La experiencia nos enseña. Bartina, el poeta de la duda, en la mitad del XIX nos lo muestra como buen observador que era al parecer. Decía así don Joaquín María, que este era su nombre de pila, (ahora que muchos no se bautizan, su nombre dejará de ser de pila para pasar sólo a ser de registro). Esto decía Bartrina: "Oyendo hablar a un hombre, fácil es/acertar dónde vio la luz del sol;/si os alaba a Inglaterra, será inglés;/si os habla mal de Prusia, es un francés,/y si habla mal de España, es español". Conocíamos todos esta observación que además de reconocer, quizá, una realidad bastante extendida, contribuye con su crítica a aumentarla.
Recordaba yo estos días los versos de Bartrina al lamentarme de la desaparición del gran actor Manuel Alexander, mientras pasaba revista mentalmente a tantas y tantas películas españolas que ahora celebramos y que tan bien paradas salen si las comparamos con las que actualmente se producen en España. Me refiero a los filmes aparecidos, más o menos, desde los años sesenta, y quizá antes, hasta el final del siglo. Auténticas obras maestras muchas de ellas que ahora rescatamos con avidez y que, en su momento, casi eran despreciadas por la gran masa de espectadores. Qué grandes actores, desde los protagonistas a los secundarios, como el llorado Manuel Alexander que, por lo que dicen, quiso ser actor dramático, pero siguiendo el consejo de su maestro que se fijó en su físico, se dedicó sobre todo a los papeles cómicos. Y acertó y con ello nos encantó durante tantos años.
* * *
"Y si habla mal de España, es español", decíamos. Aunque ahora, observo, no parece actual tal actitud. No se habla mal de España, al contrario, se la pondera y se la ensalza en lo que se puede. Las críticas tan abrumadoras van por otro camino y encierran en su entraña, un auténtico dolor por España. Son tantas las cosas negativas que nos sacuden que la crítica surge expontánea, pero contra los políticos tan mal valorados en las encuestas, claro. Un ejemplo reciente que nos llena de indignación, una más: hoy nos enteramos de que ZP, el gran culpable, sigue dando motivos para criticarle y lamentar los destrozos que continúa ocasionando a nuestra Patria por el sólo motivo de continuar en el poder. Para conseguir que los presupuesto del año que viene sean aprobados, con toda desfachatez, el de León, acuerda con el PNV que no gobierna, lo que le pide ese separatista, antiespañol declarado que responde por Urcullu, dejando al lendakai, socialista, con el "cullu" al aire. Claro que están justificados los gritos de Zapatero dimisión, lancémolos bien alto ahora sí, que ya no estamos en presencia del Rey ni ante la bandera ni rezando la oración por los caídos que los tres tanto respeto nos merecen.
A esta situación tan enrarecida nos ha llevado esto que aquí llaman democracia que la única libertad que nos brinda es la que se denomina libertad de expresión, porque saben muy bien que las palabras y hasta los gritos, se los lleva el viento, mientras los políticos siguen inperturbables en pos de sus intereses espurios y hasta inconfesables tantas veces. De democracia, en el sentido auténtico de la palabra, nada, el ciudadano no se beneficia de ella. Se trata ésta, la que sufrimos, de una democracia que la mangonean entre sí los partidos políticos, mientras el pueblo asombrado observa sus tejemanejes sin poder intervenir. Es que el pueblo decide en las elecciones, nos dicen sabiendo que nos engañan, porque las más de las veces no llega al poder el triunfador, sino el conglomerado de minorías -despreciables muchas de ellas- para decidir sobre todos nuestros intereses, según sus conveniencias y siempre de espaldas al pueblo.
Es lo que nos ha tocado por lo que se ve. ¿Todo malo? No,claro, hay, a veces, algo que nos hace sonreir y nos da motivos para que la esperanza no muera. Ayer comprobé lo que ya suponía: España no solo triunfa en el deporte, que lo hace de forma tan gratificante, sino que, digámoslo, entre nuestras exportaciones la principal es la tecnología industrial, seguida de la industria quimica, tecnología de la información y de las telecomunicaciones y también entre otras exportaciones figura la moda, lo que con todo ello nos alejamos de aquellos tiempos remotos en que España, aunque mandaba en el mundo sí, se conformaba con las victorias bélicas y con nuestra América, mientras que hasta nuestras lanas de las acreditadas ovejas merinas, las exportábamos al norte para luego gastarnos los dineros comprando los paños que con ellas fabricaban. No, España ha conseguido salir al mundo con su técnica y con la fuerza monetaria de sus principales empresas. Ahora al continente americano no se va con la espada sino con la pujanza empresarial de muchos. Que Zp se largue antes de que todo lo conseguido antes de que él llegara, se malogre de todo.
sábado, 16 de octubre de 2010
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1 comentario:
Pasé por aqui a dejarte un saludito. Gracias por comentar mi blog, seguiré de cerca el tuyo.
Un abrazo
La cucharita
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