El Tribunal Supremo, máximo recurso con que se cuenta en lo que atañe a la Justicia, es ahora una derivación de la situación política que sufrimos los españoles desde que Felipe González con la Ley Orgánica del Poder Judicial, dio la puntilla a Montesquieu y a su fórmula de la separación de poderes, (legislativo, ejecutivo y judicial), con la que se podía aspirar, siquiera, a vislumbrar la posibilidad de alguna libertad. Por eso la cercenó, sin duda.
Estamos, pues, en manos de los políticos, esos personajes a los que votamos y que ellos mismos, en general, se van desprestigiando con su actuación. La asignatura de Educación para la Ciudadanía es ya obligatoria por decisión del Tribunal Supremo, lo que no es óbice para que en conciencia se la objete por una serie de motivos valiosos y respetables en los que muchos creen. Otra cosa es que se acate (en la segunda acepción de la palabra) es decir,que se obedezca la sentencia aunque sea, sin duda, a la fuerza.
Un político para justificar la necesidad de impartir la dichosa asignatura, no se le ocurrió más que preguntar en público, esto:"¿Qué mal hay en enseñar a un niño como se coloca un preservativo?" El político, claro, fue José Blanco, ese hombre que nunca se ríe a diferencia de su jefe que lo hace siempre. ¿Qué se puede esperar de un tipo así!.
En mi época, con la Dictadura, me adoctrinaban o trataban de hacerlo, con la asignatura de Formación del Espíritu Nacional. Ahora se hace con Educación para la Ciudadanía. El caso es deformar las conciencias para dominarlas en definitiva. Por eso es necesaria la objeción siquiera interna, la rebeldía en fin.
domingo, 1 de febrero de 2009
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