lunes, 9 de noviembre de 2009

SIEMPRE DOS MUNDOS AL MENOS

El Partido Comunista de España ha celebrado su XVIII congreso. Porque, señores, el Partido Comunista español existe todavía y su presidente anuncia que la agrupación que preside "tiene futuro", lo que no explica es cómo y cuándo, porque todos sabemos que no representa ya más que un microscópico resto del partido que fue; el que acogió, es la verdad, a tantos intelectuales a los que Marx con sus doctrinas nublaba de tal manera las entendereras que fueron incapaces de entrever los fracasos y las atrocidades del comunismo real, el soviético de Lenin y Stalin, más atroz, y ya es decir, que el que encarnó Hitler con su nazismo, según ahora tanto se repite. Y duró más.

La existencia de un partido comunista en la actualidad sorprende sobre todo en estos días en que se conmemora la destrucción del Muro de Berlín, preámbulo del derrumbe de los regímenes comunistas en media Europa.

Pensaba en esto al echar la vista atrás y recordar aquella Europa tan tangiblemente dividida, muestra clara de aquella guerra fría entre dos mundo claramente opuestos, con posturas definidas en las que encuadrarse y la comparaba con la realidad que surge actualmente y en la que creo que nos movemos a tientas, también entre dos tendencias dicho sea para abreviar: la que defiende la seguridad de lo más sólido y la que se reviste con el manto de las libertades que al ponerlas en práctica, acaba o al menos mancilla tantas otras libertades y niega la patente realidad de lo hasta aquí construído, la razón y la forma de existir de, nada menos, Europa entera.

Un ejemplo tan claro que todos entendemos, el fallo del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo que, al querer poner de manifiesto el justo deseo de la libertad de pensamiento, ordena quitar los crucifijos de las aulas con lo que choca estruendósamente con los cimientos de lo existente. Berlusconi ha clamado contra tal sentencia poniendo de manifiesto una realidad tan visible como que en Italia no se pueden andar trescientos metros sin toparse con algún signo cristiano. Y no sólo en Italia: Suiza, Suecia, Noruega, Islandia entre los que se me vienen a la memoria, proclaman la presencia de sus países con una cruz en sus respectivas banderas. Asturias, entre nosotros, también la airea con orgullo.

Así están ahora los dos frentes que se acercan y alejan según los momentos con demasiadas dudas sobre el camino a seguir, mientras muchos pretenden negar tantas verdades sin acertar con la manera de proclamar y afianzar la libertad verdadera.

Y allá en su ignorado rincón, el Partido Comunista español, sin enterarse de nada y rodeado de los escombros que amontonó el fracaso de sus ideas, proclama que todavía tiene un futuro, ¿dónde, cómo, cuándo piensa imponer su tosca dictadura ya tan superada?. La actual tiene otro estilo, es engañosa porque viene disfrazada de libertad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo fui comunista durante años, hasta que se derrumbó la Unión Soviética y empezamos a considerar tanta falta de liobertad para sólo lograr que la miseria se hiciera eterna. Albania, Cuba ahora son un ejemplo. Con el pequeño trozo de libertad que ahora disfrutamos me conformo, aunque no sea total.

Anónimo dijo...

Yo fui comunista durante años, hasta que se derrumbó la Unión Soviética y empezamos a considerar tanta falta de liobertad para sólo lograr que la miseria se hiciera eterna. Albania, Cuba ahora son un ejemplo. Con el pequeño trozo de libertad que ahora disfrutamos me conformo, aunque no sea total.

Cami dijo...

Solo hay que leer Imperio Gulag para saber que es ser comunista.
Es una locura de tal calibre, que en unos años no se creera que fuera posible un horror como el de la URSS, China, Camboya...