lunes, 30 de marzo de 2009

TODO AVANTE

Desde mi Roca Horadada resulta imposible aceptar la orden de todo avante como no sea utilizando la imaginación. Aunque incluso a la imaginación le cuesta moverse si no la acompañan los vientos favorables. Y los vientos, a veces tormentosos, resultan tan contrarios que ni el más diestro de los patrones es capaz de ir avante, por lo que seguramente buscará el cobijo de un puerto hasta que la tempestad amaine.

Y otras veces con la mar en calma absorta mirándo a un cielo plácido y hasta ausente, a la imaginación, al fin y al cabo tantas veces tan sólo comparable a un patache quejumbroso que únicamente es capaz de cortas singladuras de cabotaje, le cuesta moverse mientras intenta desplegar unas velas flácidas por la ausencia de la más ligera brisa, es decir, de las más ligera idea.

--Oiga, ¿pero no le sugiere nada lo que le rodea?.

Ni lo que me rodea ni el socorrido horizonte que a veces, tantas, ahora mismo, se disfraza con una neblina que no admite contemplar nada concreto. Y en eso estamos. No queda más remedio que, como anunciaban Tip y Coll, hablar del Gobierno, eso tan cansino. Sobre todo del que sufrimos que nos ha llevado a un desbarajuste incontroaldo "de las tierras y los pueblos de España" en frase del difunto ese que el pesado de Garzón dudaba de que hubiera muerto hasta que no viera su acta de defunción.

Y así andamos, detrás de Obama como máxima aspiración de los hasta ahora tan antiyanquis.
Y con la única propuesta, como gran novedad, el aborto libre sin importar la vida del que ya palpita. Jon Juaristi, tan acertado siempre, nos describe la realidad que tanto lamentamos: "Partimos del supuesto -escribe- de que una mayoría electoral legitima a cualquier imbecil para decidir sobre cuándo y como una vida adquiere condición humana".

¿Qué más decir? Sólo cabe mantener desplegadas las velas por si la fortuna nos brinda una cierta brisa que aclare el horizonte para poner proa hacia él, hacia lo distinto.

--Oiga y si la brisa se resiste, conténtese con el partido del miércoles en Turquía...

--Gracias por recordármelo, porque si el futuro se nubla nos queda el pasado, así que contra Turquía me refugio en Lepanto que eso sí fue una gozada. Arrío las velas.

viernes, 20 de marzo de 2009

DE LA ESPAÑA CUARTEADA

Es triste, pero según se mire bien puede ser auténtico el calificativo de cuarteada dedicado a nuestra nación, al menos de la España que se quiere presentar como oficial. Esperemos que no sea así con la real. En otra época también doliente se la tachó de "esqueleto de un gigante". Fue Cadalso, el heróico y buen escritor el que acuñó la frase al referirse a la decadencia que las guerras continuas llevaron a España. Ahora ya no hay tal esqueleto porque hace mucho que el gigante desapareció. Ahora somos únicamente normalitos y es bastante.

Y dentro de esa normalidad sufrimos el problema de la crisis como todo el mundo, pero parece que más. Se oyen quejas entre otras muchas, sobre el deficit educativo español, de la falta de graduados, de gente preparada imprescindible parece, junto con otras consderaciones, para ir saliendo de la crisis esta que será para nosotros dolorosa o muy dolorosa, según explicó el gurú guía espiritual del izquierdismo y Premio Nobel, Paul Krugman. Nos aconsejaba este conocido economista "apostar por la productividad y la innovación". Y con todo ello se me vinieron a la memoria los consejos casi idénticos, aireados hace la friolera de más de doscientos años, por el juez, escritor y gran patriota, Gaspar Melchor de Jovellanos. Más educación proclamaba, porque la instrucción mejora a las naciones: "Así -dice- son ellas poderosas o débiles, felices o desgraciadas, según que son ilustradas o ignorantes". Y se lamentaba del decaimiento en que estaba sumida nuestra agricultura, entonces importante fuente de riqueza, para más adelante, cuando ya los tiempos mejoraron al haber abandonado España "las guerras extranjeras, distantes y continuas que sin interés alguno de la nación agotaron poco a poco su población y su riqueza..." es decir, cuando se abandonaron los gastos inútiles, destacar los momentos de mayor prosperidad para la población y la industria. "Se abrieron -dice textualmente- nuevas fuentes de riqueza pública".

Llegado a este punto al que nos lleva el maestro Jovellanos, el de los gastos excesivos, cabe fijarse precisamente en esta época de crisis, en la serie de gastos inútiles, sino perjudiciales, en que incurre ahora este país cuartedado en tantas autonomías, con repetición en cada región de cargos con categoría ministerial, los consejeros tan inútiles casi siempre, los asesores, cientos, los viajes multirrepetidos, las promociones en el exterior que también Krugman critica y que además reduce la representación de España como unidad con personalidad propia y definida. El coste de todo ello no se si se ha calculado con exactitud o al menos aireado. Quizá no porque no lo creen conveniente.

Los intereses particulares mandan. Unos intereses que sostienen las ideologías ya prostituídas en general por las conveniencias. Jovellanos, en esto también nos da una lección que ojalá fuera atendida por los politiquillos actuales. A Jovellanos le preocupaba el progreso y el bienestar de sus conciudadanos. Fue ministro, estuvo desterrado y cuando al producirse la invasión francesa, el rey José quiso aprovecharse de su condición de perseguido y le ofreció el Ministerio de Interior, Jovellanos, patrióticamente, se negó aceptar, uniéndose en cambio a la Junta Suprema Central enemiga de los franceses, aunque para ello tuvo que huir a Asturias, su tierra. Desde ella nos contó "...que en tanto España, flaca y amarilla/el ropaje rugado/destrenzado el cabello, y a su lado/postrados los leones de Castilla/alza las manos bellas/a los cielos, de bronce a sus querellas".

Y, ahora sabemos por la Historia que ante tanto dolor y zozobra se erguía también la dignidad que acepta el sacrificio con que acercar la victoria. Jovellanos en su "Memoria en defensa de la Junta Central" rebate a los que la consideraban ilegítima y apoya briosamente su legalidad en su "derecho a la insurrección que no se podía negar a un pueblo ultrajado e invadido". No es esta, claro está, nuestra situación actual, no estamos invadidos, pero sí divididos, con lo que no sólo se dificulta la rebeldía sino la decisión del sacrificio colectivo que lleve a la austeridad que España necesita para frenar la caída libre que nos anuncian.

Uno de los impedimentos nace en las autonomías de esta España cuarteada y del apoyo necesario en el Congreso a tanto el voto como claramente se está observando, la división, en fin, que entorpece lo que se llama la gobernabilidad, es decir, dicho en romance, la continuidad para seguir chupando del bote.

miércoles, 4 de marzo de 2009

LO RAZONABLE

Siempre he pensado que pretender adentrarse en la Teología es un atrevimiento, porque intentar la comprensión de Dios es tarea que como humanos nos viene grande. En Dios se cree si se tiene esa suerte y se le acepta. El camino es la lectura de la Biblia por parte de nostros los cristianos, lo que parece fundamental. En ella viene todo porque para el conocimiento del pueblo se escribió.

Yo, sin embargo, pertenezco a una época en la que no se facilitaba su lectura, más bien se impedía. "Eso no me lo pregunteis a mi que soy ignorante, doctores tiene la Santa Madre Iglesia que os sabrán responder", nos obligaban desde muy pequeños a contestar cuando alguien efectuaba una pregunta sobre algún tema al que no todo fiel cristiano tenía acceso que era la mayoría.

Cuando nos enterabamos en aquella España cerrada sin contacto con el exterior de que en muchos hoteles de países protestantes colocaban, como un servicio necesario más, un ejemplar de la Biblia en el cajón de las mesitas de noche, a los españoles de entonces casi nos parecía, al menos, un atrevimiento de esos luteranos tan impíos, protestantes, protestones.

A mediados del siglo XV apareció la imprenta. Antes la difusión de la lectura bíblica resultaba, por lo tanto, imposible. Después, cuando ya los ejemplares proliferaban, al menos en España y sus dominios, se dificultaba su difusión. "Doctores tiene la Santa Madre Iglesia que os sabrán responder"era también el lema. Y los doctores se guardaban para sí los hallazgos que eran capaces de obtener.

Pero felizmente los tiempos han cambiado. El Concilio Vaticano II abrió las puertas para que la razón fuera aceptada incluso en el campo de las creencias. Y ahora se pretende que hasta con la lectura de los diferentes pasajes bíblicos medite cada cual y saque las consecuencias de que sea capaz. Libertad para pensar nada menos. Los doctores de la Iglesia tienen ya menos tarea. Sus ideas pueden ser divulgadas y hasta el humilde cristiano puede tener acceso a ellas. ¿Y discrepar si llega a caso? Pues quizá sí. Ya el papa Benedicto XVI explico que el hablar ex-cátedra por su parte quedará sólo para muy escasos momentos.

Pero ahora con eso de que la razón parece adentrarse cada vez más en los todavía oscuros vericuetos de la realidad, se llega a situaciones en que el enfrentamiento con la fe se nos antoja ineludible. Yo creo, sin embargo, que es la ignorancia amalgamada con la intransigencia la que nos crea el problema en ambos sentidos. Con Galileo pasó por culpa de la Iglesia. A Miguel Servet lo quemaron vivo los duros calvinistas. Darwin y la evolución, se presenta como la negación de la Creación como obra divina. Y quizás, todo ello, sólo sea producto del vacío que encontramos entre nuestro concepto de la fé y las teorías que se van abriendo a medida que la ciencia camina y, que hay que decirlo, no siempre avanza.

Un ejemplo, fijémonos en el Génesis y en la creación. El texto bíblico con que comienza el Antiguo Testamento nos narra lo que ocurrió con la sencillez poética del que ya disfruta de su resultado, es decir, de la creación. Como el que describe el final feliz de un parto deleitándose con la criatura ya en brazos, pero olvidando los dolores y los problemas de su evolución. El primer día Dios creo...el segundo, el tercero...Mientras la ciencia que ahora se acepta, nos cuenta que hubo una explosión, el "big-bang" que dicen los ingleses, con lo que se inició todo. ¿No fue, acaso, ese el comienzo del primer día? Porque un día es también una jornada que es también un acto, incluso una temporada que no tenemos inconveniente en alargar su duración, tal la jornada veraniega, por ejemplo. Y día es también un momento y una ocasión. Así cuando decimos "el día en que se acepte"... Continuemos, el día que se acepte que esos días con que se enumera la Creación, se pueden alejar de las escuetas 24 horas que nos marca el planeta este en el que nos sontenemos, acaso podamos imaginarnos más adecuadamente los "actos" o "pasos" que nos trajo a la situación actual.

Después de la explosión, del "big.bang" vino la luz, nos dice la ciencia. Nosotros sabemos que "Dijo Dios haya luz. Y hubo luz". ¿Donde radica la diferencia?

Explica la ciencia que a medida que pasaba el tiempo, la materia se fue enfriando y la formación de nubes de átomos de gas de helio e hidrógeno permitió la formación de agrupamientos que condensándose formaron las galaxias y las estrellas, el universo, en fin. El Génesis nos lo cuenta así: "E hizo Dios la bóveda...llamó Dios a la bóveda cielo y transcurrió la tarde y la mañana del segundo día.

Y con estas comparaciones podríamos seguir y hasta tratar de conjugar otras narraciones. La del Diluvio, por ejemplo con la realidad científica que confirma el cataclismo que afectó a todo el planeta entre los años 6.000 y 5.000 a. de C. en que las aguas rebasaron su límite habitual. O fijarnos en el paso del Mar Rojo en que las aguas se separaron para permitir escapar a los israelitas de sus perseguidores. Lo que ya Estrabón, el geógrafo griego recogió en su tiempo, a la par que otros historiadores explican un fenómeno parecido.

Hay que tener en cuenta, además, que el Antiguo Testamento se comenzó a escribir en el siglo V a.de C. , en los tiempos de David y Salomón, tratando de recoger lo que brindaba tan prolongada tradición. Una tradición que, sin duda, llegaría sometida al vaivén de comentarios, interpretaciones y hasta olvidos. Por otro lado, si Dios creo un mundo todavía hoy en evolución, no pudo hacerlo con la varita mágica de los milagros instantáneos, sino con el condimento imprescindible de unas leyes inmutables que debían regir para siempre, lo que proporcionaría la garantía de la continuidad de todo lo creado.

Sea como fuere, hay una realidad, la creac ión existió puesto que aquí estamos. Benedicto XVI lo explica muy bien al enfrentarse a las dos teorías, la de la razón creadora o "la irracionalidad que desprovista de toda razón, produce extrañamente un cosmos ordenado de modo matemático e incluso al hombre dotado de razón". La casualidad irracional que acierta a crearnos tal como somos. Aceptando esto, se abre ante nosotros un vacío tan estremecedor que nos arrastra al desconsuelo de la nada.

Borremos, pues, esa idea y descansemos por hoy. También Dios el séptimo día, nos cuenta el Génesis, "descansó de toda su obra creada" Es tierna la frase por tan humana. Pero ¿podemos creer que Dios estaba cansado? Acojámosla, sin embargo, por lo que tiene de cercana y comprensible dentro del bello, ingenuo y reconfortante relato de la Creación no narrado por científicos, sino por creyentes, pero no tan alejados unos de otros.