Hoy 12 de octubre es una fecha grande para España: es su Día Nacional y conmemoración de aquella gesta mediante la cual España agrandó el concepto del mundo, lo completó, con el Descubrimiento de América. Día Nacional en que, otra vez, hemos vibrado mientras nuestras Fuerzas Armadas, marcialmente, desfilaron ante nosotros, bajo la presidencia del Rey. Zapatero no ha podido, claro, acabar con esta demostración anual en que los soldados se exhiben con sus armas y hasta con las bayonetas caladas para mayor impresión. No ha podido y el Ejército se lució una vez más, alejado de ese concepto que se trata de imponer desde que este Gobierno nos manipula. No son unas fuerzas de paz como tratan de imponernos, casi una ONG, no, digámoslo con contundencia, son unas fuerzas armadas para, si fuera necesario, hacer la guerra en defensa de nuestros derechos y de nuestrta integridad. Mientras su potencia sea mayor, nuestro Ejército servirá mejor para implantar la paz, nuestra paz, eso sí, en el caso de que alguien pretenda alterarla, lo que es muy diferente.
Bien, desahogado con lo dicho y escuchados los abucheos al Presidente y a su segunda, la Fernández de la Vega, a pesar de acceder a su tribuna para asistir al desfile a escondidas, por la parte de atrás para evitarlos, paso a ocuparme de algo más importante que es a lo que iba antes de caer en este paréntesis tan largo. El tema que quería tratar es el de la Hispanidad, porque hoy era -¿es todavía?- esa fiesta con la que se pretendía unirnos más con los países de allá, de esa otra orilla con los que, a veces, antaño, acaso no nos llevaramos tan bien. Zorrilla, don José, el del Tenorio, resumía tales rencillas de forma muy comprensible: Son riñas de familia, aseguraba más o menos.
Sin embargo, esas riñas familiares no impidieron que se acuñase y se profundizara en la idea de la hispanidad como una realidad palpable de las características comunes e históricas irrefutables. No obstante, como en tantos otros asuntos esenciales para España parece que la posición del Gobierno de ahora resulta contraria. Ya, oficialmente a nuestros gobernantes no se les ocurre hablar de Hispanoamérica, sinó de América Latina. Nos pudo Francia que al sacarse de la manga tal denominación se introducía ella también en la realidad americana y alejaba la influencia española. Los EE.UU. después postergaron aún más el nombre por claros intereses comerciales y de influencia.
Esta gente que nos desgobierna y que acaba con tantas cosas fundamentales sin crear otras que las sustituyan, cree, sin duda, que eso de la Hispanidad era cosa de Franco y que como tal hay que acabar con ella, aunque nos perjudique. La ignorancia unida al rencor. Sí, fue Ramiro de Maeztu el que destacó su importancia, pero sería Unamuno el primero quien acuñó la palabra Hispanidad, antes de 1909 nada menos y, luego, en 1927 cementaría: "Digo Hispanidad y no Españolidad para atenerme al viejo concepto histórico geográfico de Hispania, que abarca toda la Península Ibérica... para incluir a todos los linajes a todas las razas espirituales, a las que han hecho el alma terrena -terrosa sería, acaso, mejor- y a la vez celeste de Hispania".
Viene de antiguo el tema como vemos, y de más allá incluso aunque no se hablara entonces de Hispanidad sino de Hispanoamericanismo, casi desde que la emancipación fue un hecho reconocido y se intentó, también entre los americanos, reanudar las relaciones diplomáticas y comerciales, así como restaurar la hermandad espiritual quebrada con la guerra. Desde entonces se han realizado grandes esfuerzos. Cánovas, Castelar y otros, trajeron la idea de raza. En América surgieron libros y revistas que abundaban en el tema incluso a mediados del XIX, a pesar de esas "riñas de familia" que también enturbiaban el ambiente.
En fin, con los nuevos modos que nos gastamos así nos van las cosas. Hispanoamérica se aleja de nostros disfrazada de Latinoamérica cada vez que empleamos tal apodo. Yo, sin embargo, y bastantes más por lo que he visto, recuerdan que hoy Día Nacional en que nuestros Ejércitos se han presentado como las Fuerzas Armadas que en realidad son, celebramos también la fiesta de la Hispanidad. Y si añado que así mismo se festeja entre muchos el día de la Patrona de España, la Virgen del Pilar, y me oyeran los progres, me correrían a gorrazos por ser tan facha. Pues que lo intenten, no me he podido aguantar.
P.S. Precisamente hoy en "ABC" se dice que el embajador español ante la OEA ha suspendido la tradicional ofrenda floral que todos los años en este día de la Hispanidad, acompañado de los altos cargos de esa organización, se ofrecía ante el monumento a Isabel la Católica erigido en Washington. Tampoco se ha realizado la recepción que siempre los embajadores españoles organizaban después de la ofrenda floral. El actual embajador, político -¿político?- no diplomático la adelantó al día 9. Ganas de fastidiar. ¿Hasta cuando seguiremos sufriendo a estos hijos de nadie?.
lunes, 12 de octubre de 2009
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