Cuando uno se pone a escribir y no sabe de qué, se pone a pensar, lo que de ningún modo es tarea despreciable, aunque la importancia de tal decisión dependa del caletre del pensador. Cuando ese caletre es de alguna importancia y se piensa en algo que no sea práctico, puede adentrarse uno en el amplio terreno de la filosofía que, precisamente, se ha tachado de la ciencia más inútil de todas las ciencias, aunque sea la más elevada. Para aceptar esta afirmación no hay más que fijarse en cualquier otra ciencia, la física, por ejemplo, la médica, la química y tantas otras de las que se sacan consecuencias prácticas, tangibles, notorias, hasta salvadoras. Con la filosofía únicamente tratamos de conocer aquello que es cognoscible. Luego, naturalmente los filósofos se recrean con el conocimiento de la esencia de las cosas y la interpretan de diversas maneras, pero de ahí no surge ningún resultado práctico, utilizable. Las cosas siguen siendo como eran independientemente de su interpretación.
Normalmente siempre decimos que la filosofía nació en Grecia. Nos solemos olvidar del Oriente, China, la India, acaso Egipto. Nosotros con el trío famosos de Platón, Aristóteles y Sócrates nos arreglamos para empezar, porque en realidad nos lo han contado todo y de una forma bastante comprensible. Luego los demás, ya en tiempos más cercanos, Bacon, Descartes, Locke, Hume, Fichte, Hegel, Kant, etc. nos complicaron las cosas y lo fácil se fue enrevesando hasta hacerlo demasiado espeso para considerarlo a la ligera. Alguien dijo que las páginas y más páginas de la filosofía alemana, podrían resumirse en una cuartilla. Pero no lo hicieron.
A pesar de todo lo dicho, hubo un filósofo, Séneca, español por más señas que sí me interesó y fue, sobre todo, cuando empecé a preocuparme por la libertad considerada como una aspiración personal. Aspiración o ilusión que son , digamos de pasada, dos conceptos difíciles de desentrañar que conviene dejar aparcados al menos de momento y echar mano únicamente de ese deseo de libertad citado que, por otro lado, tampoco nos permite adentrarnos en él fácilmente, porque vamos a ver ¿cómo uno puede sentirse libre ante los fenómenos de la Naturaleza?. Kant ya decía que frente a ella la libertad desaparece incluso como simple aspiración, igual añado yo, que frente a la misma sociedad, esa en la que estamos inmersos que incluso posee recursos para obligar e impedir que en algo de lo establecido nos salgamos del tiesto. Por tanto, saco en consecuencia, así a bote pronto que la libertad o una porción mayor o menor de ella, solo la conseguiremos haciendo caso a nuestro Séneca: se es libre si nos atenemos únicamente a lo que "está en nuestra mano" que a veces por desgracia es bastante poco. Y ahora con eso de la crisis será menos.
(De "Escritos de anteayer")
martes, 30 de septiembre de 2008
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