Mas no es más, ya que con el acento sobre la vocal resulta un adjetivo que denota aumento o superioridad lo que para nada cuadra con el individuo que lleva la primera denominación nada menos que de apellido. Sin el acento se queda en conjunción que entre sus posibles utilidades sirve para significar separación de sentido entre unos y otros, lo que le viene al pelo en su caso. Me refiero, como habrán supuesto a Artur Mas, el político que como catalán tiende al ahorro y suprime la redonda o de su nombre, mientras que con el apellido -una simple conjunción dijimos al fin y al cabo- tiende a la separación. Y en eso está: es separatista y juega y se gana la vida con esa idea, al menos con esa amenaza. Y hay más semejanzas gramaticales en la palabreja con su actitud, porque mas se puede quedar tan solo en un "sí pero", su sinónimo que le cuadra a las mil maravillas al ahorrativo Artur. Es separatista sí, pero ¿desea separarse? No está muy clara la cuestión. Ser separatista es su "modus vivendi" y una forma de tener a España en un cierto vilo y sacar ventajas. Él sabe que por ahora la mayoría de los catalanes no apoyaría su pretensión, ya que la preocupación general en aquella tierra es la misma que la del resto de los españoles: sobrevivir e intentar superar la crisis que empieza a axfisiarnos muy en serio. Las encuestas nos lo dejaron bien claro. El dichoso Estatuto que con la anuencia de Zapatero pergeñaron, apenas interesaba al grueso de los catalanes que ni siquiera conocían bastantes de ellos, el nombre del presidente de su comunidad.
Pero Mas sigue más y en el periódico francés "Le Monde", creo que de ayer, declaró tajantemente con desvergüenza y cinismo, que "Los catalanes formamos parte de España por la fuerza desde hace trecientos años" sin duda para fastidiar y seguir con la condenable farsa que, precisamente los franceses algo ilustrados saben que es una solemne e indigna mentira, porque ellos fueron protagonista principalísimos de lo que hace trescientos años aproximadamente ocurrió en Europa, afectando de manera primordial a España entera. Fue una verdadera guerra europea la llamada Guerra de Sucesión con nuestra Patria convertida en campo de batalla y en presa más importante. El Tratado de Utrech acabó con la contienda que enfrentaba a las potencias continentales con las apetencias del francés Luis XIV. Inglaterra conquistó Gibraltar y Menorca apoyando al pretediente Carlos de Austria mientras que sus fuerzas llegaban hasta Madrid en aquella España dividida, mirando muchos hacia hacia el candidato de los Austrias y otros, quizá mayoría, a los Borbones. Cataluña por obra de un tal Casanova, burgués adinerado, por su antigua relación con la casa de Austria, apoyó a Carlos como futuro rey de España. La lucha entre ambos contendientes continuaba y al final, como se sabe, las tropas borbónicas se impusieron.
Esa es la Historia con mayúsculas. La otra, la falsificada con la que pretenden convertir a Casanova, (tan solo al fin y al cabo, partidario de uno de los contendientes, como otros muchos que abundaban en España) en el primer separatista catalán, mienten. Y con esta mentira junto a otras muchas que irán saliendo quizá en esta Horadada, caminan sin rubor los Mas y los menos por esas tierras en la que pretenden que la mentira se convierta en la amalgana que una las distintas mentalidades de los catalanes. Pero ya dijimos al principio que Mas solo es como una conjunción que "sirve para separar el sentido entre unos y otros" lo que resulta una actitud despreciable.
viernes, 17 de febrero de 2012
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