sábado, 26 de diciembre de 2009

DIABLOS CON ROSTRO HUMANO

Provincias Vascongadas. Corramos el velo del disimulo político y hablemos con claridad y señalemos al PNV, a los curas vascos, tantos, con Setién a la cabeza, siempre Setién, todavía Setién, y a Ugarte con los señoritos falsos señores de boina. Con Arzallus, muchos arzallus. Ya saben, ese de rostro que no sonríe, frailón antiguo siempre temible que en un momento se transformaba en huracán arrollador e incontenible (ahora parece que menos; que la edad no perdona). Vascos del PNV, volcanes en erupción, anasagastis e ibarreches que vomitan acusaciones y amenazas sin control ni freno y que ya asustan menos. Orates que se nutren de la insania de ese pandemonium que parece ser su Partido que pagaba a las familias de "esos chicos" por asesinar por la espalda. PNV y otros con menos caretas, demonios todos, demontres, luzbeles, belcebúes, diantres, diaños, mengues, satanes, cachanos, mefistófeles, patetas, ayacuás que de todas estas maneras y de otras muchas que me ahorro, se denomina a los demonios. Demonios que a veces quieren semejar al gran diablo poderoso y destructor, verdadero satán o mefitófeles falsario y otras se quedan, tan sólo, en unos ayacuás o demonios pequeños, pero siempre dañinos. Demonios, demoniejos, demoñuelos, qué más da. Es el maligno que ensombrece, ensombrecía más, a una parcela de España otrora amable por quererla convertir en un "casus belli" entre la gente pacífica y bienintencionada y los simples e ignorantres embaucados por luzbel Setién, luzbel Ugarte, luzbeles curas guipuzcoanos (170 dicen), diablos del PNV también, en muchos casos mengues tontilocos o endemoniados y tochos o diantres seguidores de un jefe por la ganancia (que ahora parece que puede desaparecer) y por la presunción.

Diablos de ceño adusto, de rostro duro, carotas impávidos, renegados con gesto de desagrado (Setién, tú sobre todos) petulante, desabrido maestro de tantos que escupen mentiras conociendo su falsedad porque viven del error, del terror, del chisme y de la exageración, del fingimiento si así conviene y del disimulo. Cobardes al fin, capones escondidos o arropados por un terrorismo al que miran con complacencia. Día llegará - ahora podemos vislumbrar la ruta a seguir para conseguirlo- en que la verdad se imponga en esa tierra desgraciada y los diablos, todos, irán descendiendo a unos infiernos especialmente preparados para acoger a los engendros que en ellos fueron creados sin duda.

Que así sea.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Soy Lucio Munguía Lainz y vivo en Tolosa, de abolengo vasco de no sé cuantas generaciones y ahora, que ya me atrevo a decirlo, estoy de acuerdo con todo lo que dice: Han sido y son demonios que tienen asustrados a medio pueblo. Parece que ahora las cosas pueden empezar a cambiar y que cada uno podrá pensar como quiera sinmmiedo a nada ni a nadie. Yo ya empiezo a manifestar lo que pienso.