viernes, 20 de marzo de 2009

DE LA ESPAÑA CUARTEADA

Es triste, pero según se mire bien puede ser auténtico el calificativo de cuarteada dedicado a nuestra nación, al menos de la España que se quiere presentar como oficial. Esperemos que no sea así con la real. En otra época también doliente se la tachó de "esqueleto de un gigante". Fue Cadalso, el heróico y buen escritor el que acuñó la frase al referirse a la decadencia que las guerras continuas llevaron a España. Ahora ya no hay tal esqueleto porque hace mucho que el gigante desapareció. Ahora somos únicamente normalitos y es bastante.

Y dentro de esa normalidad sufrimos el problema de la crisis como todo el mundo, pero parece que más. Se oyen quejas entre otras muchas, sobre el deficit educativo español, de la falta de graduados, de gente preparada imprescindible parece, junto con otras consderaciones, para ir saliendo de la crisis esta que será para nosotros dolorosa o muy dolorosa, según explicó el gurú guía espiritual del izquierdismo y Premio Nobel, Paul Krugman. Nos aconsejaba este conocido economista "apostar por la productividad y la innovación". Y con todo ello se me vinieron a la memoria los consejos casi idénticos, aireados hace la friolera de más de doscientos años, por el juez, escritor y gran patriota, Gaspar Melchor de Jovellanos. Más educación proclamaba, porque la instrucción mejora a las naciones: "Así -dice- son ellas poderosas o débiles, felices o desgraciadas, según que son ilustradas o ignorantes". Y se lamentaba del decaimiento en que estaba sumida nuestra agricultura, entonces importante fuente de riqueza, para más adelante, cuando ya los tiempos mejoraron al haber abandonado España "las guerras extranjeras, distantes y continuas que sin interés alguno de la nación agotaron poco a poco su población y su riqueza..." es decir, cuando se abandonaron los gastos inútiles, destacar los momentos de mayor prosperidad para la población y la industria. "Se abrieron -dice textualmente- nuevas fuentes de riqueza pública".

Llegado a este punto al que nos lleva el maestro Jovellanos, el de los gastos excesivos, cabe fijarse precisamente en esta época de crisis, en la serie de gastos inútiles, sino perjudiciales, en que incurre ahora este país cuartedado en tantas autonomías, con repetición en cada región de cargos con categoría ministerial, los consejeros tan inútiles casi siempre, los asesores, cientos, los viajes multirrepetidos, las promociones en el exterior que también Krugman critica y que además reduce la representación de España como unidad con personalidad propia y definida. El coste de todo ello no se si se ha calculado con exactitud o al menos aireado. Quizá no porque no lo creen conveniente.

Los intereses particulares mandan. Unos intereses que sostienen las ideologías ya prostituídas en general por las conveniencias. Jovellanos, en esto también nos da una lección que ojalá fuera atendida por los politiquillos actuales. A Jovellanos le preocupaba el progreso y el bienestar de sus conciudadanos. Fue ministro, estuvo desterrado y cuando al producirse la invasión francesa, el rey José quiso aprovecharse de su condición de perseguido y le ofreció el Ministerio de Interior, Jovellanos, patrióticamente, se negó aceptar, uniéndose en cambio a la Junta Suprema Central enemiga de los franceses, aunque para ello tuvo que huir a Asturias, su tierra. Desde ella nos contó "...que en tanto España, flaca y amarilla/el ropaje rugado/destrenzado el cabello, y a su lado/postrados los leones de Castilla/alza las manos bellas/a los cielos, de bronce a sus querellas".

Y, ahora sabemos por la Historia que ante tanto dolor y zozobra se erguía también la dignidad que acepta el sacrificio con que acercar la victoria. Jovellanos en su "Memoria en defensa de la Junta Central" rebate a los que la consideraban ilegítima y apoya briosamente su legalidad en su "derecho a la insurrección que no se podía negar a un pueblo ultrajado e invadido". No es esta, claro está, nuestra situación actual, no estamos invadidos, pero sí divididos, con lo que no sólo se dificulta la rebeldía sino la decisión del sacrificio colectivo que lleve a la austeridad que España necesita para frenar la caída libre que nos anuncian.

Uno de los impedimentos nace en las autonomías de esta España cuarteada y del apoyo necesario en el Congreso a tanto el voto como claramente se está observando, la división, en fin, que entorpece lo que se llama la gobernabilidad, es decir, dicho en romance, la continuidad para seguir chupando del bote.

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