Y desde entonces la Patria se sintió. La pérdida de España a manos de los musulmanes no hizo desaparecer ese sentimiento que algunos han dicho que no surgió en Europa sino mucho más tardiamente. ¿Entonces por qué Alfonso III, rey de Asturias se llamó él mismo, "Rex totius Hispaniae"? sencillamente porque se sentía rey de la España que luchaba contra el invasor.
Desde entonces somos lo que somos y nuestra importancia como nación fue creciendo. Aragón dominó el Mediterráneo. Alfonso X el Sabio siguió la reconquista que ya su padre urgía para que se terminase, a la vez que extendía su aspiración a heredar el imperio alemán. Y le dio tiempo a ganarse el título de sabio con la unificación legislativa que llevó a cabo, con el apoyo que prestó a que se escribiesen la "Estoria de España" donde se duele de la fragmentación nacional por la invasión musulmana, el "Lapidario", las "Tablas alfonsíes"...
Pero no es cuestión de pasar revista a la Historia, lo que sin duda sería una gozada. Doctores
ha habido que ya lo han hecho; leámosles. Sólo señalar nuestro pasado. No venimos de ayer. Afirmemos que el mundo es asi en gran parte porque España lo completó. Grecia, Roma y España. Sin ellas todo hubiera sido diferente. Y allí en esa hazaña por saber hasta donde abarcaba el mundo, los Reyes Católicos sí que se lucieron, aparte de acabar con la tarea de la reconquista que tanto nos influyó como nación. Y a eso añadamos su ambiciosa política de Estado que abarcaba todo el horizonte europeo a base de organizar matrimonios con que expansionarse e influir también en el continente: Portugal, Austria, Flandes, Inglaterra... Allende y aquende de la Mar Oceana, en todas partes estábamos.
A partir de aquí nuestra andadura es bien reconocida, glorias, siglos de glorias, incluso siglos de oro, y luego, es verdad, tiempos de decadecia, de cansancio diría yo, pero aún en esos momentos España tuvo peso e importancia. Que se lo pregunten a los franceses y a los ingleses y hasta los americanos que no cejaban... ¿Por qué sino la Leyenda Negra?
Acordándonos de todo, ojalá nuestros dirigentes recobren el orgullo nacional que ya en el siglo VI exhibía San Isidoro (si quieren le quito el san para que lo acepten todos) o el de nuestros conquistadores que cuando se topaban con alguna obra magistral por esos mundos de Dios que recorrían, exclamaban "parece hecha por españoles". Ojalá lo recobren nuestros dirigentes y cuando crucen la frontera lo hagan sin rogar sonrisas de los de afuera, sabiendo que aunque hayamos cerrado "con siete llaves el sepulcro del Cid" aún conservamos las llaves. Ahí están los franceses siempre tan gallitos disimulando sus tacones con los que pretenden ser más altos, fingiendo fortaleza y personalidad; o Gran Bretaña siempre con los poderosos, arrimados al que manda... Todos donde les conviene.
Pero para recobrar ese orgullo, conviene centrarse en todos los sentidos, acabar con la dispersión que sufrimos en nuestro propio solar. Que a nuestros políticos, a casi todos, no se les escape decir, por ejemplo, Cataluña y España como si fueran dos entidades distintas, sumar los cuarenta y tantos millones que somos y volver a aceptar como nuestra expresión más clara y contundente, la que emanan figuras (que por algo se han hecho universales) como la del Cid y la de Don Quijote (sin olvidar a Sancho para tener siempre los pies en la tierra) y si quieren también porque hay que divertirse, la de Don Juan que también es muy nuestro.
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