martes, 30 de octubre de 2012

¿YO SOY YO?

Uno nace sin previo aviso, sin saber donde ni de quien y le plantan aquí sin posibilidad de regateo ni opinión alguna con el sello correspondiente: "Este eres tú" te vienen a decir y así  en la inauguración  de la vida uno pasa a ser yo, pronombre personal de primera persona con el que se nombrará y por el que él mismo pasará a reconocerse. Todo se lo han dado decidido desde que palpita en este mundo: lugar de nacimiento, forma física, carácter y antecedentes familiares. Y lo sorprendente es que en general se acepta y hasta en ocasiones se enorgullece  uno de todas esas características que le vienen dadas sin intervención personal en la elección. Y con ese cuerpo que le ha tocado en suerte debe de comenzar su andadura.  Dentro de ese cuerpo, sabiendo, si lo piensa  bien, que él, exactamente, es otra cosa pero que debe servirse de ese soporte para subsistir en este mundo.

Quizá entonces, por todo ello,   haya surgido  el concepto de alma que ya Platón reconocía. Porque se entiende fácilmente que uno no es esas piernas con las que anda, ni esas manos de las que se sirve, ni siquiera esa cabeza con la que piensa y que resulta más o menos dotada, más o menos capaz, con un límite en el desarrollo de la inteligencia  que uno tiene que manejar, pero que  tantas veces le deja en la estacada ya que no puede solucionar,  satisfacer a ese yo con el que nos reconocemos  y que es intangible, invisible, imposible de reconocer con los ojos y, sin embargo, que resulta lo más auténtico de nosotros mismos y con el que nos identificamos.
Hay un cuento, "El ensimismado" se titula que narra la angustia de un hombre que en el colmo de su ensimismamiento se sentía alejado del cuerpo en que estaba cobijado, prisionero en verdad, hasta que un día  -leemos en el cuento-  "dejaba de funcionar y entonces, él, ligero como una brisa suave, abandonaba ese cuerpo ya inerte y, por fin, se reconoció: solo era -y es banstante- eso, una brisa, un soplo, divino sin duda, tal como indica la Biblia, que emprendía el viaje definitivo, mienttas se sentía , por vez primera, auténtico y verdaderamente íntimo de sí mismo".

Ya sé que en estos tiempos  en que se piensa que la técnica y la ciencia nos arregla casi todo, estas divagacones con las que me divierto, resultan hasta ridículas para tantos, porque con ayuda de esa ciencia se piensa  que se llegará a explicar todo lo que ahora nos parece incomprensible. Claro que ya los científicos, cualquier médico incluso, puede desmenuzarnos el funcioinamiento del cerebro,  máxima representación de nuestra personalidad, decirnos donde y como se produce tal reacción, pero esa "sabiduría tan técnica" me deja -puede dejarnos al menos- en un fuera de juego auténtico a los que nos sentimos muy distantes de la  mera explicación técnica.

Ahora se ha festejado mucho y es lo suyo el descubrimiento del llamado bosón de Higgs, principio, dicen, de la materia, lo que ha llevado a bautizar tal hallazgo  nada menos que de "partícula Dios o de Dios" lo que da idea del asombro de los propios científicos. Pero exageran sin duda en la denominación y con el paso del tiempo, con los nuevos y sorprendentes decubrimientos que  se alcanzarán,  se podría esbozar una sonrisa, ante el pasmo que ha producido este, por supuesto, gran adelanto. El mismo pasmo que posiblemente causó cuando se estableció que el mundo estaría formado por los cuatro elementos enumerados por los griegos: tierra, fuego, agua y aire. Fue el principio, pero desde entonces, el hombre, muchos al menos,  continúan sientendo el ansia de libertad para lo que tratan de evitar caer prisioneros de un mera explicación técnica de su existencia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tiene usted razón, somos más que el cuerpo, quizá seamos el alma únicamente, pero es difícil identificar el alma que tenemos y cuando estén varias reunidas ¿sabremos cual es la nuestra si hemos dejado la cabeza en la tierra con la que pensamos?. Leyéndote has conseguido meterme en un verdadero lío.