lunes, 18 de octubre de 2010

LO NATURAL NEGADO

El otro día citaba a los anarquistas, gentes ilusas que pretenden vivir sin sujeción alguna a jerarquías y a cualquier organización basada en leyes impuestas. Una utopía, doctrina en fin halagüeña sin duda, pero irrealizable. Esta postura política se contrapone con la que verdaderamente ahora se vive, se sufre. Ni lo uno ni lo otro, oiga, porque ahora nos cercan, leyes y más leyes que atenazan al indefenso ciudadano frente a cualquier decisión de los poderes constituídos, sin duda siempre opresores en mayor o menor grado. No hay que llegar a las dictaduras para sentir esa sujeción. Está presente siempre marcando el camino impuesto con prohibiciones a derecha e izquierda, de la derecha o de la izquierda.

La cosa tiene difícil arreglo.En España se niega oficialmente la existencia del denominado Derecho Natural. Algunas universidades han reclamado la inclusión de su estudio en la carrera de Derecho. La respuesta ha sido que "no existe tal derecho". Observamos con esto que la razón destruye la verdad. Cuando el hombre se considera suficiente pretende desatender hasta a la propia Naturaleza y a cualquier otra idea superior al mismo hombre por supuesto. No existe el derecho natural, sino el derecho racional se dijo cuando la Ilustración se creyó capaz de alcanzar cualquier meta. Y ante esa imposibilidad manifiesta, daba pie al relativismo que hoy impera y confunde.

Pero todo esto ocurría en el siglo XVIII aunque para los llamados "progresistas", no se trata de una situación superada. Siguen afirmando que no existe lo natural, sólo lo racional en el campo de las leyes. Con esto las dictaduras, comprobamos, han tenido el camino abierto para imponer las ataduras que creían necesarias para sujetar a los ciudadnos a su antojo. Y también las democracias por lo que vemos.

¿Por qué niegan estos "proguesistas" lo que se tacha de natural? La respuesta es sencilla: porque históricamente los creyentes -que eran la mayoría dentro de las distintas formas de ser cristiano- basaban, y basan si duda, ese derecho como su soporte último en el mismo Dios, sin darse cuenta esos "progres" sólo destructivos y que no necesitan ninguna Suprema Ayuda, que el derecho en general puede y debe fijarse sobre todo en la propia Naturaleza y en la esencia del mismo hombre, con lo que, quieran o no, desembocarán en lo natural para que la justicia impere. ¿Cómo si no los derechos humanos que predican las NN.UU. y la misma Unión Europea van a ser verdaderamente humanos?. Hasta nuestra propia denominación, hombre, viene del latín "homo", "el nacido de la tierra", ¿hay algo más natural?

No todas las leyes, por supuesto, resultan intolerables, algunas, muchas a través de los tiempos fueron salvadoras. Remontémonos en la Historia y fijémonos como ejemplo en unas de las que nosotros los españoles podemos enorgullecernos, son las llamadas Leyes de Indias perfeccionadas luego con las Leyes Nuevas para la protección de los indígenas de América. En la actualidad, la ONU y la UE, dijimos, promulgan normas generales imprescindibles y generosas. Luego los gobiernos, muchos al menos, el nuestro desde luego, nos inundan con normas, leyes, artículos y procedimientos lucubrados por cerebros no muy lúcidos tantas veces, pero sí interesados en protegerse ellos mismos y sus ideas, y rescatando, porque son incapaces de encarrilarse por otro sendero, dieciochescas ideas de las que surgió, dijimos antes, como no podía ser de otra manera, el relativismo -nada es absoluto- de quienes se niegan a aceptar verdad alguna.

Y el ciudadano de a pie que no puede refugiarse en ningún anarquismo imposible, se cobija tan sólo en las esenciales y quizá pequeñas cosas que le distraen, sin decidirse a otear algún horizonte liberador.

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