domingo, 29 de noviembre de 2009

FELICIDADES A PESAR DE TODO

Llega la Navidad. Las luces festivas nos la anuncian. Luces que muchas veces parecen transformar la celebración que se acerca en una nueva representación de la Feria de Sevilla, pero sin sevillanas ni manzanilla. Luego, sin embargo, fijándose bien en alguna de las ahora adornadas calles madrileñas, comprobamos que sí nos ofrecen cierto aire navideño: "Fiesta, amistad, risa, amor" nos proclaman, que bien pueden casar con la festividad que los cristianos rememoran, aunque, claro, se haga sin declararlo públicamente en un país como el nuestro que presume de laicista, democrático y abierto. Tan abierto que cierra en lo posible -y aquí está el contrasentido- el fundamento de tal celebración. Pero queda la intimidad de cada cual y quedan las comidas, la de Navidad y antes la Cena de Nochebuena. Y que nadie se sulfure al ver que destaco lo que, a la ligera, podría tacharse de glotonería. Las comidas tienen su abolengo e importancia y hasta el regusto íntimo del compañerismo que, al fin y al cabo, nos lo trae la acción de comer de un mismo pan. Con pan, compañero. Nada menos que "Compañeros, pan compartido en hogar de barro endurecido" que dijo el poeta tan cercano.

Y hay más, el hecho de participar de la mesa encierra en sí la idea de amistad y de perdón incluso. Nos llega de Oriente la idea e incluso de más cerca. En la Roma clásica, el sentar a la mesa a un esclavo era una forma de manumitirle. Y aún hay otros motivos para aceptar y valorar esas comidas festivas y más las de Navidad. En la comunidad judía de donde nos llegan tradiciones y creencias, el sentarse a la mesa para comer guardaba su rasgo religioso: el "pater familiae", dicho sea en latín ya que el arameo me pesca un poco alejado, bendecía el pan que luego iba entregando trozo a trozo a los demás comensales que así participaban de esa bendición. Y Jesús, sí, Cristo que eligió el ámbito judio para acercársenos -lo que ahora festejamos pensando en su Nacimiento- no rompe la tradición y también utiliza la acción de sentarse a la mesa en un banquete para atraerse a publicanos y pecadores donde les concede el perdón, rehabilitándolos.
El final de su vida en la tierra, lo remata también comiendo con sus discípulos en la Última Cena donde hizo perdurable su presencia entre nosotros, precisamnete bendiciendo y repartiendo el pan como un auténtico "pater familiae". Al fin y al cabo el Padre de la familia cristiana.

Así que felicidades y que aproveche.

lunes, 16 de noviembre de 2009

"DEPROFUNDIS"

"De profundis" que suena a latín y a las profundidades me tiro de cabeza y que salga de aquí lo que Dios quiera. Yo tengo una aleluya en la 5ª acepción de la palabra, en la de verso aburrido y sigo con él. Ya he repetido que nuestra vida es, al fin y al cabo, vida vivida, es decir, sólo recuerdo. Es lo que tenemos. El futuro sólo se nos presenta como una posibilidad, una posibilidad que cuando ya disponemos de ella deja de ser futuro para transformarse en presente que, a su vez, desaparece también con sólo considerarlo. Se convierte en pasado en un instante. El presente dura poco, únicamente lo que tarde en presentarse. Tiene una fecha de caducidad muy limitada. ¡Qué le vamos a hacer!

El caso es que ahora me surge, como una derivación de todo esto, otra verdad realmente incontestable aunque no queramos reconocerla fácilmente, quiero decir que tratamos de negárnosla a nosotros mismos. Incluso en el sencillo acto de mirarnos en el espejo, nos creemos que somos lo que éramos y no es así. Esta nueva idea me adentra en un problema que me cuesta solucionar. Noto, pues, que la vida, nuestra existencia camina contra corriente. Por un lado pensaba que nuestra vida es vida vivida, recuerdo, pero a la vez que no somos ahora lo que éramos antes. No soy lo que era, pero sin embargo, mi vida es la que fue, pues no tengo otra segura. Ocurre que mi vida la vivió el otro, el que era y al que soy ahora sólo le queda el posible futuro para "fabricarse", si le da tiempo, otra nueva que recordar.

Con todo este lío que mejor es olvidar, me fijo en el tiempo, en su transcurso. Ese que se nos escapa aunque vaya dejando a su paso su huella que es la que consigue que comprobemos que ya somos asi de distintos. Y al analizarnos como pura historia que al fin somos, saber que tenemos que dejar el porvenir en las manos del azar al que debemos, sin embargo, enfrentarnos para intentar embridarle.

Todo va quedar en el marco de las meras posibilidades. Por eso es la historia, la nuestra, la de cada uno, lo único que puede definirnos. Para consolarme me encuentro con Cicerón, ese famoso del Senado romano que dijo de la Historia muchas cosas, entre ellas que era "vita memoriae", vida de la memoria, "lux veritatis", luz de la verdad y "testis temporum", testigo de los tiempos. Pero también eseguró y es lo que puede insuflarnos algo de ánimo después de las vacilaciones que me han tambaleado que para adentrarse con su enseñanza en ese futuro al que hay que enfrentarse con las armas adecuadas, la Historia, también la nuestra, es "magistra vitae", maestra de la vida. Es el consuelo de los viejos que la han tenido de maestra tanto tiempo, aunque lo más seguro es que al final de todo, nadie les haga caso y sea entonces la propia Naturaleza la que se rebele y creyendo que les libera, los prive de la memoria su única arma ya. ¡Qué faena! Y a ver quien me saca a mi ahora de las profundidades en que me he metido.

sábado, 14 de noviembre de 2009

EL GÓTICO DE LAS ALCANTARILLAS

Los estilos son variados a Dios gracias y cambian con los años y con los lugares, aunque ahora con eso de la globalización y la ayuda de las comunicaciones instanténeas, apenas hay diferencias entre el Norte, el Sur, el Este y el Oeste. El carácter propio de una época, de un período histórico se refleja en el estilo. ¿En el de vestir tambien?. Sobre todo en el de vestir. Y ahora se viene implantando uno nuevo en ciertos sectores del mundo, incluyendo a España desde luego y quizá aquí, en nuestra tierra siguiendo el ejemplo de las hijas del presidente Zapatero con su atuendo en la visita que hicieron a Obama. Han resultado sus introductoras más destacadas se dice.

A tal estilo lo llaman sobre todo, gótico, palabra que al principio y vistos los horrores estéticos de tal vestimenta extraña, ya que uno al oirla lleva la imaginación a la esbeltez de las catedrales -Burgos, León, París- en que la espirtualidad parece que se eleva por sus bóvedas de crucería y sus ojivas como lenguas de fuego hacia el cielo. Sin embargo, recapacitando se observa que gótico hace relación con los godos, aunque hay que señalar que en vista de las vestimentas y sus adornos atroces, lo hace imaginándo a ese pueblo que prácticamente dio forma a España, Francia e Italia, en su peor momento de la invasión al mediodía europeo, como auténticos bárbaros, es decir fieros y crueles y no en la acepción griega y latina de tan sólo extranjeros.

Además, en realidad, creo que el calificativo de gótico a la vestimenta que tratamos es tan sólo el comienzo, su inicio, que luego ha ido derivando hasta oscuridades tenebrosas, terroríficas y hasta satánicas. Parece que tal degradación se originó allá por el último cuarto del siglo XX en Gran Bretaña que aún tiene, por lo que se ve, fuerza para atraer a la juventud del mundo, aunque ahora sea con un subproducto que acaso responda a la decadencia en las ideas y las creencias.

La tal moda ha invadido también el mundo de la música con el que la juventud vibra al compás -es un decir- de sonidos que transportan a oscuros universos a los que se trasladan los jóvenes con pinturas, tintes y maquillajes que ofrecen aspectos sangrantes y diabólicos.

Esto es lo nuevo. Pero yo tengo confianza de que este gótico de las alcantarillas sea arrastrado por la corriente de los detritus, y una nueva primavera de gustos y tendencias nos ofrezca pronto un paisaje más florido y risueño para que, al menos, las hijas del Presidente ( que Dios las guarde) puedan lucir con algo más risueño y airoso. Sobre todo cuando salgan al extranjero.

viernes, 13 de noviembre de 2009

LA VERDAD DE LA MENTIRA O LA MENTIRA DE LA VERDAD

Esto de sentarse al borde del camino para ver pasar a la vida, tiene sus contreaindicaciones, porque al estar demasiado sosegado, la cabeza, esa parte del cuerpo que cuesta tanto dominar, piensa y, tantas veces, no en la dirección adecuada, sino en la más perjudicial.

Cuando, camino de no saben qué, pasa por delante de mí un grupo de jóvenes alegres y gritones en demasía, uno ya sobrado de años y apoyado en un bastón mientras soporta un continuo dolorcillo aquí, en esta parte, no puede evitar pensar que la juventud es, sobre todo, una provocación, aunque luego se alivia al saberla pasajera. Lo que por derivación o por comparación también se acepta que la vejez es, claro, el triste destino de los contumaces, con un final parecido al de muchas películas psicológicas: no se entiende.

Y puestos ya en la cuesta abajo del pesimismo, los distintos aconteceres que surgen a lo largo de la vida, tantos revestidos con el manto de lo festivo, se pueden considerar ya desde ese final sin retorno, como algo irremisible que nos alcanza y nos engatusa. Fijémonos en conceptos de una altura muy especial, el sentido maternal por ejemplo, el amor, la fraternidad. ¿Quién puede negar que el instinto que nace con la maternidad es una forma de suavizar el concepto de creced y multiplicaos? Lo que se complementa con el amor que puede verse, si nos seguimos poniendo pesimistas, como una agradable trampa para la continuidad de la especie. Y llegados aquí permítanme que les cuente como explicaba todo esto, mucho mejor que yo, claro, el poeta ese tan cercano que a veces nos visita, decía él: "Todo lo miro desde mañana/o si prefieren desde una lejanía que viene del pasado/ lo que me permite reconocer que hoy es sólo ahora/unos instantes, una disculpa que nos fija en un momento/que soñamos transcendente y hasta que nos abre el porvenir a nuestro antojo./Pero yo sé que existe una ineludible estratagema engañadora/que permite que florezcan ilusiones de novedad/con que adornar, para conseguirlo, el simple creced y multiplicaos/ que tanto, a todos, nos condiciona aunque, no presumamos, no más que al ratón o a la mariposa."

Y más duro aún, he aquí la definición que dio el otro sobre la fraternidad. Es, dijo, un sentimiento que a veces surge entre hermanos. ¡El pobre que mala pata tuvo con los suyos!. Ya puestos, permitanme algo igual casi de rechazable, si defino al contrincante como el prójimo sincero.

Llegados a este punto, cuando pienso que no hay nada ilusionante a mi alrededor para que se alejen de mi tan descorazonadoras ideas, oigo el taconeo de una cimbreante muchacha que alegra con su contoneo el paisaje entero. Y un poco después un pregón: "Para hoy, se juega hoy" y le grito:
--Oiga, deme un décimo. --Y la ilusión floreció imparable y hasta se me quitó el dolorcillo ese que me mortificaba.

jueves, 12 de noviembre de 2009

DEL GÉNERO TONTO

Se da muchas vueltas ahora a lo que se ha llamado violencia de género y a fuerza de repetirlo se ha llegado a asimilar la palabreja, género, nunca antes usada cuando hablabamos en español en el sentido que ahora le damos. Para nosotros era el sexo lo que marcaba la masculinidad o la feminidad. No teníamos reparo en fijarnos en el sexo para saber si era hombre o mujer a quien nos referiamos. Los ingleses no, eran y no sé si lo son todavía, más pudibundos desde que en la época victoriana se valoró el disimulo y la hipocresía dentro de las formas ditinguidas.

Nuestro Gobierno actual, siempre con la política por medio, decidió en contra de la opinión de los entendidos, calificar "de género" a esto de la violencia doméstica, lo que bien mirado, acaso, pienso ahora, cuadre mejor con la indefinición sexual que preconiza ese ministerio de la Igualdad. Porque el género, tan variado, puede ser, como sabemos, masculino o femenino, neutro y hasta epiceno o ambiguo; lo que viene al pelo a las ambigüedades ahora tan supervaloradas.

También el género neutro por su parte, porque corresponde al de ciertos animales que no tienen sexo y que podemos aplicarlo a los muchos, tantos, que parecen capados y se amoldan con docilidad ovejuna a las veleidades que traen los tiempos. El epiceno nos facilita con una sola palabra nombrar a los dos sexos tradicionales y debería emplearse parea evitar esa cantinela tan repetida de decir los hombres y las mujeres tan en boga, cuando puede simplificarse diciendo las personas, palabra epicena tan útil y exacta. Y del género ambiguo no vamos a ocuparnos ahora como dijimos, ya que la ambigüedad en las cuestiones sexuales es tan aceptada en ciertos ambientes.

Pero aparte de esta divagación por los alrededores del tema, hay que resaltar, y es lo que pretendía, la estupidez de lo que llamamos tan absurda e injustamente violencia de género, porque lo que este Gobierno ha implantado y considera únicamente dentro de las normas que se han establecido, es la violencia del hombre contra la mujer, la más común, pero no la única. Los estacazos que alguna fémina pueda arrear a su consorte, no entran dentro de la ley. Y los de las parejas homosexuales tampoco ¿quién es el hombre de los dos?

En cambio si atendiéramos a las brutalidades que emanan de la convivencia como violencia doméstica (de casa, hogar) que es lo que son, se abarcarían todos los abusos, hasta los del marica ese nervioso que araña a su pareja. No tendríamos que escudriñar el "género" del agresor, tan complicado en su caso. O la violencia sorprendente y no tan rara por desgracia, de los hijos contra los padres.

Pero estamos en manos de un gobierno con sólo afanes políticos indefinidos y disolventes, y eso es lo hay.

lunes, 9 de noviembre de 2009

SIEMPRE DOS MUNDOS AL MENOS

El Partido Comunista de España ha celebrado su XVIII congreso. Porque, señores, el Partido Comunista español existe todavía y su presidente anuncia que la agrupación que preside "tiene futuro", lo que no explica es cómo y cuándo, porque todos sabemos que no representa ya más que un microscópico resto del partido que fue; el que acogió, es la verdad, a tantos intelectuales a los que Marx con sus doctrinas nublaba de tal manera las entendereras que fueron incapaces de entrever los fracasos y las atrocidades del comunismo real, el soviético de Lenin y Stalin, más atroz, y ya es decir, que el que encarnó Hitler con su nazismo, según ahora tanto se repite. Y duró más.

La existencia de un partido comunista en la actualidad sorprende sobre todo en estos días en que se conmemora la destrucción del Muro de Berlín, preámbulo del derrumbe de los regímenes comunistas en media Europa.

Pensaba en esto al echar la vista atrás y recordar aquella Europa tan tangiblemente dividida, muestra clara de aquella guerra fría entre dos mundo claramente opuestos, con posturas definidas en las que encuadrarse y la comparaba con la realidad que surge actualmente y en la que creo que nos movemos a tientas, también entre dos tendencias dicho sea para abreviar: la que defiende la seguridad de lo más sólido y la que se reviste con el manto de las libertades que al ponerlas en práctica, acaba o al menos mancilla tantas otras libertades y niega la patente realidad de lo hasta aquí construído, la razón y la forma de existir de, nada menos, Europa entera.

Un ejemplo tan claro que todos entendemos, el fallo del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo que, al querer poner de manifiesto el justo deseo de la libertad de pensamiento, ordena quitar los crucifijos de las aulas con lo que choca estruendósamente con los cimientos de lo existente. Berlusconi ha clamado contra tal sentencia poniendo de manifiesto una realidad tan visible como que en Italia no se pueden andar trescientos metros sin toparse con algún signo cristiano. Y no sólo en Italia: Suiza, Suecia, Noruega, Islandia entre los que se me vienen a la memoria, proclaman la presencia de sus países con una cruz en sus respectivas banderas. Asturias, entre nosotros, también la airea con orgullo.

Así están ahora los dos frentes que se acercan y alejan según los momentos con demasiadas dudas sobre el camino a seguir, mientras muchos pretenden negar tantas verdades sin acertar con la manera de proclamar y afianzar la libertad verdadera.

Y allá en su ignorado rincón, el Partido Comunista español, sin enterarse de nada y rodeado de los escombros que amontonó el fracaso de sus ideas, proclama que todavía tiene un futuro, ¿dónde, cómo, cuándo piensa imponer su tosca dictadura ya tan superada?. La actual tiene otro estilo, es engañosa porque viene disfrazada de libertad.