Llega la Navidad. Las luces festivas nos la anuncian. Luces que muchas veces parecen transformar la celebración que se acerca en una nueva representación de la Feria de Sevilla, pero sin sevillanas ni manzanilla. Luego, sin embargo, fijándose bien en alguna de las ahora adornadas calles madrileñas, comprobamos que sí nos ofrecen cierto aire navideño: "Fiesta, amistad, risa, amor" nos proclaman, que bien pueden casar con la festividad que los cristianos rememoran, aunque, claro, se haga sin declararlo públicamente en un país como el nuestro que presume de laicista, democrático y abierto. Tan abierto que cierra en lo posible -y aquí está el contrasentido- el fundamento de tal celebración. Pero queda la intimidad de cada cual y quedan las comidas, la de Navidad y antes la Cena de Nochebuena. Y que nadie se sulfure al ver que destaco lo que, a la ligera, podría tacharse de glotonería. Las comidas tienen su abolengo e importancia y hasta el regusto íntimo del compañerismo que, al fin y al cabo, nos lo trae la acción de comer de un mismo pan. Con pan, compañero. Nada menos que "Compañeros, pan compartido en hogar de barro endurecido" que dijo el poeta tan cercano.
Y hay más, el hecho de participar de la mesa encierra en sí la idea de amistad y de perdón incluso. Nos llega de Oriente la idea e incluso de más cerca. En la Roma clásica, el sentar a la mesa a un esclavo era una forma de manumitirle. Y aún hay otros motivos para aceptar y valorar esas comidas festivas y más las de Navidad. En la comunidad judía de donde nos llegan tradiciones y creencias, el sentarse a la mesa para comer guardaba su rasgo religioso: el "pater familiae", dicho sea en latín ya que el arameo me pesca un poco alejado, bendecía el pan que luego iba entregando trozo a trozo a los demás comensales que así participaban de esa bendición. Y Jesús, sí, Cristo que eligió el ámbito judio para acercársenos -lo que ahora festejamos pensando en su Nacimiento- no rompe la tradición y también utiliza la acción de sentarse a la mesa en un banquete para atraerse a publicanos y pecadores donde les concede el perdón, rehabilitándolos.
El final de su vida en la tierra, lo remata también comiendo con sus discípulos en la Última Cena donde hizo perdurable su presencia entre nosotros, precisamnete bendiciendo y repartiendo el pan como un auténtico "pater familiae". Al fin y al cabo el Padre de la familia cristiana.
Así que felicidades y que aproveche.
domingo, 29 de noviembre de 2009
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2 comentarios:
Caro Pater:
Pues yo llevo un par de años intentando liberarme de dos compromisos que aunque se celebren en Navidad, poco tienen que ver con ella:
El primero es el haber dejado de comprar lotería.
Era una esclavitud tirana y agobiante.
Tenías que comprar lotería del bar del desayuno, de los amigos de toda la vida, del trabajo, pero de este y de los anteriores, del grupo de compañeros de las carreras, si tomabas un café en un bar con alguien había que comprar, si salias a cenar con los amigos y te ofrecían, como no ibas a coger un décimo...
Me he liberado desde hace dos años, y no veas con que alegría miro como los demás van cargados de décimos y participaciones.
El segundo compromiso del que también me he librado, es el de las mal llamadas cenas Navideñas, que aunque pudieran llegar a tener el afán que comentas en el post, eran otro suplicio.
Era comer y cenar varias veces en las tres semanas hábiles de diciembre, con unos y con otros, con quien te apetecía y con quien no...
Y de Navidad, ¡nada!.
Solo era comer y beber, copas y más copas, comidas hasta reventar y todo en un ambiente mas propio de las fiestas del solsticio de invierno, que es a lo que vamos encaminados que a festejar la Navidad.
Ya que sacas a colación al pueblo judío, una de las cosas que envidio de ellos es su capacidad para mantener las tradiciones inmutables a lo largo de los siglos.
Envidió la manera en que durante más de 3.000 años traspasan las mismas creencias, tradiciones y costumbres de padres a hijos, sin importarles nada más.
En estas fechas, ya solo mantengo una comida, la que celebro con mis amigos de manera ininterrumpida desde que salimos del cole, el mismo día de Nochebuena. Y aunque no tiene tampoco mucho de Navideña, si lo tiene de amistad y de tradición, que algo de esto también es la Navidad...
Ya había contestado a tu comentario y a tus quejas por tanta lata con comidas y otras exageraciones que se hacen casi obligatorias en estas festejos navideños. Pero no sé qué pasó que se esfumó lo que dije. Lo repito más o menos: yo que soy otro Cami desde que nací aunque aquí aparezca como anónimo debido a problemas tecnicos, debo decirte que, mientras se está en activo, acaso haya que transigir algo y participar en este mundo que se ha creado. Suele llegar el momento en que le retiran a uno y sólo queda "...esperar como única tarea/ver el sol, la nube, que acaso llueva/o ver desde dentro que escampe fuera/que la hoja caiga o la flor flrezca".
Bueno, en realidad, todo ha sido una disculpa para copiar aquí estos versos, como una nota pesimista a la que soy tan aficionado. Pero ya sabes, los pesimistas suelen tener razón, pero los optimistas lo pasan mejor. Yo, por mi parte estoy deseando que me dejen tranquilo para ver "si escampa fuera" y me voy a dar una vuelta.
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