viernes, 25 de julio de 2008

AÑORANZA

Hoy es la festividad -sólo en cinco comunidades- de Santiago, patrono de España. No sé si fueron los sones del "Capricho español" de Rimsky-Korsakov o la jota de Bretón o los "Suspiros de España" oidos en una plaza pública al anochecer cálido de mi tierra, lo que me hizo suspirar por lo que pensé que era mío desde siempre y que me lo arrebataban.



Las banderas rojas y gualdas adornaban muchos balcones en un esfuerzo de tanta gente por intentar que permaneciera lo que siempre había conformando la tradición de nuestro pueblo, lo que fue su repertorio de buenas costumbres.



Por eso es Santiago patrono de España. ¿Por qué? porque así lo decidió el pueblo cuando vivía el medioevo y tenía el grito de "Santiago y cierra España" como grito guerrero para iniciar la batalla conta los musulmanes. Porque el apostol Santiago ayudó en la victoria de Clavijo a Ramiro I , rey de Asturias, allá en la mitad del siglo noveno. Lo vieron o se lo creyeron -¡qué más da!- venir sobre un caballo blanco zurrando a los moros que nos habían arrebatado España y nos cambiaron el camino a seguir.



"Oiga -dicen algunos incrédulos- si por lo visto Santiago no vino a España, que parece que fue San Pablo el que llegó, según dicen, a las últimas tierras de Occidente". Y a mi qué me importa lo que sólo se puede demostrar, si es la imaginación la que proviene de la memoria y la memoria histórica de mi pueblo me dice que vino Santiago y que está enterrado allá donde acaba la tierra, cerca de Finisterre. Y lo creemos tanto, tan grande es nuestra memoria que hasta se extendió lo que tan claro creíamos nosotros gracias a lo imaginado, por el resto de Europa y de allá vienen desde el siglo IX (y de tanto venir hicieron camino) a rezar al santo que nuestra memoria, es decir nuestra imaginación allí le hizo perdurar.



Y con la penetración humana desde otros países, nos llegaron beneficiosas corrientes económicas y culturales. Otra dádiva que nos proporcionaba el apostol. ¡Como para no creer!



Y tan profunda ha sido la memoria y la devoción , el agradecimiento de los españoles que, miren, podemos llegar hasta Jamaica, hasta Chile, hasta Ecuador, hasta Méjico, hasta Panamá, hasta Santo Domingo, hasta Cuba, qué sé yo hasta qué más sitios, y en todos hay un Santiago nombrando a una ciudad, un río o una montaña.



Pero ahora Santiago, patrono de España, sólo se celebra en algunas comunidades, porque la memoria histórica no es que se pierda, es que se trata de borrar por parte de unos gobernantes sin antecedentes, plebe política, hijos de nadie que traen -dicen- una asepsia intelectual inventada que no es incolora por supuesto, ni inodora porque apesta, aunque sí insípida por su falta de viveza, espíritu y gracia.



En fin, una gente, porque son los mismos, tan ingnorante , malévola, destructiva y sin fundamento que cuando se indicaba en la Constitución los colores nuestra bandera, pelearon porque no dijeran roja y gualda, sino roja y amarilla por imaginar muy tradicionalista la palabra gualda, sin saber que lo que siempre se quiso explicar al nombrar a tal hierba, era el tono de amarillo deseado, lo que, con ardor, trató de explicar Camilo José Cela.



Las banderas que adornan tantos balcones en la festividad de Santiago en mi tierra, representan la resistencia de tantos a que nos arrebaten nuestras costumbres. Son como unos reales suspiros de España mientras se resiste. O suspiros por España quizá, no sé, porque no quiero pensarlo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues mejor pensarlo así, porque es la única manera de intentar recuperarlo, saber que nos lo quieren quitar.Cami