martes, 30 de diciembre de 2008

LA REVOLUCIÓN QUE NO ACABA

Cincuenta años son muchos años para casi todo y más para una revolución que, al cabo, se convierte en una costumbre. Tal la de Cuba que anda ahora de cumpleaños, exhausta, acabada o acabándose como su creador el gallego Fidel, el que a tantos quiso engañar, el revolucionario de la voz hueca inacabable que ya, en 1952 desde su programa de radio, conseguía soliviantar algunos ánimos en aquella Cuba de Fulgencio Batista. El sargento golpista que sí prohibió los partidos políticos en la Isla, pero no acabó con el ardor político de los cubanos que casi atronaba el ambiente, de tal forma que al español que entonces llegaba a Cuba, acostumbrado a la dura censura que sufría la España de aquellos años, parecía que se adentraba en el país de la libertad.

Contra esa dictadura, la de Batista que preparaba al país para llevarlo, se decía, a unas elecciones libres, contra esa Cuba entonces pujante, Fidel Castro se levantó y se fue a Sierra Maestra, se dejó la barba él y los suyos, y con unas medallas al cuello pretendió y en tantos casos consiguió, engañar a muchos. Quería Fidel, según dijo entonces, volver a la democracia con la Constitución de 1930. No contaba (si es que fue verdad esa idea en algún momento) con los imponderables y con la influencia de gente como el Che Guevara, revolucionario y asmático personaje elevado a los altares del izquierdismo más intolerante.

Luchó Castro y los suyos contra el Gobierno establecido que, según un gran periodista español de entonces, contaba con muchos hombres, pero con pocos soldados. A pesar de esto, Castro no se valió del heroismo sólo y de la entrega, sino también de la astucia y el terror a veces más eficaz que el combate declarado. Castro, sin duda, hubiera vencido también con las armas, pero su victoria la consiguió (y de esto no se habla) en el frente azucarero al que, como otros que nos toca más de cerca, exigió el impuesto revolucionario. Los azucareros, entonces, presionaron a Batista obstaculizando con ello cualquier defensa o la búsqueda de alguna solución política. La zafra mandaba. No podía perderse pues era vital para el país y Batista tuvo que irse, eso sí eligiendo bien el destino: a su familia la envió a Miami con las alforjas bien llenas, que la familia es lo primero. Y él se fue a Santo Domingo donde todavía gobernaba un Trujillo hermano de Rafael Leónidas, el Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva como se titulaba el humilde general.

Así fue la victoria de Fidel, lo demás ha sido parafernalia. Mientras el país, tan empobrecido, a la espera de que la revolución le de un respiro.

martes, 2 de diciembre de 2008

MÁS SOBRE LOS DOLORES

Me gusta escribir la palabra Patria, también Hispanomérica o Iberoamérica, no Latinoamérica. Me gusta destacar las glorias de nuestra Historia. Y me gusta y me recreo en ello por todo lo que me sugieren. Y también, lo confieso, por llevar la contraria a tanto progre actual, intelectuales de pacotilla que no aportan nada porque niegan todo lo que suena a positivo y han desterrado de su léxico tales palabras. Y al notar a esos progresistas, oirlos, verles, me uno al hallazgo unamuniano que resume de maravilla todas las sensaciones que se me despiertan, y también "me duele España".

Esto del dolor por España viene de antiguo. De manera ostensible desde mediados del XIX. Desmembrado ya prácticamente el Imperio, con sólo Cuba, Puerto Rico y Filipinas, con la Guerra Carlista en plena ebulición, con, sin embargo todavía, una gran proyección exterior siempre costosa: guerra de Africa, anexión de Santo Domingo, intervención en México, Guerra del Pacífico contra Chile y Perú; con Amadeo I que llega y se va, hastiado supongo; con una Primera República que necesitó cuatro presidentes en los once meses que duró; con todo esto, el optimismo se apaga y surgen los efectos del dolor patrio. Ya Galdós que hereda de Larra la preocupación nacional, propugna el progreso que entiende nos traerá el liberalismo. Ganivet, por su parte, siente vivamente la decadencia española y propugna una "reconstitución interior", concentrando en España todas nuestras energías. Costa desde su preocupación, resume su consejo: "Despensa, escuela y siete llaves al sepulcro del Cid", metas que se han mantenido en el recuerdo.

En estas estaba ya España, cuando las batallas de Cavite y de Santiago de Cuba, desfavorables para nosotros, nos acarrean la pérdida definitiva de los restos del Imperio y surge el desconsuelo del 98. Un desconsuelo, sin embargo, me atrevo a decir, que trae la reacción tan valiosa de destacados pensadores. Surge un Unamuno, ahora tan citado, y nos dice que "hay que aspirar, de todos modos, a hacerse eternos y famosos no solo en los presentes, sino en los venideros siglos", lo que anima. Y un Azorín y un Baroja que en su preocupación, nos enseñan a apreciar la España íntima, nuestra España. Y un Ortega que nos analiza en su "España invertebrada" y propugna la europeización espiritual de España. Y un Menéndez Pelayo que al enumerar nuestras glorias a través de los tiempos, termina: "Esta es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los arévacos y de los vectones, o de los reyes de Taifas", lo que ojalá no sea una profecía vista nuestra realidad actual de la dispersión regional y de la negación de gran parte de nuestro pasado, que tanto duele.

Pero para que el dolor al menos se suavice, acerquémonos al nicaragüense Rubén Darío que con su modernismo nos acerca la renovación literaria, y con sus sonoros versos nos infunde un optimismo tan necesario, porque lo que él cuenta persiste: "Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda/espíritus fraternos, luminosas almas ¡salve!". Que se completa así: "Que la raza está en pie y el brazo listo/que va en el barco el capitán Cervantes/¡Y arriba flota el pabellón de Cristo!".

Esta última estrofa habrá que quitarla, claro, no vayan a verla los niños en las escuelas. ¡Qué dolor!.

lunes, 1 de diciembre de 2008

EL DOLOR DE DON MIGUEL

Unamuno, el místico, el filósofo, el patriota fue el que exclamó la famosa frase de "me duele España". Creo que siempre España ha dolido a los que se preocupan por ella. Si se repasa la Historia casi siempre hubo motivos. ¿Los hay ahora? Por supuesto, aunque son de distinta índole. El país no está moribundo: "Pueblo moribundo se ha llamado a tu pueblo, Don Quijote mío", se lamentaba Unamuno. No, ahora no lo está, pero el dolor persiste y, esta vez, no es tanto por la marcha del país desde el punto de vista material, como por el sentimiento de que la libertad del individuo está cercada hasta tal punto que ni se permite que el pensamiento de cada cual ni el de toda una comunidad según la que sea, cristalice en nada real.

--Usted es libre de pensar lo que quiera, pero el camino a seguir es éste únicamente-- nos indican.

Los que mandan mandan y les empuja el revanchismo que es lo peor y con él traen de la mano el deseo de dominio. Les ayuda la técnica tan avanzada. Ya tratamos de ello. Desde que somos un número, el control es mayor. En todos los órdenes se siente la imposición. Son muy diversas. Refirámonos a una, la que trajo la gran equivocación de la instauración de las autonomías, al menos en la forma en que han quedado instituídas. En muchas de ellas la libertad se ha visto coartada en gran parte. Los que mangonean el cotarro buscan lo que separa a cada región, los particularismos ridículos, folklóricos, con el afán de encontrar una personalidad diferenciada, precisamente ahora que se habla de la aldea global. Se cambia la Historia para ajustarla a sus despreciables ideas. De esto ya se ha hablado mucho, pero no se ha hecho nada para evitarlo y conviene recalcarlo. El daño para el próximo futuro, si persiste todo esto, puede ser irreparable por la formación falsa y destructiva que se ofrece a las nuevas generaciones a las que se dirige de forma cínica y lamentable. Y esto duele.

García de Cortazar que publica ahora su "Breve historia de la cultura en España" amplia todo lo dicho magistralmente y se lamenta en "ABC" de que "el pasado influye mucho en el presente porque en el presente se manipula la Historia". Dice Cortazar que en su obra demuestra "la gran aportación de España al pensamiento y a la mejora del mundo y de la sociedad. Sin la aportación de España el mundo hoy sería distinto". Pero nuestros dirigentes prefieren ocultarlo, y si no vean los libros de texto.

A pesar de tanta gloria, la fragmentación de España se adivina, se desea por algunos y duele, como duele que se olvide los que manda la Constitución para imponer un renovado anticlericalismo. Me refiero a los crucifijos en las escuelas, otro síntoma más de todo lo que adolecemos en la actualidad. Un artículo de la Constitución que nos debe regir, establece que "ninguna religión tendrá carácter estatal", pero añade, "los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad". Además, que la educación que se imparta en los centros docentes públicos, será "respetuosa con los valores de la ética cristiana". Nada de esto se ha tenido en cuenta en el último episodio tan comentado estos días, a pesar de que la Junta escolar, había decidido conservar los crucifijos en las aulas. Mientras, dicen los periódicos, en muchos colegios no se imparte carne de cerdo en sus comedores, por respetar la fe musulmana de algún alumno de esta religión. La proteción a las minorías, a la excepción, con rechazo, en tantos casos a la opinión mayoritaria. De el deseo unamuniano de "españolizar Europa" pasamos, parece, al de querer desespañolizar España.

Esta situación no la trae sólo el afán de revanchismo, sino que se ve claramente que viene inspirado por un plan preconcebido de cambio social en el que dirigismo se amplie. Al fin y al cabo, las izquierdas siempre han abogado por la existencia de un Estado fuerte que se acerque a la omnipotencia con lo que el individuo, a la postre, queda difuminado en una masa social informe y anodina.

Por todo esto nos sigue doliendo España. ¿Qué hacer? Don Miguel lo toma por la brava y nos arenga: "Poneos en marcha! ¿Que adónde vais? La estrella os lo dirá..... ¿Qué vamos a hacer mientras marchamos? ¿Qué? ¡Luchar! ¡Luchar!...

Pero quizá no no sea necesario, porque el mismo don Miguel nos apacigua con que "el mundo da muchas vueltas y la fortuna más". Esperemos, pues, para subsistir que esa fortuna nos traiga unos dirigentes que acierten a coordinar la libertad de pensamiento, con la posibilidad de una más libre actuación. Mientras, España resistirá. De otras ha salido.

viernes, 28 de noviembre de 2008

CON LA CRUZ A CUESTAS

La aconfesionalidad de los Estados parece una postura lógica, conveniente y justa. La puesta en práctica de un laicismo recién implantado y autoritario en la vida diaria de una sociedad en la que más de un 80% se considera cristiana, es un tanto difícil. La sensación de agravio surge a cada solicitud de que desaparezcan los símbolos tan entrañables para una mayoría. Tierno Galván se opuso a que retiraran una cruz de la mesa presidencial utilizada en ciertas ocasiones del Ayuntamiento de Madrid. "Es un símbolo de paz", señaló más o menos.

Pero ahora en España estamos sufriendo la enfermedad del revisionismo urgente y rencoroso de los que perdieron la guerra ¡Como si a estas alturas no fueramos todos perdedores después de tantas atrocidades! La democracia parece de una digestión difícil no sólo para este Gobierno revisionista, sino para algunos españoles de a pie, pazguatos asombrados ante sus derechos, que no dudan en enfrentarse contra lo que no es ofensa ni puede serlo, sino signo de creencias y de la tradición en la que han nacido. Son, vemos, las minorías a las que claramente se protege, lo que está bien siempre y cuando las mayorías sean debidamente consideradas. Para ello no se puede olvidar la realidad española, sus creencias, la Historia, las tradiciones que conforman nuestra cultura. La cultura es la que conforma nuestra personalidad y nuestra forma de ser, la que nos distingue.

España, la de los frutos tardíos como se la consideró, pero que los produjo y en tantas ocasiones con maestría y ejemplaridad, debería si dispusiera de voluntad, genio y originalidad, implantar la libertad a la que aspira y que ahora pretende copiar, fijándose en la Constitución y con el sello y la atención a sus valores y a su realidad. No se puede echar por tierra acabando por decreto de la noche a la mañana sin otras consideraciones, los signos que nos han caracterizado. En Francia, antigua y pionera en un laicismo claro y equilibrado, pero rotundo, no tuvo empacho su presidente en destacar la realidad cristiana de su país en la reciente visita del Papa. En Norteamérica los gobernantes nunca olvidan encomendarse a Dios en sus discursos trascendentales, con lo que creo que nadie, agnósticos o ateos con tras dedos de frente, se sientan ofendidos. Comprenderán que, al menos, la frase refleja la buena intención del que la pronuncia.

La Cruz que ahora van a quitar sin más miramiento de un colegio, símbolo que trasciende a su propio concepto no fue así considerada hasta dos o tres siglos después de la Crucifixión. El signo primero con que se distinguían los primitivos cristianos fue un pez de simple trazado. Esa muerte "y muerte de cruz" como todavía hoy se destaca en las oraciones, se consideraba infamante y los cristianos trataban de no recordar tal afrenta. Fue el emperador Constantino el que primero la utilizó destacándola en su estandarte. Desde emtonces es la señal del cristiano. Y los cristianos, mayoría todavía, con la ruda decisión de ahora que acaba con una tradición de siglos, se sienten conmovidos y dañados en sus creencias, porque la Cruz, ya lo dijo Tierno y así la consideramos, "es un símbolo de paz".

martes, 25 de noviembre de 2008

POESÍA Y ELECTRICIDAD

Hoy voy a lanzar a los cuatro vientos de mi blog los ecos de una angustia que se asoma y desaparece ante mi intermitentemente, alterando los momentos de traquilidad. La angustia me la trae una palabra sin rostro al parecer, una palabra fantasma, una palabra preciosa por otro lado que nos acerca, cuando se acerca, momentos de complacencia y admiración. Me refiero a la palabra poesía tan necesaria por lo conveniente que resulta verla y apreciarla en la propia vida. Cuando se consigue resulta más importante y persistente que poner a la existencia una sonrisa sólo, ya que con la poesía viene, aconpañándola muy probablemente, la sonrisa junto con la complacencia y la satisfacción.

--Oiga, yo veo poesía en un paisaje
--Yo en una música que me eleva y hasta me emociona.
--Yo la veo en la armonía de una pintura.

Oido lo cual me pregunto: ¿qué es la poesía que se la puede encontrar en tantos sitios? ¿Alguien me la podrá definir? La poesía se siente, se disfruta, pero va a pasar con ella, mal comparada, como con la electricidad (permítaseme tan grosera comparación, pero la electricidad es también, en el fondo, una desconocida con la que convivimos). Ya sé que se produce juntando electrones y protones. Es decir, sabemos producirla, pero ¿qué es? Lo más que decimos de ella es que se trata de una corriente. Y de la poesía tan valorada tan admirada, tan reconocida, únicamente que se trata de una expresión artística.

Ante tal vacío, me voy como hago tantas veces a los griegos, a los antiguos, claro. Pero ni siquiera Aristoteles me saca de dudas. Se limita a decir que la poesía para él "es una imitación bella de la Naturaleza"con lo que me deja como estaba. Entonces me voy a Platón, su maestro, quien unicamente explica, más o menos, que todo el que no esté agitado por el delirio que viene de las Musas que se abstenga de intentar nada poético y que se dedique a otra cosa.

Visto lo cual me largo a un campo más limitado para seguir con las pesquisas porque aceptamos que la poesía se ha identificado sobre todo con el verso, como si fuera necesario versificar para llegar a la poesía. Bien es verdad que el ritmo y la rima de los buenos versos acrecienta y nos acerca más al "delirio" de lo poético que señalaba Platón.

Nuestro marqués de Santillana -sigamos indagando- decía que la poesía es "un fingimiento de cosas útiles, é veladas con muy fermosa cobertura, compuestas, distinguidas, escondidas, por cierto cuento, peso é medida..." lo que nos sigue dejando en blanco, porque con todos esos elementos, en tantas ocasiones, no se alcanza gran nivel poético. Menéndez Pelayo es un ejemplo de perfección y de ausencia de poesía. Fray Luis de León en cambio, sí consigue elevarnos usando de la sencillez junto con la sonoridad del mejor idioma: "Del monte en la ladera/por mi mano plantado tengo un huerto/ que con la primavera/de bella flor cubierto/ya muestra en esperanza el fruto cierto".

Unamuno, el vasco que tanto se identificaba con su Patria grande, como debe ser, no siempre alcanza la altura suficiente desde el punto de vista poético, sí en tantos otros órdenes. Por ejemplo, cuando juega con la sonoridad del idioma y se olvida de otros detalles: "Avila, Málaga, Cáceres/Játiva Mérida, Córdoba/Ciudad Rodigo, Sepúlveda/Úbeda Arévalo, Frómista..." Puede parecer un itinerario ofrecido por Viajes Mélia, dicha sea esta ocurrencia sin ánimo de ofender a don Miguel. Sé que con esto no trataba de despertar ninguna emoción especial, sinó tan sólo alcanzar un clima musical con la fonética del español.

Otros, naturalmente, tantos, sí nos acercan esa emoción. Sus nombres están en la mente de todos, pero ninguno nos cuenta qué es en realidad la poesía. Nos la brindan que ya es bastante. Como pasa con la electricidad, ya dije y vuelvo a pedir disculpas por compararlas.

Llegado aquí, cuando me dispongo a buscar otra manifestación artística que me ofrezca alguna luz, distingo sí una lucecita que no es eléctrica precisamente y hacia ella voy. Alumbra esa luz a un romántico, a un maestro de románticos que me lo explica todo con lo que comprendo, por fin, qué es la poesía. Lo tenía escrito este romántico y dice así: "Qué es poesía dices/mientras clavas en mi pupila tu pupila azul/¿qué es poesía?/y tu me lo preguntas/poesía eres tu".

Y me voy tranquilo.

( Lo de la electricidad para otro día)

domingo, 23 de noviembre de 2008

CARRILLO, CACHETE

Dios es el culpable de los problemas de España. Tal barbaridad y tal sinsentido lo vomitó Santiago Carrillo. "Si Dios fuera ateo, en España habría menos problemas" dijo exactamente a Rafael J. Älvarez en una entrevista publicada ayer en "El Mundo".

Santiago Carrillo, como bien saben, es un viejo, viejísimo, 93 años tiene, que como les ocurre a tantos de su edad, quedó anclada su memoria en los años de juventud, una época -para su desgracia- en la que tantas barbaridades asolaron nuestra tierra. Pero él, Santiago Carrillo, por lo que parece, no las condena, porque él no tiene la noción del arrepentimiento: "Yo no me arrepiento, porque el arrepentimiento es una noción religiosa y yo soy ateo", siguió vomitando.

Es decir, como se declara ateo, no distingue el bien del mal, conceptos estos siempre valorados a lo largo de la Historia, independientemente de tener creencias religiosas o de carecer de ellas. Y si no, como ejemplo, que empiece dándose una vuelta con el peripatético Aristoteles, entre otros.

No lo hará, claro, él no pasa de Franco y de su Frente Popular. Se quedó anclado en la época de Paracuellos, de las checas de las que iban sacando, paulatinamente, a tantos "señoritos" para darle el "paseo". Él, desde su sillón con bastante mando y control del orden público, no se enteró de nada. Y si se enteró no se arrepiente de haberlo tolerado (no sé si ordenado) porque es ateo y los ateos -según parece aceptar creo que equivocadamente- no tienen sentido del bien ni del mal.
Creemos, sin embargo que del bien y del mal subjetivos si tendrá conocimiento. Sabrá que un dolor es un mal y que a una sensación placentera el común de los humanos la denomina un bien. Esto lo entiende todo el mundo, hasta Carrillo sin duda. Otra cosa es que no se pare a considerar ni al bien moral ni al mal moral, lo que llaman los filósofos el bien y el mal objetivos.

Yo me atrevo a recomendar a este anciano que en el tiempo que le quede con lucidez, aprenda, dejando de preocuparse de las creencias religiosa de los demás, que lo moral debe someterse a un valor, en tanto que lo inmoral y lo amoral, es lo que se opone a todo valor, que le es indiferente. Tomando esto en cuenta, la gente de bien, creyente o atea, acepta que lo moral es la obediencia a la ley así calificada y fijada por las normas, las leyes y las costumbres de la sociedad. Quien no acepta esto resulta un inmoral o un amoral. Tal Carrillo por lo que se desprende de la entrevista en cuestión y ojalá pueda demostrar lo contrario.

Creo, sin embargo, que le va a ser difícil hacerlo. Si estuviese dispuesto a ello, habría comenzado hace tiempo a explicar, obedeciendo a la tan deseada y cacareada petición de Memoria Histórica, todo lo que vivió en el Madrid de su tiempo. Lo de Paracuellos (de lo que está "hasta el copete", pero no lo aclara) de los asesinatos en las checas, de las persecuciones, etc. etc. Nos gustaría que hablese Carrillo de todo por lo que se siente orgulloso y le impide arrepentirse.

Y que deje las obsesiones: "Se necesita protección" porque "hay comandos falangistas que viven en el 38" dijo también ayer. Por Dios (y Ud. perdone) "la dialectica de los puños" ya pasó, como han pasado los falangistas y los suyos de su tiempo.

Visto lo visto ahí va un consejo: creo que para ser consecuente, debería quitarse el san de su nombre y llamarse solamente Yago, cuadra mejor con un ateo que pone la moral en cuarentea.

sábado, 15 de noviembre de 2008

DEL SEÑORÍO Y OTRAS CONSIDERACIONES

Estoy muy contento porque ahora nadie me negará que soy un señor por partida doble. Me he enterado que señor equivale etimológicamente hablando a "más viejo" (¿más todavía?) porque es un comparativo de senex, viejo. Así que lo soy de condición (espero) y por longevo.

Los romanos lo tenían muy claro, los viejos respetables se iban al senado (no como ahora, a las residencias) y allí discutían de sus cosas. Ciceron con sus catilinarias: "Hasta cuando Catilina vas a abusar de nuestra paciencia" que traducíamos cuando los muchachos sabían hasta latín . Ante tan duras críticas se consiguió lo que no conseguimos ahora con Zapatero, que Lucio Sergio Catilina huyera, pero no sólo, sinó llevándose con él a 20.000 hombres nada menos, qué tío.

Con el tiempo no fue preciso amontonar años y más años para hacerse acreedor a la denominación de señor. Se consideró así a las personas respetables, lo que parece muy justo y a ella nos hemos acogido los que nos creemos gente de bien. Aunque es verdad que, así mismo, llegó el momento en que la palabra se equiparó a dueño y ahí la senectud, a la par que se enriquecía, pudo en algunos casos quizá, paradójicamente, perder o al menos mancillar el señorío. Es que la riqueza si se adquiere con demasiada rapidez se hace sospechosa, mientras que la senectud, es decir el señorío se consigue con tiempos de rectitud y ejemplaridad.

Modernamente en España se emplea cada vez menos esta palabra. Se da de patadas con el tuteo que utiliza cualquier tipejo al dirigirse a alguien que ya peina canas . Los hispanoamericanos, sin embargo, que nos dan lecciones con su profundo y extenso castellano, siguen utilizando la palabra señor y, al haber acabado, a Dios gracias, el sometimiento al que era el dueño, vuelve a adquirir su sentido más noble, en el que nació.

Aquí no, lo del señorío no se valora. Los más respetuosos te llaman caballero que no obliga a ningún reconocimiento ni sometimiento pasado. Caballero, en principio es el cabalga, aunque sea en mula, lo que no obliga a nada al que así te nombra. Ni siquiera si se utiliza el calificativo en su acepción (olvidada por la mayoría) de "hidalgo de calificada nobleza" o de pertenecer a alguna orden de caballería. Si puede concederte alguna consideración y entonces es de agradecer, el que te dice caballero, si utiliza la palabra en su acepción de "persona de consideración o de buen porte".

El don es otro tratamiento en desuso, quizá porque recuerda a dominus, dueño, de donde proviene. Nada de distinciones ni preponderancias morales, sólo se admiten a los de escaleras abajo como antes se decía tan despreciativamente. No hay dones que valgan, sólo permitimos a los donadie tan abundantes y porque resultan inofensivos que si no...

Ahora una curiosidad para los que abandonan el tratamiento de señor. Que sepan que cuando insultan a alguien, so asqueroso, so imbécil, so tal o so cual, no hacen más que utilizar la palabra señor aunque en su sentido más exagerado. Parece ser como nos cuenta Coromines que en el Siglo de Oro "se empleaba señor contraído en seor, sor, so y esto acabó por emparejarse con palabras insultantes para intensificar su sentido". Ya lo saben, el pasado se hace presente en cualquier momento. Al enfadarse.

Vemos que la realidad actual se impone con tal contundencia que ya no se pueden exigir tratamientos ni otras zarandajas. La personalidad individual se pretende disolver en el anonimato, sino en la vulgaridad. En el gran "Hospital 12 de Octubre" de Madrid, magnífico por muchas razones, existen unos impresos que hay que cumplimentar, en donde piden apellidos y nombre del paciente y asimismo, sorprendentemente, bien separado y visible, el "nombre corto". De tal forma que ese anciano achacoso que llega acaso sin mucha esperanza con sus alifafes encima y al que en su pueblo se le conoce por don José, pasa oficialmente en el Hospital a ser unicamente Pepín. Con lo que queda el hombre más hundido todavía y reducido a la mínima expresión.

Ni tratamientos ni siquiera nombre. El señorío (aunque sea doble como pretendo que sea el mío) queda unicamente como una satisfacción íntima. Como la moralidad y el patriotismo, que no deben exhibirse demasiado para evitar burlas y acaso insultos.

--Identifiquese -te dicen autoritariamente.

--Me llamo...

--No, eso no interesa, el número de su DNI.

Sé que no estoy en un campo de concentración y contesto:

--5 3 4 ...

Y al acabar:

--Letra

Y por fin respondo como colofón algo que en mi caso es verdad y que me da gran alegría gritarlo a los cuatro vientos:

-- Una EME.

jueves, 13 de noviembre de 2008

MI HORADADA PROPIAMENTE DICHA

Este rincón mío, solitario al que me voy con la mente para pontificar dirigiendo la voz a esos altos espacios siderales que atrapa la técnica y los llama internet, lo he bautizado como podrán ver, La Horadada, tomado prestado el nombre en muchos momentos.

En realidad hay muchas Horadadas por ahí. Una, sorprendente, por tierras palentinas. El Cañón de la Horadada se llama por donde discurre despacioso el Pisuerga, el río que al llegar a Valladolid alcanza su mayoría de edad y de conocimiento. Ese Cañón de la Horadada y sus cercanías, son un cúmulo, un verdadero prodigio de horadadas. La piedra allí ha sido en verdad esculpida por la Naturaleza que nos sorprende, por ejemplo, entre otras, con la figura del Perro de Piedra o con el de la Mesa, además de con múltiples cavernas y oquedades admirables.

Hay también, cara al Mediterráneo, en la Costa Blanca alicantina, un Pilar de la Horadada que mira y se acerca al mar, mientras sus palmeras suspiran hacia un cielo siempre azul. Y en Hispanoamérica, creo que en la Argentina, existe otra Horadada y otra más mirando al Pacífico por la quebradísima costa del sur chileno.

Pero la que yo he elegido como distintivo, es una roca pequeña que por la noche parece temblar con la tenue luz de su faro ¿O será de frío y de soledad?. El caso es que a esa roca voy con el recuerdo porque no necesito otro medio de transporte. Y desde ella oteo el horizonte y aprecio el entorno, incluso el más elejado.

Antes, esta roca, sí era horadada y formaba como un puente bajo el cual pasaba el mar, no el mar infinito, sino sólo una porción de él junto, supongo, con las sardinas que por allí deambularan. Pero ahora mi roca adoptada ya no está horadada, se le cayó un pie y quedó mellada como una roca vieja que es. Mas sigue con el mismo nombre de siempre como si todavía tuviera la misma condición. Le pasa como a esos viejos que cuando ya no son nada, sólo una espera, siguen con sus laureles ya sólo recordados como tristes penachos de las ilusiones idas.

--Qué barbaridad que trágico se pone usted.

--Tiene razón, pero a mi aunque vieja, me sirve para desde ella, es decir desde aquí mismo, observar y meditar iluminado con el pálpito luminoso de su faro que hasta mi llega intermitente como es. Y observo y medito.

--¿Sobre qué?

--Sobre el trajín de los acontecimientos, de alguna buena obra que por casualidad se filtra en medio del ir y venir de los codiciosos tras el botín deseado de todos los días, ojo avizor, listos los reflejos, las garras en guardia a la espera de los incautos necesitados de ayuda. Y también si así conviene, considerando la muestra de halagos y promesas usados como anzuelos para inocentes.

--¿Se refiere usted a los bancos?

--Pues a muchos de ellos sí entre otros especímenes también acaparadores y no sólo a ellos. También considero como se merecen a los políticos, esa gente al parecer necesaria como los bancos a los que hay que sufrir. Pero dejémoslo de este tamaño como dicen en Venezuela que ya se siente frío en esta roquita mellada. Mañana "hablaremos del Gobierno".

jueves, 6 de noviembre de 2008

LA ADMIRADA Y DENOSTADA AMÉRICA

En realidad me refiero a Norteamérica y ni siquiera a toda ella. Hoy dejo fuera a Méjico y Canadá y me fijo en los Estados Unidos que tan repetidas veces nos dan ejemplo de esa unidad que proclama su nombre a pesar de su verdadera y auténtica diversidad; no como la nuestra tan cacareada y tan exagerada y cultivada, además, con perversidad, interés y traición.

Bien, esa América o porción de ella parece haberse ideado una realidad imperial de nuevo cuño sin mancillar las fronteras del mundo, dejando a tantos países que admiten su superioridad y buscan su beneplácito, disfrutar de sus banderas e himnos, pero acércándoles al resaltar con inteligencia la necesidad de su ayuda y protección al menos en los momentos de intranquilidad.

Y en eso estamos otra vez, necesitándolos. Y ahora, en medio de la crisis económica tan asustadora que se agiganta, esos Estados Unidos dan un paso más de progreso y eleva hasta ese original trono imperial, pero demócrata (primero el ciudadano, luego el Estado) a un negro que digamos parece tener el alma tan blanca ( si es que eso es mejor) o digamos tan limpia como el ciudadano más blanco. Y el mundo se fija en él con esperanza.
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Ya sé que ese país, EE.UU., no siempre ha sido el noble protector que ahora queremos ver en él porque nos conviene. España puede echarle en cara hechos censurables. Digamos algunos para que los antiyanquis, esos que se dicen progresistas malhumorados, no nos acusen de parcialidad. Ahí van algunos de los que me acuerdo: recordemos a nuestro conde de Gálvez, general y gobernador de Luisiana que tan eficazmente lucho contra Inglaterra ayudando muy eficazmente a la independencia estadounidense. Los eruditos de ese país lo recuerdan, pero se han cuidado bien de que su agradecimiento no llegue a calar a nivel popular. La labor colonizadora de España en América había que denigrarla un poco por intereses políticos, lo intentaron y lo consigueron bastante. Otro ejemplo, La Florida fue arrancada de España militarmente y luego se quiso atenuar el despojo con una venta que España se vio obligada a aceptar en Versalles. Otro más: el presidente Jefferson comunicó a su sucesor Monroe, por escrito, "la necesidad" de adquirir Cuba para hacer suyo todo el Golfo de Méjico, lo que llevó a realizar la voladura del "Maine" para justificar la guerra con España. No se quedó con Cuba, aunque si la dominó durante unos años con la llamada Enmienda Platt; a cambio se apropió Puerto Rico.
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Pero eso es agua pasada que sirve para ilustrarnos cuando hacemos un paseo por la Historia. Hoy es hoy y si tan solo retrocedemos con la memoria al cercano ayer, vemos la labor bienhechora -sí, bienhechora- y heróica de los Estados Unidos cuando Europa ardía por la soberbía del imparable nacionalsocialismo alemán. Salvó a Europa y salvó al mundo. El fascismo patriótico y dictatorial implantado en Italia en 1922 como una solución equivocada a la decadencia, se endureció hasta niveles atroces con Hitler ya en 1933. Y ahora Europa y el resto del mundo, otra vez perdidos, con la realidad económica imparable que tanto asusta, quedan espectantes. El advenimiento del nuevo director de orquesta mundial, tendrá que esforzarse en buscar un remedio ante el desastre, creciente al parecer.

Pero hay más, para oponerse a otros peligros existentes o que puedan surgir, de la amenaza de ciertos sectores enardecidos musulmanes por ejemplo, solo hay una fuerza decisiva, la de EE.UU.
La propuesta de diálogo que alguien propuso parece que no tiene respuesta.

lunes, 3 de noviembre de 2008

DE LA LIBERTAD Y LA TOLERANCIA

Me gusta ser liberal por lo que nos acerca a la libertad. Pero yo deseo disfrutarla con la Guardia Civil vigilante si es que tenemos que vivir en sociedad, es decir, amontonados en grupos de miles, de millones. Ahí tienen a Tokío, a Méjico D.F., a Nueva York, todos ellos tan asfixiantes si pretendemos abarcarlas en su conjunto.

Amar la libertad sin llegar, claro, al anarquismo, sueño imposible hasta tal punto que los ensayos realizados en este sentido llevaron, tantas veces, al fracaso y al delito. Porque el ansia de libertad debe relentizarse y contentarse con el liberalismo político que si bien se dijo que era pecado cuando el pueblo pretendió romper las cadenas, en este momento, ya digerido como tendencia y fracasado el socialismo como camino que lleve a la felicidad y la justicia, pero asimiladas también por todas las tendencias políticas modernas sus necesarias aportaciones, queda la idea liberal como la única aceptable, al menos políticamente hablando y de momento.

En esas estamos desde que en 1832 surgió como partido político en Gran Bretaña y dos años después en Estados Unidos y al fin en 1880 en España con Sagasta a la cabeza. Nosotros lo hemos sudado más que nadie para que fuera aceptado, pero ya está aquí implantado y reconocido si no como partido así nombrado, sí como postura que trae la liberalidad que lleve en la práctica a la libertad política.

Y llegado aquí, otra vez tengo que enfrentarme con tantos que se llaman socialistas y que de socialistas tienen tan poco, no tanto por tratarse de una doctrina fracasada que poco puede ya favorecer a la sociedad, sinó por la conducta disolvente y destructiva de unos individuos instalados por ahora en el Gobierno y sus aledaños, que la única consigna que han sabido airear es la tan cacareada tolerancia.

Tienen que tener en cuenta que tolerar puede ser en tantas ocasiones y así se define en su primera acepción, sufrir, llevar con paciencia y también permitir algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente, quizá por no tener más remedio añado yo. Pero acercándonos a su concepto más noble, tolerancia es respetar las opiniones y prácticas de los demás, lo que está muy bien que eso es ser liberal. Mas cuando esa tolerancia por obra del Gobierno se convierte, como ocurre, en la supervaloración de lo distinto, de lo excepcional, de lo que puede considerarse hasta antinatural, e incluso se eleva esa excepcionalidad, tan minoritaria siempre, a ejemplo y paradigma, la tolerancia se prostituye quizá por la ganancia de unos votos, y empuja al país, a sus ciudadanos menos preparados, al envilecimiento. Tan es así que esos grupos minoritarios que se escapan de la normalidad del conjunto, consiguen ahora tener más voz que nadie. Y su presencia y su eco atosigan.

Yo les diría a esos grupúsculos que no armen tanto alboroto, que ya les toleramos y aceptamos, dense por contentos y sean discretos con su excepcionalidad, sean pudorosos. Y al Gobierno con tanto fantoche engreido y retorcido, que se fijen un poco más en la mayoría, en el pueblo tan cacareado y digan a esas minorías antes incluso intolerablemente perseguidas que dejen su constante exhibición y que se integren en el conjunto. Así se ha intentado con otras minorías, con los gitanos por ejemplo. (¿Les molesta la comparación? pues vaya con los tolerantes)). Seámoslo de verdad, es decir seamos liberales, para llegar a la justicia. Lo que ocurre es que si nos atenemos a sus fundamntos, el liberalismo y el socialismo se dan de patadas.

jueves, 30 de octubre de 2008

GENTE, GENTECILLA, GENTUZA

Ya sé que todo de lo que voy a tratar se ha publicado en los periódicos, por lo que es del dominio general. Pero a pesar de ello no me callo porque, en realidad, nadie debe callarse ante tanta ofensa de los cínicos enrolados en los puestos directivos de la política. Por eso allá voy.

Ahora pretenden que no se haga público qué bancos va a ser ayudados con el dinero público para no "estigmatizarlos". Me imagino que este término habrá sido empleado en su acepción de desdoro y mala fama, lo que equivale a no desear que sea de dominio público su desdoro que les lleva a la mala fama a la que se han hecho acreedores . Con esta decisión nos quedaremos todos con la sospecha de quién será el que después de aprovecharse bien en sus negocios, no ha sabido nadar y guardar la ropa.


Como contraste cualquier ciudadano de a pie que no cumpla con el compromiso bancario que unas circunstancias quizá adversas le obligó a asumir, pasa inmediatamente al "índice" más inquisistorial del que tan difícil será zafarse.


Todo ese favoritismo con los bancos lo provoca, lo sostiene y lo defiende un gobierno que se dice socialista. ¡Qué Gobierno y qué oposición que no pone el grito en el cielo!
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En las Vascongadas, en Cataluña y en Galicia, en algunos libros de texto se ridiculiza a los que hablan castellano, es decir español. En Cataluña se explica el descubrimiento de América como un golpe de suerte que acaeció cuando los comerciantes catalanes no podía comerciar con el Oriente por culpa de los turcos. A Colón se le cita, a los Reyes Católicos no. Los dueños de los mares en aquella época, según esos textos, eran los portugueses, los españoles no porque a España no se la nombra.

¡Qué Gobierno que lo permite y que oposición que no pone el grito en el cielo!


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Por otro lado, el cara, carota, Carod disfruta de 21.000 euros anuales para sus desplazamientos, mientras los realiza en el coche oficial y con el chófer oficial; como hacen otros también, por supuesto. Y no hay denuncias, quizá porque todos o la mayoría tengan algo que tapar. Que Gobierno nos ha tocado y que oposición tan blandita.
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Zapatero, parece ser, tiene cientos de asesores. ¿De qué le asesorarán y cómo lo hacen tan mal vistos los resultados?. A pesar de todo, asesorado por alguien quizá, él insiste en que debe ir a la cumbre de EE.UU. porque necesitan allí una voz progresista. Y el resto del mundo sin enterse.
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¡Qué gente, qué gentecilla, qué gentuza!

sábado, 25 de octubre de 2008

¿UN LOCO?

Uno habla, uno escribe y, tantas veces se confunde y cae en los lapsus, linguae o calami, de la lengua o de la pluma, aunque yo los calificaría de la mente ya que la lengua o la pluma son únicamente sus instrumentos. Yo caigo en los dos; pero uno, cuando ocurre los denomina sólo lapsus y se queda tan contento. Lo malo es cuando esos lapsus se repiten a menudo y es cuando la sospecha surge y se piensa que se va abriendo el hueco absorbente del mundo flotante de la inconsciencia, un mundo triste o alegre, quizá según el carácter de cada cual o según con que pie se entre en él. Pero en definitiva, eso sí, un mundo particular que nadie entiende y lo que es peor ni el propio protagonista que, por supuesto, ni pretende comprenderlo muchas veces, sólo se recrea en él o lo sufre.

Mi poeta tan cercano utilizó una composición siguiendo las normas de la métrica que aprendió en el colegio para tratar de ese ámbito de la inconsciencia al que se llega cuando el viaje se prolonga más de la cuenta, más de lo programado para cada cual. Lo tituló "Ensoñaciones seniles" con lo que pretende aceptar como válido el confuso espacio por el que deambulan los pensamientos que se escapan de los controles establecidos. Dice así¨:


La mente flota ya libre
sin frenos condicionantes,
más auténtica que antes,
sin argumentos plausibles,
sueltos los cables y mimbres
incapaces ya de tejer,
de fijar y de pretender
una idea aceptable
para el mundo respetable
que sólo oye lo que ve.

"Que sólo oye lo que ve", termina y aquí está, seguramente, la limitación de las personas que se consideran normales, los que están con los pies en el suelo, los que sólo llaman al pan pan y al vino vino y no se asoman por encima del límite de la normalidad para ver otros mundos. Porque hay otros mundos u otros espacios, el de los sueños por ejemplo en los que la mente, desprendida de las bridas que la controlan deambula libremente o lo parece. O sin ir más lejos, el de la imaginación cuando sin tabúes ni cortapisas se eleva hasta un mundo abstracto quizá, sin formas reconocibles que conduce hacia la libertad total.

Lo malo de esto es que algunos de esos viajes se convierta en un viaje sin retorno y se quede uno como un astronauta muy especial, perdido en el pensamiento.
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--Oiga, que tonterías escribe usted.

--Tiene razón y lo malo es que no puedo decir que sólo fue un lapsus linguae o del otro, es demasiado prolongado esto para considerarlo un lapsus. ¡Ay madre!

viernes, 24 de octubre de 2008

EL PESO DE LA HISTORIA

Un cardenal enjoyado y orondo entre dos poderosos políticos
durante una comida de gala, ha escandalizado
a muchos al recordar la sencillez de Belén.
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Creo que a la Iglesia se le subió Roma a la cabeza. Era la Roma de los emperadores dueños del mundo, decadentes ya y, por ello, más dados a los brillos y oropeles en la que creció aquella Iglesia primitiva oculta al principio en las oscuras catacumbas, pero que con el tiempo, pasito a pasito, se hizo dueña y señora de todo. Y construyó la Roma que ahora admiramos con pasmo ante tanta grandiosidad.

¿Pero acrecienta nuestra fe tanta belleza y riqueza? Quizá no o al menos no tanto, por ejemplo, como la iglesita románica tan humilde, guardadora de siglos también que, escondida en un alejado paisaje nos sorprende de pronto y nos invita al recogimiento y la meditación, y al agradecimiento también por acercarnos a Dios de foma tan auténtica y profunda.

Pero es que esa Iglesia, la de Roma, soporta el peso de tanta historia que apenas puede con ella. O, al menos, no acierta sacudirse -¡qué difícil!- su influjo y recuerdo para, con sólo el Evangelio, seguir su camino.

Ahora sí esgrime el Evangelio, pero para muchos, en algunos aspectos le puede el oropel. Un oropel sostenido por el arte más elevado que debe, por otro lado, custodiar y preservar.

Ante tanto brillo, ante tanta magnificencia, el genio de un genio sí supo transmitirnos todo el fundamento de la fe. Pero lo consiguió desde la sencillez y la verdad. Ese genio, Buenarrotti, Miguel Angel, supo alejarse, al menos entonces, de tanta grandiosidad inventada -por él mismo en gran parte- y recogido en sí mismo seguramente, aceptando sólo lo esencial, nos brindó una Piedad compendio de todas las emociones y, desde la elementalidad de los sentimientos más humanos, transmitirnos el dolor callado de una Dolorosa que con el cuerpo inerte de su Hijo nos resume, en un momento, toda la Gran Verdad.

Pero no todos son Miguel Angel. No lo son esos que se se siguen calificando Príncipes de la Iglesia y que, sin duda, dando de lado al Pesebre inicial, quieren seguir siendo (o no saben como evitarlo) parte de toda la gradiosidad de la Roma renacentista en la que han quedado, vemos, atrapados todavía.

Es lamentable y humano ese comportamiento. Lutero fue el primer disidente, un disidente rudo y terco que, al menos, entre otras actitudes condenables, supo valorar el Evangelio y su disidencia sirvió para que Roma volviera a fijarse más en lo esencial. Erasmo, de forma más aceptable y conciliadora, también coadyuvó a seguir ese camino y aunque en su tiempo no fue aceptado, su esfuerzo, más tarde, dio sus frutos.

Nosotros ahora sabedores de una hisoria tan larga y comprendiéndola, seguimos haciendo historia y al hacerla, si acertamos, iremos venciendo tantas incongruencias. Porque los cristianos de a pie así lo demandan. Con el esfuerzo de todos -es nuestra obligación- conseguiremos sacudirnos tantas rémoras que vienen de un pasado ya superado gracias a Dios.

miércoles, 22 de octubre de 2008

LO QUE VA DE AYER A HOY

A Fernando, un sobrino muy alto que tengo,
le dedico este suceso que muy bien le puede
ocurrir a cualquiera.

Atravesaba yo el otro día, en coche, la ciudad, la mía, Santander, entonces dormida y lluviosa -aún faltaban dos largas horas para que el sol intentara vencer la densa opacidad de los negros nubarrones que cubrían- cuando mi inoportuno automóvil me dejó tirado en la curva de La Magdalena ante la mirada inalterable de José del Río que, desde su estatua de bronce poco podía hacer en mi ayuda, a pesar de la proverbial amabilidad que en vida cracterizó al autor de "Las hijas del capitán".

Más aún, los denuestos airados y las lamentaciones casi lacrimosas que lancé, parecían rodar inadvertidas hasta el oscuro mar que habitaba en solitario, El Camello de dura roca que allá, tan abajo casi se adivinaba y que tampoco parecía hacerme el menor caso. Con ello, la soledad del momento y el porvenir bajo la copiosa lluvia, cuando ya el sueño se había convertido de molestia en amenaza que me dominaba casi por completo, parecía aún más negro que aquella noche tan negra. Pero hete aquí que, de pronto, como un ángel protector apareció la figura imponente y hercúlea de un apuesto policía municipal jinete en una poderosa motocicleta y cubierto con su casco reglamentario que le daba la presencia de un recién llegado de esas lejanías que se suponen de los espacios siderales. Su sonrisa justa y su eficacia exacta me tranquilizaron al instante y casi al instante también tuve a mi disposición una grúa que se llevó al inoportuno automóvil averiado y un taxi que me acercó veloz hasta mi añorada cama, blanda y cálida, que me esperaba desde hacía horas.

Como uno ya es viejo, tiene junto algunos alifafes indeseables, la ventaja de disponer de recuerdos que sirven, según las ocasiones, para volver a vivir momentos ya vividos, "coloreando la memoria" como dijo el poeta tan cercano o simplemente, para comparar, como ocurrió en esa ocasión, lo que va de ayer a hoy mientras me arrebujaba entre las sábanas.

La memoria -prestada en esta ocasión- me llevó a un ayer lejano, al verano de 1925. Mientras Santander recibía a los Reyes, a los aristócratas y a otras personalidades de imprtancia nacional. El Sardinero billaba, más o menos, como ahora brilla, estallante de belleza y esplendor. El Casino, más que ahora desde luego, abría sus puertas a la alta sociedad de entonces, refinada y exquisita. Todo o casi todo alcanzaba el alto nivel que convertía a Santander en "una ciudad de verano" de rango y, sin embargo, en medio de tanta elegancia y distinción -y aquí el contraste entre ayer y hoy- los guardias urbanos de entonces, los que tendrían que guardar, atender y proteger a los ciudadanos, como me protegió y ayudó el "angel" motorizado de aquella noche, no eran más que unos pobres representantes dela autoridad, vestidos con uniformes remendados y con un palo que ellos mismos se procuraban como principal defensa. No es exageración. Un cronista de entonces hizo la denuncia en uno de los periódicos del momento, "La Atalaya" que precisamente, dirigía José del Río, el testigo mudo desde su broncineo monumento en la entrada de La Magdalena, de mi percance nocturno con el automóvil: "Mugre y sietes a porrillo condecoran a los agentes municipales", decía la crónica y, luego, personificando en uno en especial de los 126 guardias con que contaba el Municipio, exactamente el que ostentaba el número 85, añadía: "Llevaba la gorra el buen agente de la autoridad que parecía embadurnada con el aceite de cien ballenas. Y ¡qué capa! Descolorida, grasona, descosida, llena de sietes y con un remiendo sobre el omóplato derecho que era el único pedazo limpio..."

Estos guardias tan pobremete vestidos, no sólo trataban de imponer su escasa autoridad, sin conseguirlo muchas veces, a los ciudadanos de entonces, sino que también, de esa guisa trajeados, servían para custodiar a los personajes del Ayuntamiento en los actos públicos y hasta a las personalidades más encumbradas como fue el caso, nada menos, del presidente del Directorio, don Miguel Primpo de Rivera que en un día soleado de agosto paseó, así escoltado, por la terraza del Sardinero, mientras la Familia Real, nada menos, se bañaba en la Primera Playa.

¡Tan altos dignatarios pretegidos por tan pobres representantes de la autoridad!. Eran los años veintitantos. Han pasado 83 años, Santander sigue luciendo sus encantos de siempre, pero ahora es capaz de ofrecer la ayuda eficaz de un cuerpo de policía en tantas cosas modélico, no ya, como es lógico, sólo a los empingorotados personajes, sino también a un humilde ciudadano perdido en la noche. Eso es civilización y eso es el progreso con la técnica, como debe de ser, a su servicio.

domingo, 19 de octubre de 2008

LA PÉRDIDA DE ESPAÑA Y SUS CONSECUENCIAS

Trataba yo el otro día de las glorias y hazañas -militares sobre todo- de nuestra España, allá en los tiempos en que los siglos se llamaban de oro. Pero hay más que recordar si tratamos de nuestras grandezas y éxitos y es, precisamente, recordar el fundamento y sostén de todas ellas, el pensamiento que nos marcó la trayectoria de nuestra historia y el talante con que actuamos.

Hay que remontarse a siglos atrás y llegar hasta los tiempos de la "pérdida de España" como se consideró entonces -y ahora por supuesto- a la invasión y dominio musulmán.

En medio del desastre sufrido y como una consecuencia de él, surgió un tipo de vida que llevó en los reinos cristianos reconquistadores a un concepto de lo social más moderno y adelantado que en el resto de Europa. ¿Cuál fue la causa? Su situación fronteriza en la que hacían falta brazos que empuñaran las armas, los de todo el pueblo sin distingos ni superioridades y, como consecuencia, la imposibilidad del señorío exigente de pechos y exagerados vasallajes. Hasta tal punto fue así que incluso en los territorios de los que se iban alejando las fronteras por los avances cristianos, los señores nunca fueron feudales como en el resto de Europa, sino que se cuidaban bien de que su pueblo no prefiriera la mayor liberalidad de las fronteras a pesar de sus peligros.

Esto nos llevó a que fuera en España donde comenzara a acrecentarse el principio de la libertad, tanto personal como política y como una respuesta a esto donde apareciera la primera especie de código en que se tomaran en cuenta los deberes y también los derechos de todos. Me refiero a Las Partidas del rey Alfonso el Sabio.

Con ello se desembocó en un siglo XV en que los Vitorias y los Sotos y hasta Las Casas brillaran gracias a la libertad política existente y a que se diferenciara, porque finiquitaba el concepto teocrático, lo natural de lo sobrenatural. Hasta tal punto fue así que el Padre Las Casas pudo publicar en la misma Sevilla sus verdades y sus exageraciones de su "Brevísima relación de la destrucción de las Indias". Y como otro fruto sorprendente para la época, la aparición de las Leyes de Indias, en donde los derechos del hombre se reconocen sin hacer diferencias con los pueblos primitivos.

Así fue la España de entonces, cuando el sol no se ponía en sus dominios, todo obra del pueblo que acostumbrado a la vida frinteriza de la Reconquista, siguió por esos mundos de Dios ampliándolas.

Se ha dicho algo así como que en España lo que no hace el pueblo se queda sin hacer. Y en esas épocas el pueblo cumplió y bien que lo hizo. Y nosotros nos enorgullecemos con ello.

sábado, 18 de octubre de 2008

LA GARCETA

Al decir garzón podemos referirnos simplemente a un joven, a un mancebo, incluso a un ave ciconiforme, especie de garceta según explica el diccionario. Pero no, ahora queremos fijarnos sólo en un juez que no es un juez cualquiera sino un juez de altos vuelos, quizá como el ave ciconiforme citada. Porque ese juez pretendió, superados digo yo, los diarios problemas de casa, atrapar para darle su merecido al dictador Pinochet, el chileno ese protegido por Margaret para los amigos, la inglesa más conocida por la "Dama de hierro". No lo consiguió claro, como tampoco capturar a otros delincuentes políticos esparcidos por las lejanías de esos mundos de Dios.

Por eso ahora, ante tanto fracaso, reflexionando, se centra en lo de aquí y pide, porque hay que alejar todo posible peligro, el certificado de defunción de otro dictador más nuestro, de Franco. No vaya a ser que no esté muerto como dicen y aparezca por cualquier rincón y nos ponga firmes de nuevo para cantar "Prietas las filas".

A mi eso de cantar no me importa, yo me sé muy bien todas esas canciones, las de los dos bandos: "Si supieran los curas y frailes la paliza que les vamos a dar...", muy elevada ésta como ven. O "Prietas las filas, recias, marciales, nuestra escuadras van, cara la mañana que nos promete Patria, justicia y pan..." Pan sólo eso sí y ya saben, pan con pan comida de tontos. De tan tontos como nos vamos a volver todos si seguimos por ese camino que nos trae la garzonada, que también pretende saber si hay por ahí algún falangista al que endilgar alguna acusación de muertes y otras atrocidades. Con lo fácil que lo tiene para entretenerse con lo de Paracuellos, donde los muertos contabilizados se cuentan por miles y de los que podría dar cuenta y razón alguno que no es que pasara por ahí, sino que estaba aposentado en un buen sillón en aquellos trágicos días y, al menos, algún grito de terror le llegaría, digo yo.

Pero Garzón va a lo suyo, a lo que le gusta, a lo que le mola como dicen los garzones actuales, es decir, los jóvenes del momento. Quiere contabilizar una por una todas las atrocidades, que no son pocas, que cometieron los insurrectos. Las de los otros que tampoco son pocas, no cuentan. Las de los curas sacrificados ahora que el Papa pretenden santificar a otros cuantos cientos más, no tiene importancia; los numerosos "paseos" que acababan con un tiro en el corazón frente a cualquier tapia del camino, tampoco; los muertos en "El barco", cárcel improvisada en el centro de la bahía de mi tierra, tampoco. Esos no cuentan porque esos asesinatos se ejecutaron en los feudos regidos por los partidos de izquierdas encuadrados dentro del Frente Popular.

Po todo ello, llega el momento de pedir respeto, seriedad y equilibrio, porque lejos de nosotros ya gracias a Dios, la "dialéctica de los puños" no nos lleven ahora con todas esas elucubraciones innecesarias y superadas, a resucitar la dialéctica del odio, de las dos Españas.

Vivamos en paz y dejemos al pasado, tan triste, a la Historia para ser estudiada sin parcialidad alguna y para aprender de ella.

Llegado a este punto y dicho lo dicho, yo, ahora, para olvidar tanta insensated, me alejo más aún de Garzón el juez y, en su otra acepción, me deleito con el garzón ave que, por lo visto es de un blanco puro y luce un largo penacho en la cabeza. Una preciosidad, qué diferencia.

sábado, 11 de octubre de 2008

SOBRE LAS DECADENCIAS

Desde la infinitud del mar, tan cercano sin embargo, llegan afirmaciones sobre el fin de los imperios y sus decadencias. Afirmaciones incontestables que llegan acompañadas de la enumeración de sus causas que bien pueden encontrarse, efectivamente, como apunta, en nuestra Europa, madre de tantas cosas, incapaz ahora de mantenerse con firmeza al negarse a si misma y a lo que fue su historia.

Con todo ello, esa voz que traen las olas de su mar, se adelanta por escaso tiempo y coincide en lo esencial con las consideraciones, más apocalípticas sin duda, lanzadas a los cuatro vientos del último sínodo de obispos por el Papa Benedicto XVI. Adelantarse para coincidir con el Sumo Pontífice, con el puente que nos lleva a lo esencial, tiene su aquel.

El caso es que esas acertadas consideraciones basadas en lo que la Historia nos enseña, me llevó a mí a pensar en otras decadencias menos graves sin duda porque no acabaron con el aleteo de la existencia y por ello se quedaron sólo en una mera postración recuperable. Tal, por ejemplo, el caso de la España imperial que tanto brilló con su Siglo de Oro, broche fantástico de tanta grandeza. Fue éste, el de España, un caso de cansancio, de agotamiento, no de envilecimiento. De unos hombres, los españoles de entonces que como Nietzsche dijo y yo recogía hace poco, "quisieron ser demasiado". Quisieron ser y lo fueron sin duda apostillo yo como tan claramente nos muestra la Historia.

Fue, sí, un caso de agotamiento. En Rocroi, allá en las Ardenas francesas, la extraordinaria, heróica resistencia de nuestros Tercios, de nuestra infantería victoriosa siempre hasta entonces, mostró ese agotamiento que desde esa mitad del XVII se haría más ostensible. Esta es la explicación: En Europa, había presencia hispana desde el Báltico al Tirreno; en América, en la mayor parte de ella desde el Atlántico al Pacífico, y en el otro extremo del mundo, en los mares de la China meridional, en el Cinturón de Fuego del Pacífico con las más de 7.000 islas filipinas. Incluso alargando la mirada, surge también nuestra presencia que deja, con el bautismo, su huella sonora y perdurable en Velez y Australia, entre otros remotos lugares.

España con todo esto, más el esfuerzo voluntario de la Contrarreforma, fue decayendo, aunque con tal dignidad que aún tuvo un siglo XVIII activo y maestro en muchas cosas, del que con tiempo y paciencia, aun podemos tratar en otra ocasión.

¿Qué queda de todo esto, descansados ya de tanto ajetro? Visto con los ojos y con el talante de ahora poco para la mayoría. Para los que más hablan, España es una nación a corregir. Su andadura histórica una equivocación. Nuestras glorias, el resultado de nuestra intransigencia. A cambio sólo se ofrece - y esto sí es muestra de la decandencia señalada- la duda que trae el relativismo que invade el mundo y sobre todo Europa. El relativismo que se apoya en la técnica que se juzga omnipotente, pero que conduce a anular todo esfuerzo positivo, al menos en el mundo de las ideas que es el motor del verdadero progreso.

España, pues, se está preparando para que quizá en este siglo, forme parte destacada de una Europa anodina, impersonal y disforme que parece que pueda abrir la puerta a la profecía vaticana y a los peligros que tan contundentemente señalaban las olas de ese mar tan amplio.

Ojalá nos equivoquemos todos. Pero digo una cosa, si dicen que la verdad nos hace libres, yo digo que la verdad de todo esto de ahora me entristece.

jueves, 9 de octubre de 2008

AYUDAR AL NECESITADO

Qué rojos hay ahora más extraños. El mayor de todos Llamazares, el indeciso, "me afeito o me dejo la barba", se va porque fracasó y deja a Izquierda Unida en la UVI política. Eso si, a pesar de reconocer su fracaso político, conservará su puesto en las Cortes, porque de algo hay que comer.


El otro rojo importante con que contamos, el autodefinido así, es un rojo un tanto traidorzuelo con la causa de su pueblo, porque en vez de acabar con los bancos como haría un rojo que se precie, se reune con ellos, los recibe con su más amplia sonrisa y les ofrece dinero echando mano del que le confía la gente, la masa social esa que dice proteger, pero a la que sólo zarandea y atenaza tantas veces.


Rojo, pero con el manto azul inmaculada de la bondad o con el verde esperanza de no sé qué.


Dicho esto, sin embargo, ese rojo así autodefinido, ha hecho lo que solo probablemente se puede hacer e imitanto a sus semejantes del extranjero, ofrece dinero a los ricos banqueros para que resistan y también, por su parte, aprovecha la ocasión y da casi con la puerta en las narices al PP después de invitarle a tratar juntos sobre la mejor manera de soportar y salir de la crisis.


Rajoy ya poco puede aportar en este sentido, si acaso exigir la fiscalización necesaria para que los bancos que reciban esos fondos de la "pobre" gente, no los utilicen en la especulación sino en la producción, en lo que se denomina economía productiva.


Tampoco estaría mal que a partir de este susto que sufrimos, este Gobierno y, quizá, los demás del ancho mundo, reglamenten convenientemente y ejerzan el adecuado y necesario control de las entidades bancarias en el ejercicio de su libertad de actuación. Tal como por ejemplo, se regula la libre circulación por las carreteras, con una Guardia Civil vigilante y decisiva contra los infractores. Así, quizá, se haga posible que el desbarajuste económico que ahora sufrimos, no se repita.


--Que iluso es Vd., oiga.

--Puede que sí, pero yo ahora sólo estoy pendiente de que nuestro rojo ese, el autodefinido víctima de la derechona tan facha, después de ayudar a los bancos e inmerso como está en el sistema capitalista este tan injusto, se ocupe de lo suyo, de lo único que ofrecen ahora los solcialistas como novedad, es decir, de aumentar los abortos, establecer la eutanasia como debe de ser, implantar legalmente el suicidio asistido (¿por qué no el suicidio sin ayuda? y desenterrar los cadáveres que haya por esas cunetas de Dios. En esto último puede ayudarle el juez ese que tanto se ocupa de enmendar los entuertos (sin conseguirlo) que surgen por esos mundos, lo que es un consuelo.

sábado, 4 de octubre de 2008

LA BANCA MENDICANTE

Los bancos se tambalean, algunos al menos. Los bancos que han ido llenando sus arcas a costa de los indefensos mortales que deambulan por este mundo donde, entre otras incuestionables verdades, aparece clarísima la del que el pez grande se come al chico. Y ellos, los bancos, con toda clase de artimañas se han convertido en los peces más grandes. Y ahora, empachados, quizá notan los efectos de sus exageraciones, de su glotonería insaciable. Por lo que necesitan o necesitarán probablemente por desgracia, ayuda para sobrevivir y continuar manteniendo en pie el artificio creado en el que todos hacemos equilibrios para, al menos, seguir palpitando.

Pues habrá que hacerlo, habrá que ayudarlos, echar una mano a esos peces tan gordos, depredadores como pocos. ¿Quien lo hará, el Estado con el dinero de los contribuyentes, es decir, de los peces más pequeños, sus víctimas indefensas?. No parece justo.

Pero es que si no se hace, se derrumba el tinglado este en el que nos sostenemos y ¿a donde vamos? ¿Qué otro tinglado nos inventamos?

Existe otra fórmula, la de acabar con todas las libertades y convertir al Estado un deforme e incapaz gigantón que controle todo. Es decir, caminar hacia el socialismo tan fracasado siempre.

La experiencia nos dice que no debe ser ese el camino a seguir. Quizá como alguien ha apuntado aquí cerca, lo conveniente sea brindar a las tambaleantes entidades bancarias la ayuda estatal, única posible, pero en unas condiciones que podemos llamar condiciones bancarias, las mismas que ellos han impuesto en sus préstamos al ciudadano necesitado; necesitado, pero siempre con garantías suficientes.

Y habrá una ganancia que debería beneficiar al contribuyente convertido, de esta forma, a través del Estado, en prestamista ocasional.

Así, superado el problema, todo volvería a la normalidad establecida, a esta normalidad quizá la única viable que hemos vivido desde que el liberalismo surgió y la implantó; pero que al hacerse exagerado ese sentido liberal/capitalista, llega a a poner más en evidencia una "ley de la selva" solapada con sonrisas y buenos modales, inevitable acaso por ser la ley que impone la Naturaleza para sobrevivir. Para que sobrevivan los más fuertes que es lo que importa para conseguir la supervivencia de las especies. ¡Qué le vamos a hacer!

martes, 30 de septiembre de 2008

A VUELTAS CON LA LIBERTAD

Cuando uno se pone a escribir y no sabe de qué, se pone a pensar, lo que de ningún modo es tarea despreciable, aunque la importancia de tal decisión dependa del caletre del pensador. Cuando ese caletre es de alguna importancia y se piensa en algo que no sea práctico, puede adentrarse uno en el amplio terreno de la filosofía que, precisamente, se ha tachado de la ciencia más inútil de todas las ciencias, aunque sea la más elevada. Para aceptar esta afirmación no hay más que fijarse en cualquier otra ciencia, la física, por ejemplo, la médica, la química y tantas otras de las que se sacan consecuencias prácticas, tangibles, notorias, hasta salvadoras. Con la filosofía únicamente tratamos de conocer aquello que es cognoscible. Luego, naturalmente los filósofos se recrean con el conocimiento de la esencia de las cosas y la interpretan de diversas maneras, pero de ahí no surge ningún resultado práctico, utilizable. Las cosas siguen siendo como eran independientemente de su interpretación.

Normalmente siempre decimos que la filosofía nació en Grecia. Nos solemos olvidar del Oriente, China, la India, acaso Egipto. Nosotros con el trío famosos de Platón, Aristóteles y Sócrates nos arreglamos para empezar, porque en realidad nos lo han contado todo y de una forma bastante comprensible. Luego los demás, ya en tiempos más cercanos, Bacon, Descartes, Locke, Hume, Fichte, Hegel, Kant, etc. nos complicaron las cosas y lo fácil se fue enrevesando hasta hacerlo demasiado espeso para considerarlo a la ligera. Alguien dijo que las páginas y más páginas de la filosofía alemana, podrían resumirse en una cuartilla. Pero no lo hicieron.

A pesar de todo lo dicho, hubo un filósofo, Séneca, español por más señas que sí me interesó y fue, sobre todo, cuando empecé a preocuparme por la libertad considerada como una aspiración personal. Aspiración o ilusión que son , digamos de pasada, dos conceptos difíciles de desentrañar que conviene dejar aparcados al menos de momento y echar mano únicamente de ese deseo de libertad citado que, por otro lado, tampoco nos permite adentrarnos en él fácilmente, porque vamos a ver ¿cómo uno puede sentirse libre ante los fenómenos de la Naturaleza?. Kant ya decía que frente a ella la libertad desaparece incluso como simple aspiración, igual añado yo, que frente a la misma sociedad, esa en la que estamos inmersos que incluso posee recursos para obligar e impedir que en algo de lo establecido nos salgamos del tiesto. Por tanto, saco en consecuencia, así a bote pronto que la libertad o una porción mayor o menor de ella, solo la conseguiremos haciendo caso a nuestro Séneca: se es libre si nos atenemos únicamente a lo que "está en nuestra mano" que a veces por desgracia es bastante poco. Y ahora con eso de la crisis será menos.

(De "Escritos de anteayer")

domingo, 21 de septiembre de 2008

EL INVESTIGADOR Y SUS FUENTES

Ya sé que Mario Crespo López es un gran escritor, un gran periodista y que ha sido premiado por ello. Lo sé por internet, ese gran chivato que tantas cosas nos desvela. Yo traté de localizarle cuando estuve en Santander y compré su documentada obra "Cántabros del siglo XIX - semblanzas biográficas", pero fue inútil, incomprensiblemente nadie me supo dar razón de él.

Traté de localizarle porque en esa obra que cito, dedica un capítulo a Anselmo de la Portilla, un periodista y buen patriota montañés de ese siglo citado. Cuenta de él muchas cosas interesantes y algunas que me sorprende que conozca sin haber leído la biografía que yo escribí sobre Portilla que creo que fue la primera en aparecer en España.

En realidad imagino que no la leyó porque en la amplia bibliografía que insertó Crespo en su libro, no figura la fuente de esos datos que sólo yo conozco y poseo y que publiqué en el estudio que hice por encargo de Ignacio Aguilera para la acreditada colección de Escritores y Artistas Montañeses que él, con tanto éxito, dirigía.

Hacía la mili yo entonces y en los ratos libres, en la Biblioteca Nacional, fui investigando sobre Portilla y con eso y con las cartas familiares que conseguí, pude completar la selección y estudio que me honré en firmar y que tan buena acogida tuvo entonces por parte de la crítica tanto periodística como radiofónica; alguna de ella que tanto me enorgullece, como la de José del Río, el marino, poeta del mar y gran periodista, aparecida en su columna del diario madrileño "Informaciones". O la de Leopoldo Rodríguez Alcalde, el gran Polín, en el capítulo que nos dedica en su "Retablo Biográfico de Montañeses Ilustres". E incluso, sorprendentemente, en tiempos muy cercanos, en entrevistas en Radio Santaner o en TV, en Telecabarga.

En resumidas cuentas, todo esto lo destaco con el fin de que Mario Crespo, si leyera esto, me indicara la fuente de que se valió para conocer los detalles de la vida de Portilla que sólo yo poseo. Me gustaría saber si hubo alguien más que los recogiera y de los que te serviste, con objeto de poder cerrar yo también, por mi parte, este capítulo dedicado a tan ilustre personaje.

lunes, 15 de septiembre de 2008

ACLARACIONES NO SOLICITADAS

Del artículo del otro día, "Mis memorias históricas" recreado en esta misma roca de La Horadada, no he tenido, al menos hasta ahora, ningún comentario ni siquiera de mi anónimo ¿amigo? que casi acertó a definirme el otro día. Pero si me han llegado como rumores que por lo que deduzco provienen de miopes de la política, tanto de los situados a babor como a estribor, pues en las dos bandas del barco este en que navegamos, existen miopes de la política como digo, mal intencionados también y hasta tozudos.

Así, de los de estribor, aclarándolo para los mesetarios, de los calificados de derechas, pero de entre ellos los más exagerados, de los que casi caen por la borda, los hay que arremeten contra mi porque en ese artículo del otro día al que me refiero, trato con dureza a ese gobierno dictatorial que nos obligaba, "prietas las filas" a marchar por la ruta imperial, camino ya según sabemos, impracticable desde 1898.

Esto por una banda, por la otra, la de babor, es decir, la de la izquierda según emproamos, también se disgustan porque no aceptan que sus compinches del Gobierno o del partido, se vean tachados de fúnebres, casi cuervos, que se recrean con la política fomentadora de la muerte. "Es que eso es la libertad", parece que dicen.

Pero ¿qué querran qué diga los de ambos lados? Esto es lo que hay y eso es lo hubo. Antes se creaban ideales utópicos para tener sujetos a todos e ilusionados, lo que con los más pequeños a veces se conseguía. Ahora se trata de acabar con toda clase de espiritualidad como algo que atenta contra la libertad y se fomenta un positivismo inhumano, con lo que la posibilidad de crear alguna ilusión se torna imposible. Se forma una sociedad triste.

Dicho esto y olvidando el pasado porque ya pasó y no hay quien lo cambie ni siquiera los separatistas con sus mentiras, conviene recordar a los de ahora que los pueblos necesitan héroes, mitos incluso en los recrearse y afianzarse. Se ha dicho que si no existieran esos héroes ni esos mitos habría que inventarlos. Aunque, añado yo, sin exagerar como ocurrió en el régimen anterior. Tampoco, desde luego, acabar con ellos, con los verdaderos, como hace el régimen actual, auténtico exterminador de ilusiones.

viernes, 12 de septiembre de 2008

MI MEMORIA HISTÓRICA

Yo nací como todos los niños de mi época, cuando llegué. En esto tuve bastante ventaja con los de ahora que llegan cuando les dejan, cuando no impiden la progresión del embarazo, forma eufemística de decir cuando no los deshacen, triturándolos a los pobres.

Uno llegaba y aún llegan ahora los que llegan, a un mundo desconocido que los recibe con sus pros y sus contras, a las que el niño debe acostumbrarse y asimilar. Por eso somos en gran parte producto del ambiente en que hemos vivido. Yo comencé oyendo gritos de viva la república, vociferando unas sigles, UHP y CNT, sabiendo de curas que se disfrazaban y de comisarios políticos mal encarados y al parecer temibles. Y más tarde también oía el estruendo de bombas y más bombas que caían tan cercanas.

Luego, comencé a comprender algunas cosas y a valorarlas. En realidad, políticamente ese momento de contacto inicial era fácil de entender. Había una sola voz que dictaba las normas, como ahora que también se dictan las normas con imperio, aunque se permita alzar otras voces que no consiguen nada.

Independientemente de esa voz lejana y autoritaria eso sí, el ambiente en que fui creciendo se veía animado con unas "banderas al viento" y cinco rosas que florecían al parecer sin espinas, mientras "cara al sol" (guiñando lo ojos me imagino) gritábamos "Arriba España" ( que no es mal grito, pienso ahora al considerar lo que vivimos) y marchábamos "por el imperio hacia Dios" que era un buen destino verdaderamentre.

Había, según oía, muchos enemigos malvados que acechaban, eran los masones y los comunistas, claro. También el sionismo internacional tenía algo que hacer en esos peligros amenazantes.

Fuera de eso todo eran sonrisas y alegrías con las "montañas nevadas" y "el alma tranquila" que facilitaba que hasta "las estrellas llegara mi fe". Y mientras tanto seguiamos caminando "prietas las filas cara al mañana que nos ofrece patria, justicia y pan", lo que era suficiente para que el niño se formara erguido, sonriente y confiado.

Eso era mi mundo, el que me encontré sin yo elegirlo. El de la dictadura interminable por la que tanto tardamos en coger el tren de la modernidad.

Y ya estamos montados en él. Con un maquinista, eso sí, que deja mucho que desear y que de forma tan autoritaria también nos impone la doctrina del actual Movimiento del Retroceso. Si el de antes, el calificado de Nacional nos inmovilizó durante tanto tiempo, este movimiento con sólo marcha atrás ¿donde llevará a los niños de hoy?. Quizá a aceptar la ideas como algo libarador y aceptable que se esgrime al propiciar el establecimiento del suicidio asistido; quizá también a aceptar como algo beneficioso el deshacer niños posibles y acabar con ancianos achacosos y costosos para la Sanidad Nacional. También, porque lo aprenderán en la formación que impone el nuevo movimiento con sólo retroceso, a optar como una duda razonable sexualmente entre la morenita que se mueve tan cercana o el muchachote fornido que destaca un poco más allá, dos opciones que se dicen normales y que se inculca a los niños de hoy. Y si el ánimo decae y la tristeza invade al niño por cuestiones que le atenazan, no sabrá si su "alma está tranquila" como ocurría a los de mi quinta, porque no le han enseñado a considerarla ni le han fabricado siquiera, aunque sea inventado, un "imperio que le lleve hasta Dios con el que consolarse. Mas bien le han ocultado el camino para poder llegar a Él. Esto es así y que conste que no hay añoranza ni nostalgia en mi caso.

Pero esta es la verdad a la que nos ha llevado ese tren de la modernidad tan mal aprovechado y puesto en unas manos de inútiles, equivocados, no sé si malvados, pero desde luego tan perjudiciales. ¡Qué desperdicio! después de una larga dictadura, agostadas ya sus cinco rosas, llegar a caer en este Movimiento del Retroceso que propicia sobre todo la idea de la muerte inducida como gran adelanto.

martes, 9 de septiembre de 2008

¡QUÉ GOZADA CUANTOS MUERTOS!

Se acaban las vacaciones y de vuelta a lo que creiamos sólo rutina, nos encontramos con las fúnebres ideas que el zapaterismo quiere poner en práctica con objeto de tapar sus vergüenzas políticas: matar niños y viejos. Dos latas, los niños y los viejos que estorban al personal español, ese que según el desdichado e impresentable ministro de Sanidad ya está maduro hasta para aceptar como práctica laudable el suicidio asistido:

--Oiga, ¿me quiere ayudar a subir a esta barandilla que me quiero tirar por el puente abajo?.
-- Con gusto, señora, pero es que como está bastante gordita no sé si podré sólo.
--Llame a ese agente para que le ayude, por favor, es que quiero suicidarme legalmente, de forma asistida.
--Ya ya, ahora mismo.

No hay como la libertad. El cuerpo este es mío y hago con él lo que quiero se dice ahora con la sólo excepción del cuerpo del no nacido que es de su madre, la que no le parió.

¡Cómo adelantan los tiempos! Habrá que ir preocupándose de recoger estadísticamente el número de niños matados por no deseados y de los viejos no aguantados para saber con certeza el número de españoles pregresistas con que cuenta la Patria esta tan tétrica que quieren preparar el de la sonrisita esa que ahora parece expresar desprecio o lúgubre regusto y sus seguidores, tan tétricos también como se ve.

Es que esto de los muertos, parecen pensar, entretiene mucho, lo que es conveniente, por eso hay que contarlos. Pero como con los niños que se puedan matar en un año o así no da para mucho ni contando a los viejos que se dejen sacrificar, debemos comenzar a escarbar en las cunetas de todo el país para ver cuantas calaveras encontramos, pero, sobre todo, que sean de los enterrados por los franquistas, mucho cuidado, no vayamos a ocuparnos ahora con la lata esa de Paracuellos del Jarama, ni a contar los despeñados por el faro de mi tierra, Santander, ni los muertos de Madrid ni de otros lugares sin importancia, no.

Cuando sepamos cuantos son, la España de la pandereta ya casi olvidada, se va a tornar en la España trágica de verdad, no como la que describieron por intereses políticos los autores que se inventaron la Leyenda Negra. Van a ver quien es este Zapatero a la hora de amontonar cadáveres. Ni Hitler, ni Stalin ni Nerón siquiera se le podrá comparar.

sábado, 6 de septiembre de 2008

A VUELTAS CON LOS CENAGALES

Hace algún tiempo escribí sobre los cenagales, los inconvenientes, las dificultades, los terrenos pantanosos, etc., es decir, sobre los llamazares que todo esto dice el diccionario de ellos. Hoy vuelvo a hacerlo, pero en su versión de Izquierda Unida. El Llamazares de este partido, más bien repartido grupo político, en una rueda de prensa, el pasado día 5 arremetió contra el ministro de Trabajo (me olvidé de su nombre, menos mal) porque según Gaspar (así le llaman sus camaradas) "no ha hecho ni una cosa progresista ni humana".



El meollo de la cuestión no está en saber que entiende este Gaspar por progresista, ya que esta es una palabra desprestigiada y vaciada de contenido precisamente por los suyos, sino por humana, ya que si con ella no trata de referirse al hombre, a "hacerse hombre" según explican los expertos, desembocará peligrosamente en el concepto de inhumano como parece.



Veamos, Llamazares se ocupa del aborto y del nuevo enfoque que pretende el Gobierno en su afán de distraernos de otras calamidades que nos afligen y desea que la nueva ley que se promulgue sobre tan importante tema, sea "ambiciosa" y supere la actual legislación "hipócrita". Dice que "I.U. defenderá como criterios básicos , la libertad de la mujer sobre su maternidad y la protección de los profesionales", nada menos. Lo que dicho en estos momentos en que está en la báscula de la Justicia tantos casos de abortos al menos ilegales, no deja de ser una afirmación cruel y temeraria.



Este cenagoso individuo comunista defiende, según parece, la libertad de la mujer con el sacrificio de su hijo, lo que está a distancias siderales del concepto de maternidad al que alude. Entendemos que la libertad de la mujer sobre su maternidad como él dice, radica en el momento de irse o no, según desee, con el del butano de turno (antes se decía con el carbonero porque no se empleaba el butano, lo que adelantan los tiempos) o con su pareja de hecho o de derecho, pero no en destruir al resultado de una noche de juerga.



Con estas dos afirmaciones ya vamos vislumbrando lo que pretende este comunista que parece de los empleaban el acero si quiera imaginado para fabricar telones y eternizar las revoluciones al estilo de los Castros. Este demócrata de pacotilla en este tema del aborto defiende, según parece, un aborto tan libre que desatienda el derecho a la vida de los más indefensos, con lo que su concepto del término humano se disuelve hasta despojarse de toda humanidad y convertirse en inhumano, es decir en cruel, inclemente, malo, fiero, bruto, violento, monstruo, insensible, inculto, atroz que todos estos y más que me callo por aburrimiento son términos análogos. Abreviando un auténtico cenagal este Llmazares

viernes, 5 de septiembre de 2008

EL BATIBURRILLO NACIONAL (y II)

Batiburrillo es, según el diccionario, mezcla heterogénea de cosas, también mezcla de cosas inconexas, es decir, dicho prontro, de lío. Esto es lo que se observa aquí en España entre algunos influyentes "prohombres" de la cultura y del ala izquierdista de la política. Se trata de gentes que se sienten rompedores, contrarios a lo que constituye nuestro repertorio de ideas, hábitos y costumbres y al tratar de despojarnos de ellas, ser arman un verdadero lío con lo que acontece cada día, con su interpretación. No digamos cuando, por ejemplo, se topan con la Historia y la necesidad imperiosa, porque viene al caso, de interpretarla.

Lo hemos visto con la conmemoración del 2 de Mayo ahora que se han cumplido los 200 años de aquel levantamiento honra de nuestro pueblo porque trató de defenderse, aparte de las ideas de cada cual. Esos "prohombres" de la cultura y de la política a los que me he referido, no saben que partido tomar ante ese suceso histórico y adoptan la postura de la sonrisa circunfleja de que todo es discutible. Equiparan a las víctimas con los verdugos, al pueblo que se defiene, el suyo, con el ejército extranjero que arremete, y airea las ideas de los llamados afrancesados, los colaboracionistas.

"Es que los franceses traían las ideas avanzadas", parecen querer decir. ¿Avanzadas o sobre todo dominadoras?, se puede preguntar. Estudien a Napoleón y su trayectoria. Además deben de tener en cuenta esos nefastos "prohombres" que mueven los hilos con los que quieren confundirnos, que la Revolución Francesa fue, sobre todo, una revolución de la burguesóa más que campesina.Con ella surgió la clase media y el capitalismo, dos realidades que se dan de patadas con el concepto socialista que nos recuerdan las siglas del PSOE, partido socialista obrero español.

Pero sigamos introduciéndonos en la Historia para ridículo de esos fantoches que ignoran que con su postura ante el gran drama nacional que entonces se vivió, ellos se igualan o al menos se acercan a dos tristes personajes de aquella época, Carlos IV y su hijo Fernando VII. Ambos sucumbieron también ante Napoleón y sus ideas, uno cediendo su Reino al francés; el otro felicitándole por escrito por haber llevado al trono español a su hermano Pepe Botella: "Doy muy sionceramente, en mi nombre y de mi hermano y de mi tío, aV.M.I. y R. la enhorabuena de la satisfacción de ver instalado a su querido hermano el rey José en el trono de España..." Esto lo dijo el Deseado por el traicionado y doliente pueblo español.

Es la Historia. También lo es, claro y lo celebramos, que esa Revolución francesa acabó con el régimen señorial y de privilegios, brindó al mundo la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, lo que está muy bien y todos aplaudimos y hemos hecho nuestro. Así mismo, esa Revolución, no hay que olvidarlo, tras el asalto a la Bastilla enloqueció y enloqueció también a la guillotina que no paró y hasta cortó la cabeza a uno de sus reposables de tanto asesinato, el cruel Robespierre, menos mal.

Esto es Historia también. Y esto es a grandes rasgos lo que trajo la Revolución, lo beneficioso y todavía tan en vigor y, sin duda, lo condenable que para el pueblo español fue, sobre todo, la invasión y los sufrimientos tan bien descritos por Goya en sus famosos grabados, ante los que todo buen español no puede permanecer neutral, sean cuales sean las ideas que pasen por su cabeza.

De esta postura sin duda exigible a todo bien nacido, tenemos y tienen eos "prohombres" ignorantes que señalo, un ejemplo claro y rotundo del que se han aprovechado a medias. Me refiero al general Rafael del Riego y Núñez que fue patriota y tomó parte en la Guerra de la Independencia como buen español y también como buen español (que una cosa no quita la otra) encabezó el levantamiento en defensa de la Consitución de 1812 que trajo, al menos, el Trienio Constitucional. Claro que tanta decencia la pagó con la horca, en la plaza de la Cebada madrileña sin ir más lejos.

Luego está el Himno de Riego nacido tras la jura obligada de Fernando VII de la Constitución de 1820, apropiado y adoptado también como himno nacional por la Segunda República y que tan manchado y desacreditado quedó por la actuación de tanto republicano nocivo. Y si no, echemos de nuevo mano de la Historia que parecen ignorar u olvidar los repetidos "prohombres" de la cultura y de la política. Me refiero a estas palabras, recuérdenlas: "...Se acabaron las contemplaciones. Muy pronto habrá elecciones generales. Pues bien, yo os digo que, ganemos o perdamos en las urnas, los socialistas haremos la revolución". Este ejemplo de democracia al revés lo dio uno de los tenidos como destacado líder del socialismo español, Francisco Largo Caballero, el que se clasificó de rojo (como también hizo el actual Rodríguez setenta y tantos años después). El llamado "Lenin español", Laro Caballero, en el colmo de la admiración por el ruso de tan triste memoria. Esa revolución deseada, la intentaron uniéndose a los comunistas y creando en Frente Popular (populachero diría yo) que abrió el camino a nuestra Guerra Civil y la dictadura.

En fin, el batiburrillo nacional en el mundo sde las ideas es claro en ciertos sectores y vemos como nubla las cabezas de algunos "prohombres" que, sin comillas, se quedan tan sólo en pobres hombres que tanto daño hacen.

miércoles, 13 de agosto de 2008

LA PRESENCIA DE MANDELA

Cumplir noventa años es un record en todos los sentidos para muchas cosas, incluso para algunos árboles. Solo las tortugas, creo, lo toman como algo normal dentro de su naturaleza y, quizá, los loros que yo sepa. Pera nosotros los pobres humanos con fecha de caducidad limitada, es un gran éxito, sobre todo si esos noventa años se cumplen lúcidamente y con una sonrisa como de complacencia por el deber cumplido. Tal es el caso del admirado Nelson Mandela, el negro nacido en el Transkei, región de la costa surafricana que mira al Índico.

A Mandela le conocí casi sin verle porque seguí su trayectoria con atención. Era y es un hombre con gran atractivo personal. Desde joven se distinguía. Era, es todavá, un hombre delgado con una forma armónica de moverse y se le adivinaba entonces un cuerpo fornido como corresponde a una persona que practicaba el boxeo como aficionado. De sonrisa franca y amplia, parecía callado a pesar de su fama de buen comunicador desde joven bien reconocida.

En 1961 tuvo el primer juicio junto a otras 27 ó 30 personas acusadas de un delito de alta traición, cometido según el fiscal en 1956 aunque, afortunadamente, no se pudo probar. Pero Mandela, abogado de profesión, sí era también un activista que pretendía acabar con la dura segregación -el apartheid- a que estaba sometida la población de color. Pertenecía al ANC (African National Congress) y ayudó a fundar una organización que, en vista de lo inútil que resultaba la protesta pacífica, utilizara la violencia. Se trataba de la "Umkonto we Sizwe", La Espada de la Nación que mientras dispuso de un "liderazgo responsable" , el suyo, evitó la ola de terrorismo que luego, ya sin él. se desató de forma tan condenable y cruel.

Posteriormente cuando consiguieron condenarlo, lo que le llevó a pasar 28 años encarcelado acusado de comunista, explicó ante el Tribunal que le juzgaba que él no lo era, "aunque a menudo -dijo- ha habido una cooperación estrecha con el Partido Comunista". Pero añadió fue "meramente prueba de una meta común, en este caso acabar con la supremacía blanca", lo mismo que hicieron en su caso -explicó- Churchil y Roosvelt para acabar con Hitler, aliarse con la URSS. No estuvo mal la compación.

Su personalidad era ya entonces tan destacada que, aún encarcelado, parecía estar presente, sin embargo, no ya para los suyos, sino incluso para su carcelero, el Gobierno afrikaans. De tal manera que cuando ese Gobierno presidido por Botha, comenzó su política cosmética tratando de negar la evidencia de una dictadura racista, hubo de entrevistarse con Mandela. Y cuando ya libre comenzaron - impuestas por los poderes fácticos internacionales, una vez aniquilada la URSS- las conversaciones para la democratización, el presidente De Klerk tuvo como único interlocutor -Butelezi no contaba- a Mandela, un personaje tan reconocido, tan arrollador a la par que amable y sonriente, pero siempre exquisitamente firme en sus ideales, que fue la figura central del cambio al que De Klerk, con el mundo expectante, tuvo que doblegarse y pasar a ser él, su partido y su gente blanca, un grupo más en el mosaico de pueblos que palpita en el Sur de Africa.

Fue entonces, aquel día en que se alcanzó el acuerdo con la victoria de todos, ya al anochecer y la luna festiva al parecer también lucía en lo alto redonda y enorme, cuando se oyeron miles de voces por el amplio veld, entonando el "Nokosi sikelele Africa" el Dios Bendiga Africa y, para todos, resultó difícil contener la emoción.

miércoles, 6 de agosto de 2008

MEDITACIONES DE UN IGNORANTE ESPECTANTE

El capitalismo que nos gobierna, que nos domina ¿estará destruyéndose a sí mismo?.
La situación económica actual del mundo desarrollado ¿no está producida por el mismo capitalismo que todo lo ha confiado a las clásicas reglas del mercado y a la especulación?

Cuando la oferta desenfrenada de los bancos, ávidos de dominar monetariamente a la población entera ha ofrecido créditos baratos, excesivamente baratos, convirtiendo en deudores a una buena proporción de gentes, ¿no estarán acabando con el gran filón del que se nutrían?

Todavía, los bancos, han podido disfrutar de enormes ganancias, pero ahora que se han creido obligados a subir los tipos de interés, ¿no estarán empezando a acabar con los patrimonios de la buena gente, de la que se aprovechaban como de un botín muy atractivo?.

De ahí, como síntoma tan comentado no sólo en España, el derrumbe del mercado inmobiliario tan llamativo y tan significativo.

Luego el petróleo donde la ley de la oferta y la demanda se pone al rojo vivo en unos momentos en que la producción empieza a mermar en algunos países productores, Arabia y México, o sirve para sostener dictaduras, Irán y Venezuela. ¿Seguirá subiendo su precio o, al menos, manteniéndolo alto? Poca ayuda se puede esperar de esta fuente de energía.
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Hoy pronostican algunos un cambio de era lo que bien puede ser. Siglo nuevo, nueva era y nuevas maneras no sólo en la vestimenta tal como ocurrió en el tránsito del XIX al XX y, si bien se mira, en el paso de las demás centurias. También en la organización de la vida, de las naciones y de las gentes por derivación. Lo podemos vislumbrar ahora, incluso empezamos a sufrir ese cambio, quizá ese parto al menos en la economía y en la "filosofía" que domina a las muchedumbres, tal como lo aprecia un individuo con los años suficientes para poder comparar.
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¿Obama posible nuevo presidente de EE.UU.? Si es así puede ser el nuevo Mandela, también con su amplia sonrisa, queacabe con la discriminación e inaugure el camino que conducirá a los nuevos tiempos. El ya ha triunfado en el mundo de los blancos, en una sociedad todavía cerrada que sólo ha abierto la mano por condescendencia, como una pura anecdota. Pero la realidad tan terca permenece espectante. Obama, por sus orígenes, la conoce y con su sonrisa abre la esperanza para muchos en los nuevos tiempos acaso imparables que a los viejos pueden asustar, porque nuevos no es sinónimo de buenos.

viernes, 1 de agosto de 2008

EL BATIBURRILLO NACIONAL (I)

La Universidad Menéndez Pelayo, de Santander, está dedicada, como vemos, a ese polígrafo, historiador y filólogo que junto a la importancia grande su obra o por ella y con ella, representa, casi encabeza, a los ideólogos del tradicionalismo en nuestra patria. Por eso, la anterior directora de la Biblioteca Nacional de Madrid, de cuyo nombre no quiero ni puedo acordarme a Dios gracias, quiso quitar su estatua del gran vestíbulo de entrada a la Bibliotreca de la que Menéndez Pelayo fue director. En fin, un gesto más de la intransigencia de lo que se han denominado las dos Españas, todavía al aparecer irreconciliables, incluso en el mundo que se piensa elevado de la intelectualidad.

Ahora no sé quien gobierna, administra y dirige esa Universidad Internacional en la que precisamente yo trabajé hace más de 50 años. Pero sí me imagino como piensan al menos algunos de los que manejan el cotarro -quizá de los agradecidos al Régimen- porque en la gran exposición de grabados de Goya que esa Universidad, junto con la Autoridad Portuartia de Santander ha organizado, magnífica y muy ilustrativa, se ha colocado en lugar bien visible, un mural en el que al comentar la gran tragedia que se vivió a principioos del XIX con la invasión francesa, tan crudamente ilustrada con las escenas cruelísimas de los franceses, que asustan y emocionan, se comenta, con unas frases que quieren ser resumen y colofón, lo acontecido con la invasión napoleónica. Resultan unas frases beatíficas , humanísimas si se quiere, blandísimas y también, por ello, pusilánimes, injustas y tergiversadoras de la realidad como en tantas ocasiones ocurre ahora con este gobierno socialista de Zapatero tan destructor de las ideas y de la verdad, sin utilizar piedra ni palo de lo que son maestros.

Se dice esto en el mural que quiere ser, repetimos, resumen de aquellos tan sangrientos acontecimientos a los que se vio sometido un pueblo español engañado: "La violencia y la sinrazón. El pueblo español, el ejército francés y todos los estamentos de la sociedad: víctimas de la guerra". Pues, no. El ejército francés no fue la víctima, fue el agresor como siempre hemos sabido tan bien los españoles. Es lo mismo que pasa con esos desalmados grupos políticos vascos que se dicen patriotas y con los señoritos hipócritas del PNV que quieren, tantas veces, reunir en el mismo grupo a las víctimas de ETA con los agresores etarras caídos en manos de la Justicia.

Es la confusión sembrada también, tantas veces, por este Régimen que regala libros que se ocupan de los afrancesados y sus doctrinas, ahora que se cumplen 200 años de aquella tragedia nacional provocada por los ejércitos del país vecino que mataron y hasta torturaron al pueblo español que se defendía con tanto honor y tan heroicamente, tal como nos muestran tan "periodísticamente" y con tanta realidad, los grabados de Goya que se exhiben con el marco esplendoroso de la bahía santanderina.

Pero ahora, los del régimen, repito y algunos "intelectuales" por lo que veo, no valoran esa atitud meramente defensiva y patriótica. Se preocupan más de las ideas, y hasta las aplauden, de los que portaban las ballonetas que de enjugar la sangre, su recuerdo, de los que se defendían de los ballonetazos, es decir, de los españoles.

Por todo esto haré yo aquí también mi colofón o resumen ante tanta vergüerza: lo de ahora, aquí en nuestra España no es tragedia todavía a Dios gracias, pero sí drama, porque en los dramas se admite lo cómico junto con lo trágico y en la actualidad la mezcla, el batiburrillo que se observa puede calificarse de tragicómico, es decir de dramático.

martes, 29 de julio de 2008

SENSACIONES

Ya me he venido a mi luna de nuevo con la intención de continuar con lo prometido en algo que publiqué a los cuatro vientos de esta mi solitaria plaza de mi amable y sufrido blog que aguanta todas mis confesiones. Fue, exactamente, el 6 de junio pasado.

En aquel artículo sí me confesé un poco. En fin, continuando con la confesión, veremos qué sale de esta cuesta abajo que se me presenta y en la que me lanzo, a la carrera, con el mejor ánimo. ¿Optimista entonces? ¡Y yo que sé ahora si no he hecho más que empezar! Porque para hacer una confesión audible o legible al menos, tenemos que emplear sin remedio, las palabras, con sus limitaciones. Oigamos la queja del poeta que está aquí conmigo:

Te lo digo con palabras, no tengo otra forma,
palabras que me llegan con su significado establecido
que debo utilizar para acercarme a lo que deseo.
Pero nada es exacto, sino una mera aproximación que tu recibes e interpretas
y que a mi me deja insatisfecho.

La razón la da el mismo poeta "porque -dice- las palabras, con su rigidez, no se adaptan a la realidad del pensamiento". Así que teniendo esto en cuenta, la confesión será sólo un reflejo de lo que ocurre en el exterior de uno, casi a la vista de todo el respetable y no de lo que nació, creció y quedó atrapado, quizá, en los adentros como una amargura que nadie puede desatascar.

Pero como la vida es o se la hace -digámoslo ahora que estamos con esto de la confesión- pura exteriorización, manifestemos en voz alta lo que se nos ocurra. El poeta, mi mentor hoy, dice que aunque "solo existe el silencio que ocultan las palabras", son estas "palabras necesarias para sostener y dar vida al vacío que todo lo llena y que olvidamos para entendernos entre nosotros".

Un lío como ven en el que ahora, en verano, cuesta demasiado adentrarse. Así es que hablemos como todo el mundo aunque haya poco que decir. ¿De qué, entonces, del tiempo?. Pues sí, pero tampoco del que dice el poeta ese que nos acompaña tan tristón y tan acertado a veces, porque él lo enjuicia así:

El tiempo imperturbable
cumpliendo con su labor silencioso,
eterno, incansable,
suave y poderoso
desgasta cuanto encuentra sin reposo.

Y tiene razón, pero yo prefiero no tomarlo tan a la tremenda y entretenerme con él, ganando tiempo o perdiendo el tiempo; porque, incluso, podemos matar el tiempo y podemos dar tiempo al tiempo y hasta hacer tiempo, aunque sepamos que sólo se nos escapa.

¿Y si para evitar tantas meditaciones, aceptamos que hasta cierto punto, como ya dije en otro lugar, es una consideración esto del tiempo un tanto artificial? Los días y las noches sí son comprobables: cuando me entra el sueño, cierro los ojos y oscurece u oscurece y cierro los ojos ¡yo qué sé! y luego, más tarde me despierto y ya es de día. Pero de su medida no me fío mucho como ya señalé también en otro lugar. No me fío yo ni nadie por lo que veo. ¿Si no por qué existe el calendario gregoriano, el juliano, el lunar y hasta el maya y el republicano de los franceses?.

Quizá la única verdad entonces, es que el tiempo se nos escapa, aunque eso sí, vaya dejando su huella. Yo aquí veo una nueva, esta arruga que me atraviesa la cara, ayer no la tenía.

Y con estas sensaciones -en gran parte un refrito- más que confesiones, me despido de ustedes. La confesión prometida se la trasmitiré en otro momento más adecuado, cuando haya hecho el necesario examen de conciencia. Lo prometo.