Sentado en una roca de cara al horizonte difuso, observo las olas, olitas más bien que se acercan hasta mi tratando de salpicarme sin duda al toparse con la roca esta en que me sustento.
--¿Sólo una roca tienes?
--Una roca sí en la que me siento seguro, aunque relativamente todo hay que decirlo, porque los vientos y la lluvia tantas veces, se divierten conmigo mientras no encuentro nada que me sirva de cobijo. Creo que las nubes, la luna desde luego y el sol también, se mueren de risa al verme víctima de sus juegos. Y hasta los pajaritos diría yo se ríen de mi situación al haberme creído seguro en una triste y solitaria roca. Y no digo nada de las serias gaviotas que, a veces, cuando me sobrevuelan, lanzan sus desagradables graznidos como risotadas salidas de unas gargajosas gargantas. Sin embargo te confesaré, y fue mi gran equivocación, que me sentí satisfecho cuando pensé, tiempo atrás, que al agua que es lo verdaderamente peligroso, no me caería cuando juzgué un hallazgo este lugar que me sirve de sustento, mi solitaria roca en medio de un mar escondido en esta revuelta de la tierra que le proporciona aires de pequeña bahía cobijadora. Y lo peor es que ya es tarde para reaccionar.
--¿Te faltan las fuerzas?.
--Quizá las fuerzas no es lo que más echo en falta, alguna queda, lo que no veo son cobijos libres a los que acceder. Además ha entrado uno ya en una época en la que la marcha atrás no funciona, sólo persiste el presente.
--¿Y el futuro?.
--El futuro si llega viene envuelto en un presente siempre corto, porque, amigo, quizá tú lo ignoras, luces todavía aires juveniles, pero cuando se es especialmente persistente con la existencia como ya es mi caso, queda uno encasquillado en el visible presente. Nadie le fía ni un corto tiempo futuro. No queda más remedio, pues, que continuar. Y en la continuación está uno empeñado. Porque a pesar de los vientos, las lluvias y los graznidos tan cruelmente hilarates de las gaviotas, uno aspira a seguir.
--Un triste destino...
--No tan triste si uno acierta a adornarlo.
--¿A pesar de esas molestias que señalas?
--A pesar de ellas, venciéndolas con la única arma de que ya se dispone, con la cabeza, no a cabezazos claro, sino con imaginación. A la imaginación la alimentan los recuerdos, también las fantasías a las que se puede recurrir, pero embridándolas para que no desemboquen en unos delirios en los que se perdería uno sin remisión.
--Un equilibrio difícil...
--No tanto si sigue uno dominando la situación, quiero decir, la interior que es la que importa. El equilibrio se hace estable con la voluntad.
--¿A pesar de esos vientos, esas lluvias, esas persistentes molestias en fin?
--Mira, todo eso, tantas molestias, incluso tantos sinsabores, tantas decepciones, todo eso junto se denomina existencia, para que vamos a engañarnos, no hay otra que yo sepa en este mundo. Por eso debemos aceptarla tal como viene. Y como te decía antes adornándola con la mejor voluntad y con unas cuantas dosis de resignación.
jueves, 4 de marzo de 2010
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2 comentarios:
Soy Luis López Sañudo y me he topado con su artículo. Qué razón tiene. La existencia es como usted dice, engaños y desengaños junto a las equivocaciones en que terminan lo que pensabamos que eran aciertos con que ibamos a asegurar nuestra vida. No cabe más que la resignación y encima sonreir porque podría ser peor.
Muy interesante tu blog, realmente, para mi sobre todo, que ignoro mucho sobre ese país (mi madre es de apellido Tanoira, de Galicia).Llegué acá desde el blog de la Revista Cabildo, que cada tanto leo pues le hace justicia a los militares argentinos que combatieon a la guerrilla, pero, te comento también ( y lo digo porque no sos argentino) que esta gente es de idiología nazi, totalmente y sedevacantistas, aunque todo ello tratan de disimularlo, pero es así. primeo son sonrisas, luego no publican los comentarios que no les convienen por mas sesudos y fundados que sean. Engañan a la gente, que en Argentina no tenemos un verdadero nacionalismo, pues los otros grupos se van a la izquierda, estamos jaqueados.
un saludo Marta Apolinario
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