domingo, 10 de marzo de 2013

CAPRILES, LA ESPERANZA

Con un jefe de Estado que se adorna con una vestimenta de claros recuerdos folklóricos, el tal Evo Morales, otro que trata de imitarlo, el presidente del Ecuador, sustituyendo la tradicional camisa por un nuevo diseño para mí desconocido; otro más, el iraní, que si bien se despojó del turbante, no acepta la corbata seguramente por ser un detalle demasiado burgués y se presenta despechugado, aunque luego sí se enfunda en la chaqueta tradicional, la americana además que trae tantos tufillos imperialistas por lo menos en el nombre. Y para acabar, como remate o como principio, el "heredero" como ya le han bautizado, Maduro se apellida, aparece envuelto en una bandera venezolana en forma de chaquetón patriotico. No hay posibiluidad digo, con tales atuendos que la escena ofrezca el empaque que se debe esperar en las despedidas oficiales hasta la eternidad de un jefe de Estado. Luego en los funerales religiosos, ya más trajeados la mayoría, el apellidado Maduro imitando la locuacidad de su predecesor, empleó media hora larga nada menos en una exaltada alocución en la que prometía la continuidad del llamdo chavismo, porque, dijo, "la batalla -no sé contra quien- continúa" ya que "Chávez sigue invicto, puro, transparente, vivo para siempre". Gracias a que luego el obispo bajó el tema a la reqalidad más humana y pidió a Cristo que conceda al fallecido "el perdón de sus pecados que como débil humano cometió".

Mintras tanto, el país, Venezuela, la rica Venezuela sigue empobreciéndose, ya que los subsidios y ayudas sociales para los más necesitados tan necesarias y por las que tan agradecidos se muestran, carecen de base lógica económicamente consideradas. Solo resultan un producto más de la demagogia populista de un socialismo muy personal que con las ganancias que proporciona el petróleo, ha conseguido crear la farsa de un sociaslismo llamado bolivariano no sé porqué. Mientras, el país, improductivo en todo lo demás no puede ni refinar su petróleo que tiene que mandar a Brasil para que lo convierta en gasolina que luego importa. Como consecuecia de tanto despropósito, la hora de la verdad: la moneda nacional, el bolívar, vuelve a depreciarse con lo que el encarecimiento geeral se eleva hasta límites insoportables, ya que los alimatos en general tantas veces escasean porque deben de ser importados. La fértil tierra venezolana que admite al menos dos cosechas anuales, permanece improductiva. Mientras, la farsa dictatorial impuesta, airea el grito de "Patria o muerte", copiando a la Cuba irredenta que tanto ha apoyado al Chávez dadivoso que proporciona tan ventajosamente el petróleo que necesita. Y Bolivia y Ecuador siguen recogiendo esas ideas que dicen bolivariana y que para nada recuerdan a Simón Bolívar, el militar que traicionando a la bandera que juró, terminó sus días solo, enfermo y abandonado de esos países que ahora montan la farsa política que vemos, en un intento de dar consistencia y sustancia, aunque sea vacía de contenido, a sus aspiraciones políticas de dominio, siempre destructivo. Chávez que tan manipuilada ha visto su larga agonía, fue el inventor.

Aquí, desde España, el país que acertó a inaugurar lo que bautizó como liberalismo político que trasladó a esas tierras de la otra orilla, y como consecuencia, tanto en Caracas, como en Méjico como en Lima se pregonaron tales ideas de apertura y comprensión en la Prensa y entre la sociedad, antes de que ni siquiera se mentara tal ideal político en Londres o París. Desde España digo, vemos sin embargo como tantos se olvidaron de tal avance y la intransigencia política se impuso y parece imperar. Por eso, los nuevos dirigentes, pretenden perpetuarse en el poder a pesar de las elecciones ya tan próximas, idealizando, endiosando casi a ese Chávez cuyo cadáver van a embalsamar. ¡Cuidado! que todo eso puede resultar gafe, pavoso como dicen en Venezuela; que se fijen en lo ocurrido con los restos de Lenin, de Mao, o de Ho Chi Minh, ¿qué queda de ellos, de sus ideas? Tan solo su mal recuerdo.

Al otro extremo del gestero y lacrimoso duelo, la Mesa de la Unidad Democrática ya ha confirmado de nuevo su confianza en Capriles, gobernador del estado de Miranda, para que acuda como candidato otra vez a las elecciones presidenciales en las que ignoro si conseguirá el triunfo. Un poco pronto me parece para que los ecos de ese duelo con sus gestos tan llamativos, permitan allanar el camino para alcanzar el cambio necesario. Pero no hay que olvidar que el futuro comienza ahora Confiemos, pues, ya que, por fin, Chávez se calló, en ese futuro y en la juventud del candidato. Yo, particularmente, siempre he confiado en Capriles; desde hace mucho.