martes, 18 de enero de 2011

EL COLOR DEL CRISTAL

"En este mundo traidor nada es verdad ni es mentira..." que dijo Calderón, el de la Barca que, según afirman algunas crónicas, allá, cerca de Torrelavega, alguno de sus ascendientes se dedicaba a pasar el río de una orilla a otra, a los que se lo solicitaban, que para eso era dueño de la embarcación. En fin, la frasecita la dijo don Pedro y casi la comprobamos nostros a diario con solo asomarnos al ventano de la ineludible televisión y, seguro también, la hojear y ojear cualquier periódico donde se recojan las ocurrencias de nuestros políticos, sobre todo de los que mangonean el cotarro. Nada resulta verdad en tantos casos y tampoco mentira total en otros.

Esto de la verdad tiene muchos intríngulis. Uno, desde luego intenta ir por este mundo en pos del camino verdadero, cada cual a cuestas con su verdad, esa creencia que se encierra en la intimidad de cada cual y, quizá, al apreciarse individualmente haya que considerarla, tan solo, propia de cada uno y no válida para todos.

Oiga, pueden decirme, se adentra usted con estas ideas en el superado campo de los existencialistas. Y confieso que puede ser, ya que en mi juventud era la filosofía de moda con la que los jóvenes intentábamos alguna rebeldía dentro del orden que reinaba en nuestras vidas. Kierkegaard y sobre todo Sartre, con sus libros adquiridos a escondidas de la censura imperante eran digeridos a medias dada nuestra preparación. Pero la realidad es que con los años se simplifican las cosas y ahora cuando se ha comprobado que tantas ideas han resultado volanderas y han sido arrastradas por el viento de sus propias contradicciones, se llega a la conclusión de que esas verdades vigentes con el principal apoyo de la intimidad de alguno, resultan solo aparentes, ilusorias tantas veces, irreales en fin o francamente inexistentes por lo que uno prefiere la compañía de Aristoteles nada menos o de alguno de por allí que ahora no recuerdo, que enseñan algo tan sencillo para distinguir la verdad en toda su amplitud y simplicidad, con solo una frase tan fácil que todos la entendemos. Es esta, más o menos: "Verdad es decir de lo que es que es y de lo que no es que no es".

Como consecuencia, en el otro extremo puede surgir -y lo hace tantas veces- esta otra realidad, la equivocación disfrazada de verdad, cuando se afirma algo que concuerda con lo que pensamos, aunque eso que pensamos como verdad no lo sea. A eso lo llaman verdad moral, alejada, por supuesto de la real.

En fin, los periódicos y la televisión por ejemplo, hablan demasdiado de Zp. que lanza entre sonrisas (ahora menos abundantes) frases, conceptos, promesas que, al pasar página, son desmentidas por Rajoy, pongo por caso y uno entonces se va a dormir con una verdad innnegable, una verdad tan real que no desaparece sino que aumenta cuanto más se considera.Esa verdad tan real se llama duda y confirma el acierto del barquero, quiero decir de Calderón: "Nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira...". Mientras, los políticos creen que nos engañan y son felices. Y cobran encima.

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