España-Suráfrica se enfrentan hoy lúdicamente gracias a Dios. Jugarán al futbol para ver quien se lleva la copa de las Federaciones, creo que se llama así. Es el primer enfrentamiento entre los dos países nunca muy cercanos en la Historia.
Viendo los partidos de esa copa de Federaciones por televisión, se observa el gran cambio que ese pueblo -esos pueblos mejor- surafricanos han experimentado en muy poco tiempo. La población de color en masa, sólo salpicada de vez en vez por algún rostro más pálido, abarrota los estadios y se explaya tumultuosamente a su gusto. No era así antes de 1994 cuando la segregación racial, el odiado "apartheid" cercenaba todavía cualquier atisbo de libertad y los negros permanecían alojados en los territorios a ellos asignados.
Recordemos un poco como comenzó a institucionalizarse tanta injusticia. Hagamos historia de cuando Surafrica se hallaba todavía a una distancia de España de días y días de navegación. Eran los años 40, trasladémonos a ellos. Entonces en España humeaban aún las ruinas que la ira y los despropósitos habían ocasionado con nuestra Guerra Civil y el pueblo, famélico, tanía fuerzas todavía para ennardecerse y tomar partido en la otra guerra, la Mundial, que comenzaba a asolar las otras tierras europeas, desde los Pirineos hasta Moscú. No había en España posibilidad de ver más allá y nuestra vida discurría -hambre y Patria- tratando de ponernos, de nuevo, en pie con dignidad.
Por eso, el mundo que palpitaba allende de las sequedades saharianas no existía para nosotros.
En realidad, practicamente nunca, en nuestra historia, nos había preocupado lo que podría acontecer más allá de las Canarias donde España acaba. Tuvimos la tarea americana, incluso la del Índico y hasta la del Pacífico como para que el resuello nos diera todavía para enfrentarnos con otras aventuras. Los portugueses sí, habían enfocado su expansión abriendo para el mundo la ruta africana que les llevara al soñado Oriente y el mundo del Africa Meridional era también el suyo como lo fue posteriormente para los ingleses, los franceses y aún los alemanes que no querían ser menos y deseaban lucir con los brillos de un imperio, como por poco tiempo lo intentaron en las luminosas arideces del Africa del Suroeste, de Namibia.
Pero allá, en la punta meridional africana, el bullicio de sus numerosos pueblos era ya muy digno de tenerse en cuenta. Porque allá, precisamente en el decenio de los 40, muchas normas hasta entonces simplemente consuetudinarias, comenzaban a adquirir la obligatoriedad de la ley de forma por demás pormenorizada. Efectivamente, la discriminación racial en esas fechas, ya se recogía con premeditada puntualidad en los códigos y el que no la observaba, blancos y no blancos cada uno en su posición, era reo de fuerte castigo.
Luego, en los años 50 se inicia una tímida resistencia que poco a poco se fue haciendo más notoria y que sería la semilla de todo lo que, con el tiempo, se ha conseguido. Surgirían nombres que han pasado a la Historia, Sisulu, Tambo, Dadoo, Cachalia y el gran Nelso Mandela que con su prudencia y su saber hacer ha conseguido que el panorama que ahora nos presenta la talevisión, es decir, el de la liberación racial sea una realidad hasta no hace mucho impensada y que jubilosos, españoles y surafricanos compitan deportivamente junto a equipos de Italia, Egipto, Estados Unidos, Brasil, Nueva Zelanda... Precisamente a un equipo de rugby de este país no se le permitió jugar en Suráfrica en los años 60 porque entre sus jugadores había un maorí, hombre de color inaceptable entonces. Hasta ahí llegaba la cosa.
Pero todo cambia, a veces hasta para mejorar, así que hoy veré, muy alegre, el partido España- Suráfrica, esperando que gane España eso si, que una cosa no quita la otra. Pero para compensar agradeceré al país anfitrión el regalo de una merluza blanca de El Cabo que con puntualidad me sirve Pesvanova.
sábado, 20 de junio de 2009
lunes, 15 de junio de 2009
EL SOCIALISMO EN LA UVI
Remontémonos un poco en el tiempo: ¿Qué ha sido de aquellas ideas socialistas, utópicas desde luego, pero que ya nos barruntaban el nacimiento de unos modos nuevos aunque casi al margen de la política que se vertían en obras de un Ramón Llull por ejemplo en su "Blanquerna" o de un Luis Vives o de un Tomás Moro con su "Utopía" y hasta de un Angel de Ganivet, del que también se aprovechó de alguna de sus ideas José Antonio Primo de Rivera? ¿Qué se hizo de Marx con el que ya el socialismo pasó de utópico a práctico y de doctrinal a político? ¿Qué se hizo de Pablo Iglesias que con el partido por él creado, el PSOE y sus Comisiones Obreras vio acrecentar el número de sus seguidores, gracias a las huelgas y los desórdenes que crearon? ¿Qué se hizo de ese partido que barbaridades -tantas- al margen, parecía que se identificaba hasta con algunos de los puntos del cristianismo? ¿Qué se hizo?
Ante tantas preguntas y contemplando el panorama español, a poco que se profundice en las ideas imperantes todavía en vigor, podemos asegurar que el socialismo auténtico desapareció, aunque haya miles de fervorosos seguidores repartidos por esos mundos. Desapareció al apatarse, como no podía ser menos, de su ortodoxia fracasada en todas partes y al prescindir, sobre todo, de las normas económicas que le caracterizaban y aceptar en el fondo y en la forma el libre mercado y las ideas liberales que le caracterizan.
Con eso ya no hay socialismo que valga. ¿Qué es entonces el PSOE? Pues un partido político que se nutre unicamente de ideas disolventes, que pretende destruir muchos de los cimientos que sostienen el orden social, pero sin presentar alternativa alguna de fuste como no sea la de atraerse a los grupos minoritarios, casi marginales que en su conjunto valen, le valen al PSOE para sumar votos que sostengan el tinglado que se han creado y que les mantiene en posiciones preponderantes.
Así es el Gobierno que sufre ahora España. Un Gobierno repleto de miembros anodinos y otros con un nivel intelectual aún anclado en la adolescencia, un hazmerreir para muchos, pero a la medida de Zapatero, el político más inepto como se está demostrando a pesar de ganar elecciones con sus mañas de trilero enbaucador. Un presidente que ha hecho bueno al anterior Gobierno del PSOE de los robos (Filesa y políticos encarcelados) y de los asesinatos (GAL). Este es nuestro Gobierno actual, el que hasta anteayer decía ver, mintiendo claro, que surgían ya brotes verdes, según él prometedores, pero que al día siguiente, al parecer, se agostaron con estos calores y nos confiesa que lo que está verdaderamente verde es el horizonte de la esperanza en un mejoramiento de las penurias que se sufren. Y nos anuncia la subida de los impuestos con el fin de sostener a los millones de parados siempre en aumento, incapaz de frenar tanta tragedia.
Este Gobierno que se beneficia de la inoperancia de unos sindicatos a los que controla gracias a los intereses mutuos y que parecen más sumisos incluso que aquellos sindicatos verticales que se cocinaron durante la Dictadura.
Menos mal que se ve alguna luz en algún rincón de España. En Galicia por ejemplo en la que independientemente de los fallos o de los aciertos del actual Gobierno autonómico, que de todo habrá, se están asentando de nuevo principios básicos esenciales pulverizados por los del PSOE. Tales los de la libertad lingüística y la transformación de las galoescolas formadoras de independentistas en escuelas públicas normales. Y quizá pueda ocurrir algo similar en las Vascongdas si no nos falla el Gobierno socialista sostenido y presionado por el PP. No así en Cataluña, donde los socialistas, vergonzosamente, siguen y consienten las bravuconadas de los separatistas a los que se han sometido con docilidad.
Estas posturas tan dispares por parte del PSOE según quienes sean los que les mantienen en el poder, proclama la falta de criterio y de ideales de nuestros socialistas, ahora en gran parte socialdemócratas, una tendencia descafeinada, que cuando se ven libres de presiones su acción política se torna autoritaria y se aprovechan del aplauso, magnificado por ellos mismos, de unas minorías casi marginales a las que alienta y contenta con ideas de un submundo que presume de progresista.
¿No cabe pues la esperanza? Acaso sí, ya que el resquebrajamiento de este tinglado malamente sostenido por ineptos y sin ideas ni ideales, debe de ser el preámbulo de un cambio esencial tan necesario. Además estamos viendo como la derecha en todas partes se enfrenta a la crisis, principal problema mundial, con agilidad y no tiene dificultad en utilizar dinero público para salvar empresas básicas ni para que el Estado controle la economías cuando lo crea necesario. Medidas todas que nos acercan a posiciones socialdemócratas porque en este caso conviene utilizarlas. Nada nuevo, pues, pueden aportar nuestros socialistas, ocupados como están en ocultar sus fallos y en minimizar sus fracaso electoral último. En fin en la política pequeña, casi de patio de vecindad.
Ante tantas preguntas y contemplando el panorama español, a poco que se profundice en las ideas imperantes todavía en vigor, podemos asegurar que el socialismo auténtico desapareció, aunque haya miles de fervorosos seguidores repartidos por esos mundos. Desapareció al apatarse, como no podía ser menos, de su ortodoxia fracasada en todas partes y al prescindir, sobre todo, de las normas económicas que le caracterizaban y aceptar en el fondo y en la forma el libre mercado y las ideas liberales que le caracterizan.
Con eso ya no hay socialismo que valga. ¿Qué es entonces el PSOE? Pues un partido político que se nutre unicamente de ideas disolventes, que pretende destruir muchos de los cimientos que sostienen el orden social, pero sin presentar alternativa alguna de fuste como no sea la de atraerse a los grupos minoritarios, casi marginales que en su conjunto valen, le valen al PSOE para sumar votos que sostengan el tinglado que se han creado y que les mantiene en posiciones preponderantes.
Así es el Gobierno que sufre ahora España. Un Gobierno repleto de miembros anodinos y otros con un nivel intelectual aún anclado en la adolescencia, un hazmerreir para muchos, pero a la medida de Zapatero, el político más inepto como se está demostrando a pesar de ganar elecciones con sus mañas de trilero enbaucador. Un presidente que ha hecho bueno al anterior Gobierno del PSOE de los robos (Filesa y políticos encarcelados) y de los asesinatos (GAL). Este es nuestro Gobierno actual, el que hasta anteayer decía ver, mintiendo claro, que surgían ya brotes verdes, según él prometedores, pero que al día siguiente, al parecer, se agostaron con estos calores y nos confiesa que lo que está verdaderamente verde es el horizonte de la esperanza en un mejoramiento de las penurias que se sufren. Y nos anuncia la subida de los impuestos con el fin de sostener a los millones de parados siempre en aumento, incapaz de frenar tanta tragedia.
Este Gobierno que se beneficia de la inoperancia de unos sindicatos a los que controla gracias a los intereses mutuos y que parecen más sumisos incluso que aquellos sindicatos verticales que se cocinaron durante la Dictadura.
Menos mal que se ve alguna luz en algún rincón de España. En Galicia por ejemplo en la que independientemente de los fallos o de los aciertos del actual Gobierno autonómico, que de todo habrá, se están asentando de nuevo principios básicos esenciales pulverizados por los del PSOE. Tales los de la libertad lingüística y la transformación de las galoescolas formadoras de independentistas en escuelas públicas normales. Y quizá pueda ocurrir algo similar en las Vascongdas si no nos falla el Gobierno socialista sostenido y presionado por el PP. No así en Cataluña, donde los socialistas, vergonzosamente, siguen y consienten las bravuconadas de los separatistas a los que se han sometido con docilidad.
Estas posturas tan dispares por parte del PSOE según quienes sean los que les mantienen en el poder, proclama la falta de criterio y de ideales de nuestros socialistas, ahora en gran parte socialdemócratas, una tendencia descafeinada, que cuando se ven libres de presiones su acción política se torna autoritaria y se aprovechan del aplauso, magnificado por ellos mismos, de unas minorías casi marginales a las que alienta y contenta con ideas de un submundo que presume de progresista.
¿No cabe pues la esperanza? Acaso sí, ya que el resquebrajamiento de este tinglado malamente sostenido por ineptos y sin ideas ni ideales, debe de ser el preámbulo de un cambio esencial tan necesario. Además estamos viendo como la derecha en todas partes se enfrenta a la crisis, principal problema mundial, con agilidad y no tiene dificultad en utilizar dinero público para salvar empresas básicas ni para que el Estado controle la economías cuando lo crea necesario. Medidas todas que nos acercan a posiciones socialdemócratas porque en este caso conviene utilizarlas. Nada nuevo, pues, pueden aportar nuestros socialistas, ocupados como están en ocultar sus fallos y en minimizar sus fracaso electoral último. En fin en la política pequeña, casi de patio de vecindad.
sábado, 13 de junio de 2009
CON LA MÁSCARA PUESTA
Quedarse con uno mismo, ensimismado, pero dialogando con el que está dentro.
--¿Es que hay más de uno?
--Bueno eso queda en el misterio, porque los estudiosos del alma, apenas calan en lo importante. ¿Soy yo el mismo que nació hace casi 79 años? ¿Y del que fui en 1950 por ejemplo?
Hasta que me responda quien pueda saber de estas cosas me inclino a que si no somos los mismos, somos, al menos, sus sustitutos, cargados, eso sí, de recuerdos de las otras vidas. Con ese bagaje me observo. Quizá lo primero que se descubren son los límites, los límites de uno mismo. Llego hasta aquí. Si fuera otro mi límite sería distinto. No me refiero a los límites del cuerpo, sino a los auténticos límites de los sentidos y ahí, al contemplarlos sí que entra la duda. ¿Yo soy sólo yo o yo soy junto con los míos que llevo dentro? Porque si ellos se salieran de mi, yo, acaso, fuera otra persona, no sé si con otra cara distinta de la que se me ha ido formando -deformando- pero sí con otra realidad. Porque persona es máscara, la que se colocaban los actores griegos para representar a los diferentes personajes que trataban de interpretar. Luego ya, San Agustín, interiorizó el concepto y persona sirvió -sirve- para definir a cada individuo, aunque en realidad, pienso, no alejándose mucho del concepto primero de máscara. Cada uno vamos con la nuestra representando el papel que nos ha tocado o que queremos mostrar.
Y aquí, debajo o dentro de esta máscara, de esta persona que soy yo, observo un conglomerado de ideas y sobre todo de huellas que el tiempo con su paso -creo- ha ido dejando. Sin embargo, lo triste o lo incomprensible de todo es que ese conjunto de sensaciones con las que me defino, dependen en primer término -y es lo injusto- de un hígado, de un bazo, de un corazón... Es que uno se cree más importante que todo ese mondongo sanguinolento que me da la forma que tengo. ¿Surgiría por eso la necesidad, la certeza, de un alma, de su conocimiento? Parece que sí e incluso ese deseo de elevarse, acaso separarse de lo sólo material, del mondongo sanguinolento, dicho sea otra vez finamente a lo Bibiana, ha hecho que desde siempre se haya intentado "ver" al alma debajo de la máscara engañadora que nos hace personas. De todas las interpretaciones que conozco me quedo con la de Platón: "El alma aspira a librarse del cuerpo para regresar a su origen divino y vivir, entre las ideas, en el mundo inteligible".
Oido y aceptando a Platón creo que ha llegado el momento de poner punto final a todo esto, a mi ensimismamiento, y pasar a suplicar que esa aspiración que mi alma pueda tener de librarse de mi cuerpo (mondongo sanguinolento y todo) no sea muy acuciante y me permita por algún tiempito más seguir caminando conmigo mismo. Prometo no quitarme la máscara, seguir cumpliendo con mi papel.
--¿Es que hay más de uno?
--Bueno eso queda en el misterio, porque los estudiosos del alma, apenas calan en lo importante. ¿Soy yo el mismo que nació hace casi 79 años? ¿Y del que fui en 1950 por ejemplo?
Hasta que me responda quien pueda saber de estas cosas me inclino a que si no somos los mismos, somos, al menos, sus sustitutos, cargados, eso sí, de recuerdos de las otras vidas. Con ese bagaje me observo. Quizá lo primero que se descubren son los límites, los límites de uno mismo. Llego hasta aquí. Si fuera otro mi límite sería distinto. No me refiero a los límites del cuerpo, sino a los auténticos límites de los sentidos y ahí, al contemplarlos sí que entra la duda. ¿Yo soy sólo yo o yo soy junto con los míos que llevo dentro? Porque si ellos se salieran de mi, yo, acaso, fuera otra persona, no sé si con otra cara distinta de la que se me ha ido formando -deformando- pero sí con otra realidad. Porque persona es máscara, la que se colocaban los actores griegos para representar a los diferentes personajes que trataban de interpretar. Luego ya, San Agustín, interiorizó el concepto y persona sirvió -sirve- para definir a cada individuo, aunque en realidad, pienso, no alejándose mucho del concepto primero de máscara. Cada uno vamos con la nuestra representando el papel que nos ha tocado o que queremos mostrar.
Y aquí, debajo o dentro de esta máscara, de esta persona que soy yo, observo un conglomerado de ideas y sobre todo de huellas que el tiempo con su paso -creo- ha ido dejando. Sin embargo, lo triste o lo incomprensible de todo es que ese conjunto de sensaciones con las que me defino, dependen en primer término -y es lo injusto- de un hígado, de un bazo, de un corazón... Es que uno se cree más importante que todo ese mondongo sanguinolento que me da la forma que tengo. ¿Surgiría por eso la necesidad, la certeza, de un alma, de su conocimiento? Parece que sí e incluso ese deseo de elevarse, acaso separarse de lo sólo material, del mondongo sanguinolento, dicho sea otra vez finamente a lo Bibiana, ha hecho que desde siempre se haya intentado "ver" al alma debajo de la máscara engañadora que nos hace personas. De todas las interpretaciones que conozco me quedo con la de Platón: "El alma aspira a librarse del cuerpo para regresar a su origen divino y vivir, entre las ideas, en el mundo inteligible".
Oido y aceptando a Platón creo que ha llegado el momento de poner punto final a todo esto, a mi ensimismamiento, y pasar a suplicar que esa aspiración que mi alma pueda tener de librarse de mi cuerpo (mondongo sanguinolento y todo) no sea muy acuciante y me permita por algún tiempito más seguir caminando conmigo mismo. Prometo no quitarme la máscara, seguir cumpliendo con mi papel.
viernes, 5 de junio de 2009
CEREBRO INVERNAL
Decía Oscar Wilde aproximadamente que los grandes acontecimientos del mundo tienen lugar en el cerebro. Efectivamente, al cerebro le tenemos a nuestra disposición generalmente, pero a veces, como ahora, se desmanda y parece que se empeña taimadamente en llevarnos - llevarme- por derroteros que en vez de primaverales que sería lo adecuado en estos días, por los de un otoño que se acerca, en línea recta, hacia el oscuro invierno.
Y en esas estoy cuando ya casi sufriendo los fríos prfopios de esa estación, sale a mi encuentro nada menos que Kafka, Franz para los amigos, que olvidándose, gracias a Dios, del alemán en que escribía me explica en perfecto español y en una sola frase, el motivo de tanta tristura: "Es que, querido desconocido, todo es difícil, injusto y, sin embargo, correcto." Y entonces empiezo a comprender, todo es correcto porque se ajusta a una norma hecha, legislada con arreglo a los intereses de un grupo sin importarles la dificultad ni la injusticia de las que ellos se aprovechan... Y Kafka siguió hablando, explicándome cómo la libertad a la que uno aspira aunque sea unicamente en la imaginación, encuentra siempre algún contrapeso. Mire, me dice: "¿Sabe cual es la desgracia de don Quijote? no es su fantasía, sino Sancho Panza".
Con esto, se despidió y yo continue con mis fríos invernales ya sin abrigo que ponerme, adentrándome en el mundo que vivió el checo, un mundo de incomunicación, absurdo, en el que la alienación invadía a una mayoría. Con todo comprendí mejor su obra "Metamorfosis" como un obligado destino del que perdura. La araña que nos presenta es una disculpa para lanzarnos una idea profética o, quizá, una experiencia vivida, preámbulo, claro, de los pasos prostreros para el definitivo final. La metamorfosis imparable como cambio, tan sorpendente que tratamos de negarlo fingiendo que persiste la normalidad de ayer. Luego la resignación ante la negación de un horizonte de esperanza que hasta entonces nos sustentaba.
Llegado aquí puse punto final a todo lo kafkiano porque continuaba un tanto perdido e intenté encontrar el diagnóstico adecuado de mi situación. Innútiles todo los esfuerzos, hasta que un alemán, un tal Heine, me tranquilizó : "No sabemos a menudo -dijo- qué es lo que nos duele. Nos quejamos de un lado y es el otro quien sufre. ¡Señora, yo tengo dolor de muelas en el corazón!".
Pues eso, a esperar a que escampe y, mientras tanto, echaré la culpa de todo ¿ a quién?. Y cuando estaba así de dudoso, oí una voz que juraría que fue la del poeta Heine que volvía en mi auxilio:
--A quién va a ser , a Zapatero, hombre.
Y eso hice y descansé.
Y en esas estoy cuando ya casi sufriendo los fríos prfopios de esa estación, sale a mi encuentro nada menos que Kafka, Franz para los amigos, que olvidándose, gracias a Dios, del alemán en que escribía me explica en perfecto español y en una sola frase, el motivo de tanta tristura: "Es que, querido desconocido, todo es difícil, injusto y, sin embargo, correcto." Y entonces empiezo a comprender, todo es correcto porque se ajusta a una norma hecha, legislada con arreglo a los intereses de un grupo sin importarles la dificultad ni la injusticia de las que ellos se aprovechan... Y Kafka siguió hablando, explicándome cómo la libertad a la que uno aspira aunque sea unicamente en la imaginación, encuentra siempre algún contrapeso. Mire, me dice: "¿Sabe cual es la desgracia de don Quijote? no es su fantasía, sino Sancho Panza".
Con esto, se despidió y yo continue con mis fríos invernales ya sin abrigo que ponerme, adentrándome en el mundo que vivió el checo, un mundo de incomunicación, absurdo, en el que la alienación invadía a una mayoría. Con todo comprendí mejor su obra "Metamorfosis" como un obligado destino del que perdura. La araña que nos presenta es una disculpa para lanzarnos una idea profética o, quizá, una experiencia vivida, preámbulo, claro, de los pasos prostreros para el definitivo final. La metamorfosis imparable como cambio, tan sorpendente que tratamos de negarlo fingiendo que persiste la normalidad de ayer. Luego la resignación ante la negación de un horizonte de esperanza que hasta entonces nos sustentaba.
Llegado aquí puse punto final a todo lo kafkiano porque continuaba un tanto perdido e intenté encontrar el diagnóstico adecuado de mi situación. Innútiles todo los esfuerzos, hasta que un alemán, un tal Heine, me tranquilizó : "No sabemos a menudo -dijo- qué es lo que nos duele. Nos quejamos de un lado y es el otro quien sufre. ¡Señora, yo tengo dolor de muelas en el corazón!".
Pues eso, a esperar a que escampe y, mientras tanto, echaré la culpa de todo ¿ a quién?. Y cuando estaba así de dudoso, oí una voz que juraría que fue la del poeta Heine que volvía en mi auxilio:
--A quién va a ser , a Zapatero, hombre.
Y eso hice y descansé.
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