"De profundis" que suena a latín y a las profundidades me tiro de cabeza y que salga de aquí lo que Dios quiera. Yo tengo una aleluya en la 5ª acepción de la palabra, en la de verso aburrido y sigo con él. Ya he repetido que nuestra vida es, al fin y al cabo, vida vivida, es decir, sólo recuerdo. Es lo que tenemos. El futuro sólo se nos presenta como una posibilidad, una posibilidad que cuando ya disponemos de ella deja de ser futuro para transformarse en presente que, a su vez, desaparece también con sólo considerarlo. Se convierte en pasado en un instante. El presente dura poco, únicamente lo que tarde en presentarse. Tiene una fecha de caducidad muy limitada. ¡Qué le vamos a hacer!
El caso es que ahora me surge, como una derivación de todo esto, otra verdad realmente incontestable aunque no queramos reconocerla fácilmente, quiero decir que tratamos de negárnosla a nosotros mismos. Incluso en el sencillo acto de mirarnos en el espejo, nos creemos que somos lo que éramos y no es así. Esta nueva idea me adentra en un problema que me cuesta solucionar. Noto, pues, que la vida, nuestra existencia camina contra corriente. Por un lado pensaba que nuestra vida es vida vivida, recuerdo, pero a la vez que no somos ahora lo que éramos antes. No soy lo que era, pero sin embargo, mi vida es la que fue, pues no tengo otra segura. Ocurre que mi vida la vivió el otro, el que era y al que soy ahora sólo le queda el posible futuro para "fabricarse", si le da tiempo, otra nueva que recordar.
Con todo este lío que mejor es olvidar, me fijo en el tiempo, en su transcurso. Ese que se nos escapa aunque vaya dejando a su paso su huella que es la que consigue que comprobemos que ya somos asi de distintos. Y al analizarnos como pura historia que al fin somos, saber que tenemos que dejar el porvenir en las manos del azar al que debemos, sin embargo, enfrentarnos para intentar embridarle.
Todo va quedar en el marco de las meras posibilidades. Por eso es la historia, la nuestra, la de cada uno, lo único que puede definirnos. Para consolarme me encuentro con Cicerón, ese famoso del Senado romano que dijo de la Historia muchas cosas, entre ellas que era "vita memoriae", vida de la memoria, "lux veritatis", luz de la verdad y "testis temporum", testigo de los tiempos. Pero también eseguró y es lo que puede insuflarnos algo de ánimo después de las vacilaciones que me han tambaleado que para adentrarse con su enseñanza en ese futuro al que hay que enfrentarse con las armas adecuadas, la Historia, también la nuestra, es "magistra vitae", maestra de la vida. Es el consuelo de los viejos que la han tenido de maestra tanto tiempo, aunque lo más seguro es que al final de todo, nadie les haga caso y sea entonces la propia Naturaleza la que se rebele y creyendo que les libera, los prive de la memoria su única arma ya. ¡Qué faena! Y a ver quien me saca a mi ahora de las profundidades en que me he metido.
lunes, 16 de noviembre de 2009
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1 comentario:
¡¡¡Eureka!!!
Creo que la cuestión esta en que hay que diferenciar entre: "Vida" y "Ser", dos acepciones distintas y por tanto no tienen que ser coincidentes.
Pues si no me he liado mucho, parece que si, que la vida, es la vivida, no hay otra.
Y yo, soy el que soy, no el que he sido, ni el que seré.
En fin, no se si es mejor dejarlo en aquellos de: "No somos nadie y menos desnudos"...
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