jueves, 17 de febrero de 2011

TODO RESUELTO

Desde que las mujeres visten pantalones -digámoslo con claridad- los culos han dejado de ser un secreto, se adivinan. No hay que ir hasta Benidorm: ese de allí es generoso, aquel demasiado escualido, el otro, sin duda, excesivo. La mayoría, compruebo, no resultan académicos. ¿Pero es que hay también una academia que clasifica las posaderas?. No exactamente, pero sí existen unas medidas clásicas, como cánones no de belleza -que de eso, como de los gustos, no hay nada escrito- sí de la normalidad. No todos van a ser como los de las "Tres Gracias" tan necesitados de unas buenas clases de pilates.

Decían los clásicos, que lo medían todo, que un hombre como es debido debe medir lo mismo que siete cabezas una encima de otra. Algunos se pasan, como Gasol y otros no llegan. En los hombros deben caber una cabeza en cada uno. ¿Y los culos?. De esos no se habla porque resulta una oredinariez y forman parte de lo que denominamos las vergüenzas. ¿Y hay que taparlas? Al menos disimularlas, sí. Los cronistas españoles de la colonización de América enfatizaban en sus crónicas que los indios las traían cubiertas, lo que no hacen todos en la actualidad, ya ven ustedes, que las muestran con descaro tanto las de cintura para abajo donde debe comenzar la honestidad, como las del alma, donde debe surgir la honradez. Y tanto unas vergüenzas como otras campan libremente y se airean tanto que ya apenas nos escandalizamos al observar su proliferación.

Hay que aceptar, sin embargo, que las que podemos tachar de vergüenzas físicas resultan poco variadas. De las otras, las del alma, las hay para todos los gustos o mejor, para todos los disgustos. Los políticos, con su vida pública no pueden ocultar su repertorio de lo más variado que, algunos, no niegan. Tal, como simple ejemplo, el de un viejo, Santiago Carrillo que, encima, no se arrepiente de nada ni siquiera de lo de Paracuellos, porque él es ateo según explicó, con lo que parece que niega hasta lo que ya los clásicos griegos sabían y hasta trataban de encontrar su aposento dentro de cada cuerpo, me refiero al alma, por lo que quien no la acepta, no la reconoce, pasa a ser directamente un desalmado, con todo lo que la palabra expresa.

En fin, no profundicemos y aligeremos el tema, vayamos a lo del principio que hoy no me quiero alejar del camino de la frivolidad. Solo una consideración sobre la conveniencia de superar la desvergüenza y, como los indios, cubrámonos, aunquer no sea más que para dar la oportunidad a que la imaginación actúe como hacían los señores antiguos cuando se recreaban viendo pasar a las damas. Y eso que en vez de pantalones ajustados, portaban miriñaques, con lo que el esfuerzo de la imaginación tenía que ser grande. No como ahora que te lo dan todo resuelto.

viernes, 4 de febrero de 2011

LOS LEJANOS BENEFICIOS

Uno de economía sabe más bien poco. Lo que mejor sabe hacer es gastar, aunque conoce el acierto de un refrán que le enseñó una vieja que a fuerza de ahorrar se hizo rica: "No hay mejor lotería que una buena economía", decía. Ahí esta el quid de la cuestión, saber y poder encontrar el verdadero camino que conduce a esa buena economía. Nuestro Gobierno está en ello y parece ser que siguiendo las órdenes de Bruselas vía la Merkel y Sarkozi, y en un principio hasta atendiendo la admonición del mismo Obama, disfrazada, claro, con la elegancia que puede otorgar la lejanía, está consiguiendo el beneplácito de los que mandan.

Hasta ahora este desgobierno que tenemos, para ahorrar se mete con los viejecitos que no pueden ni chillar y les siembra el camino, sin duda ya corto, de rebajas y de inconvenientes que les hará más difícil su existencia. Pero es que son muchos esos viejecitos y pocos los trabajadores que cotizan, parece ser la justificación que esgrimen. Y ahí vuelve a estar el quid de la cuestión: los casi cinco millones de parados a los que están dejando al parecer inermes, indefensos en verdad hasta no se sabe cuando. A la Merkel, a Bruselas les importa más bien poco las angustias privadas. Uno observa a las granes empresas españolas avanzar viento en popa por esos mundos de Dios y se alegra de verdad. ¿Pero y esas tachadas de pequeñas y medianas empresas que forman el verdadero tejido laboral del país? Esas, las PYMES, se encuentran olvidadas cuando son las verdaderas necesitadas de ayuda y las que en realidad proporcionarían puestos de trabajo en abundancia como ocurría antes de que el PSOE con Rodríguez a la cabeza, tomara las riendas del poder y, con sus negativas de lo patente, ocasionara el estropicio que nos aflige.

Verdaderamente hay que decir que el problema real lo constituye el propio Gobierno y profundizando en el tema debemos extender esa consideración a los políticos en general, tan mal valorados en las encuestas. Está claro que los partidos por un lado esgrimen sus ideologías, entendámonos, sus intereses de partido, tratando por el otro de que el pueblo, quizá un tanto narcotizado, crea que está representado por ellos, los políticos esos tan limitados. Así van las cosas.

Ahora también mira ese desgobierno a las Cajas de Ahorros, esos entes financieros que eran muy útiles cuando se crearon y terminaban con la coletilla de Monte de Piedad tan socorrido para el muy necesitado que, sin propiedades de fuste con que garantizar un préstamo, entregaba por ejemplo al acabar el invierno su abrigo que ya no necesitaba y que pasaría a recogerlo cuando los fríos asomaran de nuevo por el horizonte, previo abono, naturalmente, de lo prestado. Ahora ya no admiten esas bagatelas, ahora las Cajas son más importantes y algunas al notar que se fijaban demasiado en ellas, se transforman en bancos corrientes y molientes, pero más respetados. Tal la Caixa de Barcelona que dentro de muy poco pasará a llamarse Caixa Bank, sin la o de banco y con la k de kilo, en inglés, para entendernos mejor. Porque en Cataluña por lo que se ve, los letreros se pueden poner en inglés, pero no en castellano, que te multan.

En fin yo -que ya dije no soy entendido en economía- no sé en que va a consistir el beneficio con que socorrer las necesidades perentorías, las de hoy y las de mañana de los parados, porque el 2027 que ponen como meta del "beneficio" de lo de las pensiones, coge un poco alejado para los que tienen hambre hoy mismo. Si sé que estos arreglos que califican de estructurales, son al parecer necesarios y por eso sin duda, son muy bien acogidos y exigidos por los que mandan en la Unión Europea, porque España no es Grecia, ni Irlanda ni Portugal, España es grande y su rescate, dicen, pondría en peligro al euro y a la Unión misma. Que España es grande, ya nos lo dijo Franco. Una, grande y libre se decía en aquel entonces. Grande parece seguir siéndolo fijándonos en el temor de la Merkel y compañía; una ya no, ahora son o serán si continúan en sus poltronas los que mandan 17 miniespañas como algunos temen, y libre tampoco parece demasiado con Bruselas al tanto siempre ojo avizor. En fin, es lo que nos ha tocado en suerte. Los parados que descansen mientras tanto y piensen que cuando les llegue la edad de su jubilación será peor todavía.

jueves, 3 de febrero de 2011

CON MARCHA ATRÁS

Eran los primeros años 40 del siglo pasado. Nuestra Guerra Incivil había acabado y la Guerra Mundial y Despiadada no había terminado. España, como era neutral, no sufría ya de bombazos y muertes, solo la necesidad hacía mella en los sufridos españolitos, testigos mudos y resignados de lo que acontecía pasados los Pirineos. Pero había humor gracias a Dios para imaginarse tiempos mejores, aunque esa mejoría fuera solo la ilusión de unos pobres que con poco se resignaban. Se cantaba entonces una canción que delataba la verdad de la situación. Decía así: "En el año 45/ según dicen los profetas/ será el año de la paz/volverán las vacas gordas/ los huevos a peseta y muchas cosas más..." En mi Santander, después del incendio del 41 que la asoló, se oían las campanadas del reloj de una iglesia -la de los jesuitas exactamente- que entonaba una muy bonita melodía religiosa, pero sin letra. La letra se la puso la gente de entonces que se sostenía únicamente con el racionamiento que daban cada lunes; una gente aquella creyente y esperanzada al menos en la Virgen y que le cantaba: "Del cielo ha bajado la madre de Dios/ a traernos patatas, azúcar y arroz". Y que se remataba: "Danos, danos, danos pan blanco..."

Y el milagro pedido con humor fue llegando, aunque lo hacía con cierta lentitud. En el 45 ya no se oía el eco de bomba alguna, pero las vacas siguieron flacas un tiempo más. La historia de los acontecimientos está ya en la memoria de todos y con ellos en el recuerdo aquí nos hemos plantado, en el 2011 nada menos que para mí tiene resonancias de futuro. Y nos encontramos con las vacas que no es que hayan enflaquecido demasiado este último par de años, pero que sí se las ve un tanto desmejoradas porque, en realidad, este supuesto viaje al futuro que hemos hecho, con muchas paradas, interrupciones y algún sobresalto que todo hay que decirlo, parece que nos está intruciéndo en un tunel, quizá en una especie de viaje al pasado en el que espero que no haya que pedirle a la Virgen patatas, azúcar y arroz, pero en el que, desde luego, no surge por lo que se ve, ningún profeta creible que augure tiempos de bonanza como en aquel 1940 de las bombas y el racionamiento. Es decir, nos falta hasta la ilusión, por lo que ahora parece que hay que ir a buscarla a la industriosa y desciplinada Alemania que nos la brinda y nos pide técnicos y personal cualificado. En fin la emigración de nuevo, España país de emigrantes, así hicimos América. Vaya consuelo. Y ya que estamos con canciones, cantemos una que por desgracia viene a cuento: "Adios mi patria querida, dentro de mi alma te llevo metida/ y aunque soy un emigrante jamás en la vida podré olvidarle..."