miércoles, 11 de julio de 2012

EL BILBAO Y EL BARCELONA

Con los impresentables, tantos, hay un problema de concepto: no responden ni obedecen al diccionario que los define tan solo como no dignos de presentarse o de ser presentados. Pero como esos impresentables perdieron el sentido de lo digno lo hacen, se presentan y aparecen por todas partes con el agravante muchas veces de que dependemos de ellos y hasta que dirigen o interfieren en nuestras vidas. Otras, al menos, resultan tan molestos y hasta agresivos que resulta difícil resistirlos. De estos últimos hemos podido contarlos en Madrid por miles. Vascos y catalanes, cerca de cuarenta mil según dicen que azuzados por los políticos -auténticos impresentables todos ellos- vinieron a Madrid a agredirnos con silvidos y gritos, con motivo del partido de futbol entre el Barcelona y el Bilbao, ofreciendo el contrasentido de que tanto desprecio y rechazo como querían mostrar hacia España, chocaba con su deseo, también ruidosamente manifestasdo, de querer ganarse la copa del Campeonato de la España que fingían rechazar y que era donada por el Rey. Cerca de ellos otro tipo de impresentables no tan agresivos, pero que con las ideas confusas de que eran capaces, se atrevieron a tachar de fascistas a los que se oponían a aceptar tanta agresión. Impresentables ellos, impresentables los políticos que los azuzan mientras viven de la España que dicen rechazar. La democracia en tantas ocasiones se convierte en el cobijo de los peores. Siento decirlo. .