la oferta desenfrenada de los bancos, ávidos de dominar monetariamente a la población entera ha ofrecido créditos baratos, excesivamente baratos, convirtiendo en deudores a una buena proporción de gentes, ¿no estarán acabando con el gran filón del que se nutrían?

Todavía, los bancos, han podido disfrutar de enormes ganancias, pero ahora que se han creido obligados a subir los tipos de interés, ¿no estarán empezando a acabar con los patrimonios de la buena gente, de la que se aprovechaban como de un botín muy atractivo?.

De ahí, como síntoma tan comentado no sólo en España, el derrumbe del mercado inmobiliario tan llamativo y tan significativo.

Luego el petróleo donde la ley de la oferta y la demanda se pone al rojo vivo en unos momentos en que la producción empieza a mermar en algunos países productores, Arabia y México, o sirve para sostener dictaduras, Irán y Venezuela. ¿Seguirá subiendo su precio o, al menos, manteniéndolo alto? Poca ayuda se puede esperar de esta fuente de energía.
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Hoy pronostican algunos un cambio de era lo que bien puede ser. Siglo nuevo, nueva era y nuevas maneras no sólo en la vestimenta tal como ocurrió en el tránsito del XIX al XX y, si bien se mira, en el paso de las demás centurias. También en la organización de la vida, de las naciones y de las gentes por derivación. Lo podemos vislumbrar ahora, incluso empezamos a sufrir ese cambio, quizá ese parto al menos en la economía y en la "filosofía" que domina a las muchedumbres, tal como lo aprecia un individuo con los años suficientes para poder comparar.
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¿Obama posible nuevo presidente de EE.UU.? Si es así puede ser el nuevo Mandela, también con su amplia sonrisa, queacabe con la discriminación e inaugure el camino que conducirá a los nuevos tiempos. El ya ha triunfado en el mundo de los blancos, en una sociedad todavía cerrada que sólo ha abierto la mano por condescendencia, como una pura anecdota. Pero la realidad tan terca permenece espectante. Obama, por sus orígenes, la conoce y con su sonrisa abre la esperanza para muchos en los nuevos tiempos acaso imparables que a los viejos pueden asustar, porque nuevos no es sinónimo de buenos.

viernes, 1 de agosto de 2008

EL BATIBURRILLO NACIONAL (I)

La Universidad Menéndez Pelayo, de Santander, está dedicada, como vemos, a ese polígrafo, historiador y filólogo que junto a la importancia grande su obra o por ella y con ella, representa, casi encabeza, a los ideólogos del tradicionalismo en nuestra patria. Por eso, la anterior directora de la Biblioteca Nacional de Madrid, de cuyo nombre no quiero ni puedo acordarme a Dios gracias, quiso quitar su estatua del gran vestíbulo de entrada a la Bibliotreca de la que Menéndez Pelayo fue director. En fin, un gesto más de la intransigencia de lo que se han denominado las dos Españas, todavía al aparecer irreconciliables, incluso en el mundo que se piensa elevado de la intelectualidad.

Ahora no sé quien gobierna, administra y dirige esa Universidad Internacional en la que precisamente yo trabajé hace más de 50 años. Pero sí me imagino como piensan al menos algunos de los que manejan el cotarro -quizá de los agradecidos al Régimen- porque en la gran exposición de grabados de Goya que esa Universidad, junto con la Autoridad Portuartia de Santander ha organizado, magnífica y muy ilustrativa, se ha colocado en lugar bien visible, un mural en el que al comentar la gran tragedia que se vivió a principioos del XIX con la invasión francesa, tan crudamente ilustrada con las escenas cruelísimas de los franceses, que asustan y emocionan, se comenta, con unas frases que quieren ser resumen y colofón, lo acontecido con la invasión napoleónica. Resultan unas frases beatíficas , humanísimas si se quiere, blandísimas y también, por ello, pusilánimes, injustas y tergiversadoras de la realidad como en tantas ocasiones ocurre ahora con este gobierno socialista de Zapatero tan destructor de las ideas y de la verdad, sin utilizar piedra ni palo de lo que son maestros.

Se dice esto en el mural que quiere ser, repetimos, resumen de aquellos tan sangrientos acontecimientos a los que se vio sometido un pueblo español engañado: "La violencia y la sinrazón. El pueblo español, el ejército francés y todos los estamentos de la sociedad: víctimas de la guerra". Pues, no. El ejército francés no fue la víctima, fue el agresor como siempre hemos sabido tan bien los españoles. Es lo mismo que pasa con esos desalmados grupos políticos vascos que se dicen patriotas y con los señoritos hipócritas del PNV que quieren, tantas veces, reunir en el mismo grupo a las víctimas de ETA con los agresores etarras caídos en manos de la Justicia.

Es la confusión sembrada también, tantas veces, por este Régimen que regala libros que se ocupan de los afrancesados y sus doctrinas, ahora que se cumplen 200 años de aquella tragedia nacional provocada por los ejércitos del país vecino que mataron y hasta torturaron al pueblo español que se defendía con tanto honor y tan heroicamente, tal como nos muestran tan "periodísticamente" y con tanta realidad, los grabados de Goya que se exhiben con el marco esplendoroso de la bahía santanderina.

Pero ahora, los del régimen, repito y algunos "intelectuales" por lo que veo, no valoran esa atitud meramente defensiva y patriótica. Se preocupan más de las ideas, y hasta las aplauden, de los que portaban las ballonetas que de enjugar la sangre, su recuerdo, de los que se defendían de los ballonetazos, es decir, de los españoles.

Por todo esto haré yo aquí también mi colofón o resumen ante tanta vergüerza: lo de ahora, aquí en nuestra España no es tragedia todavía a Dios gracias, pero sí drama, porque en los dramas se admite lo cómico junto con lo trágico y en la actualidad la mezcla, el batiburrillo que se observa puede calificarse de tragicómico, es decir de dramático.