jueves, 4 de febrero de 2010

LA LARGA FILA

Gracias a Zapatero con su "Plan E", España va ser el país con mejores aceras de Europa. Yo las juzgo necesarias para que los más de cuatro millones de parados que tenemos no lo sean tanto, físicamente al menos y puedan pasear cómodamente. Es que necesitamos muchas aceras y Zapatero piensa en todo, ¿han calculado como sería de larga la fila si colocáramos a esos cuatro millones uno detrás de otro? Yo sí he hecho el cálculo y suponiendo que cada parado ocupe unos 40 centimetros para que no vayan demasiado apretados, esa fila tendría 1.600.ooo metros de larga, es decir, 1.600 kilómetros. Eso sin contar con sus familias, claro, aunque ellas sean las auténticas sufridoras en casa.

Pero mejor es no hablar de estas cosas tristes porque nos introduciríamos en el tenebroso terreno de la política española y el desánimo decaería aún más. ¿De qué hablar entonces? Si nos referimos a España de la supervivencia por supuesto. Y cómo aquel chiste en que aparecía un orador que daba una conferencia y que de pronto, abandonando los apuntes que traía exclamó: "Señoras y señores, seré sincero: ¡socorro!". Eso, socorro, ya se nos acabó el tema de Guti y su taconazo y sigue sólo el de la supervivencia para tantos españoles, aunque Zapatero nos regale hoy, precisamente, con su discurso en el "Desayuno de Oración" al que Obama le invitó. Zapatero es un portento, pues no tuvo incenveniente en citar un párrafo del Deuteromio y todo, para que luego digan. Eso sí, también les regaló a los americanos con su mentira diaria. Les aseguró que aquí, esta España nuestra, en el pasado, fue "un ejemplo de convivencia entre las tres religiones del Libro". "Llegaron los mahometanos y nos molieron a palos.. " y a palos seguimos durante casi ocho siglos y aún más, hasta que Felipe IV expulsó a los moriscos que aquí quedaron por tener entre otras inconvenientes, contacto con argelinos, turcos, hasta con Francia e Inglaterra para que vinieran en su ayuda. Ignoro cual es la razón por la que las izquierdas repiten siempre que pueden eso de la convivencia entre moros y cristianos. A los judíos, es la verdad, les nombran menos. Seguramente es cuestión de ignorancia o de ganas de tergiversar hasta la Historia que todos aprendimos de niños, por lo menos antes, cuando se estudiaba Historia. También nombró en su discurso, su tema de siempre, el de la Alianza de Civilizaciones, mientras en Afganistán nos matan y matamos en esa no guerra.


Y no voy a hablar del PP porque me aburro y lo siento. A la Santamaría, que estaba muy guapa cuando se retrató tan sugerente en una revista, la dejo embobada como suele oyendo a su jefe, a la espera sin duda, de lanzar el zarpazo, en las Cortes, a su pieza favorita, a la flaca, la De la Vega. A la Cospedal, también la dejo, allá ella con sus Dolores. A la Aguirre ni mú que no quiero oirla enfadada. A Gallardón, le huyo y le dejo con su afición a los escombros y a los impuestos. ¿Con quien me quedo? Lo haría con Pizarro, pero se me fue a su tierra, Teruel, a pasar menos frío que en el PP, degún nos contó Mingote.


Estando así las cosas, me largo a Italia que no es mal sitio y me fijo en Berlusconi que a veces, alguna, tiene más razón que un santo, como ahora que dijo a los tibunales de Estrasburgo poco más o menos que se ocupen de sus cosas, que los crucifijos son legítimos en las aulas italianas. Que no tienen que verse sólo como algo religioso, sino como una referencia a la historia y a la tradición de Italia. Lo que se completa con el deseo de Sarkozi de prohibir en Francia el velo islámico integral. Que se le vea la cara, oiga. Y a los matones musulmanes que obliguen a sus mujeres a usar el burka, les denegarán la nacionalidad francesa. Bien me parece que hay que defenderse, que nos invaden.


Aquí, no, no nos defendemos, bastante tenemos con el tema de la supervivencia. Almunia nos lo pone peor, desde Bruselas admite que España comparte "problemas comunes" con Portugal y Grecia, tales como la pérdida de la competividad, el elevado nivel de deficit y las necesidades de financiación exterior. Así que señoras y señores, seamos sinceros y todos juntos gritemos: ¡socorro!.

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