La decadencia es, dice el diccionario, el principio de la debilidad o de la ruina, de ahí, como sinónimos, surgen declive y decrepitud, en fin, lo contrario de auge que es lo que casi no se ve en nuestro entorno. Y esto no solo en lo económico, sino lo que resulta más preocupante, en el ánimo de las gentes y hasta de las instituciones.
A lo largo de la historia ha habido, lamentablemente, momentos así más o menos largos. El siglo XVIII fue uno de ellos. José Cadalso nos lo describe, lo lamenta y acierta hasta ridiculizar situaciones en que echa de menos la falta de carácter junto a un aprecio desmesurado de lo extranjero que podía apreciarse en ciertos niveles de la sociedad hasta en la forma de hablar y no digamos de escribir.
Ahora ocurre algo similar. Como entonces, se observa claramente en el lenguaje, incluso en instancias de tono elevado y no digamos nada en los ambientes que presumen de modernidad. ¿Saben ustedes lo que significan los "afterworks más cool". Pues esto aparece en el titular de una revista que distribuye el diario "ABC". Se lo diré: tales "afterwors" no son más que bares o restaurantes que buscan clientela entre los que han terminado su jornada laboral. Sin embargo que esos establecimientos "afterworks" sean "cool" o no me deja sumido en la más completa perplejidad. Tal palabreja inglesa se traduce a nuestro idioma por fresco o por tibio; ya me dirán ustedes a que viene tal contradicción e, incluso, por indiferente, lo que a esta mente castellana termina por introducirla en un auténtico mar de dudas que hace más patente mi falta de comprensión de lo que pretenden los ingleses con su idioma, que, en realidad, no obstante, se impone con tal fuerza que los pobres españoles con una especie de complejo de inferioriodad lo acogen sin que haya necesidad hasta en lugares y en situaciones profundamente nuestras. Tal, por ejemplo, cuando queremos hablar de la comida tan estupenda y variada como resulta la española: se ha inaugurado en San Sebastián el primer centro universitario de gastronomía de toda España. El que sea español y con rango universitario no ha sido óbice para que lo bautizaran como "Basque Culinary Center" con lo que las patatas serán "potatos" y las alubias se internacionalirán más y pasarán a ser "french bean". Así que los asturianos verán que su estupenda fabada se reduce a una somera mezcla de "pork and beans" como la definen los ingleses porque a los pobres nos le da para más su sentido de la exquisitez culinaria. Por otra parte el pan, es decir, para que me entiendan el "bread" ya no se eligirá tierno sino tan solo "fresh". En resumidas cuentas que gracias a este "Basque Culinary Center" con categoría universitaria nada menos no podremos ya ni llamar al pan pan ni al vino vino. El tal Arzak, Aduriz y Subijana que parece que son los cocineros que promovieron todo esto, se podrían haber quedado quietos. Además es muy probable que su inglés no pase de elemental. Como el de los que presumen de los "afterworks" tan "cools".
Veo también que hay un "Deusto Business School" que funciona en Bilbao y también en San Sebastián y ahora creo que lo hará en Madrid. El negocio es el negocio es decir, el "business" para entendernos.
Otra idiotez más: hasta la moda española hay que mirarla con el diccionario en la mano. Ya hemos visto que la Pasarela Cibeles de siempre desde hace un par de años creo, se convirtió en "Fashion Week" con lo que a sus creaciones, -muchas de ellas lamentables a mi entender- las podemos rechazar también en inglés, ya que en este caso se dice, por suerte, como en español, así: ¡horrible!. Al fin nos entendemos en algo los de la Albión y los de mi pueblo.
Hay más casos. Hasta las entidades bancarias, por ejemplo que ahora también ven, parece, las orejas al lobo, se transforman a veces y a una Caixa de toda la vida vemos que le ha crecido un Bank como remate y a otras que se juntan, las Cajas de Ahorro, (¡ay, que vacías están algunas!) se abrazan a la palabreja "Bank", aunque luego la añadan una i y una a quizá para españolizarla y queda Bankia. Al fin y al cabo un mestizaje lingüístico.
Pero esto de los idiomas tiene arreglo. Las modas pasan. Creo que en la boda de don Alfonso XIII con la inglesa doña Victoria Eugenia, el menú del banquete se redactó en francés porque se consideraba el idioma elegante y el internacional, y porque los oganizadores del festejo no darían para más como pasa ahora en tantos casos.
En fin, confiemos que todo vaya cambiando, pero mientras llega espero que en el tema de la comida al menos pueda yo dar de lado a los "afterworks" y seguir yendo al restaurante de siempre, pedir mi tortilla de patatas de toda la vida y que el camarero me entienda. En esta confianza y para que vean que no me duelen prendas diré a lo moderno para acabar: "good by" y "thank you very much".
viernes, 30 de septiembre de 2011
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