miércoles, 12 de mayo de 2010

DE LA INDIGNIDAD

Voy a ocuparme de lo que todo el mundo sabe, de lo que todo el mundo sufre.Y aunque sea de conocimiento general el tema, permítanme que lance mi grito, uno más acaso, y que proteste aunque tan sólo pueda hacerlo desde esta humilde Horadada donde las olas que salpican sólo son de agua, al fin y al cabo inofensivas. Comenzaré con una observación: la pena y la ira a veces se unen. Generalmente nacen de la impotencia. Pienso en lo que fuimos y en lo que somos. Me refiero a nuestra realidad de españoles. La Historia grande nos recuerdan las glorias, las desgracias y la decandencia también; pero casi siempre, en esos momentos decadentes se ha podido encontrar algún punto en el que surgió la dignidad con altivez. Casi siempre. Y cuando hubo algún motivo para que la vergüenza se agigantara lamentablemente (con Fernando VII y su triste adulación a Napoleón, por ejemplo) el pueblo supo erguirse con el orgullo necesario para escribir unas páginas de nuestra Historia memorables a pesar de tanto sufrimiento.

¿Y ahora? Ahora somos el triste país al que hay que vigilar. Comprobamos que la situación economica de España es peligrosa y su Gobierno incapaz de mejorarla a los ojos del mundo. Sarkozy aceptó que Zapatero "era tonto, pero ganaba elecciones". Esto ha sido lo malo que las ganó. Presumía ZP de que no eramos Grecia, lo que no significa que nuestra cuesta abajo no sea un peligro manifiesto. Peligro para toda Europa y hasta para EE.UU. Soslayemos sin embargo los temas económicos y sólo fijémonos en el triste espectáculo que nuestra España con su presidente del Gobierno, ofrece al mundo. Tanto que la Unión Europea ha tenido que tomar cartas en el asunto y amonestar a ZP e indicarle lo que está obligado a hacer para que el peligro que acecha pueda evitarse. Obama también se ha visto obligado a fisgar en las cosas de España y poner firmes a su dirigente. Merkel no se fía y cuenta que nos va vigilar de cerca. ¡Pobre España!

¿Donde está la dignidad? La democracia falla con ZP. El pueblo ha quedado arrinconado y amordazado y si habla, grita, no se le escucha. Busquemos calificativos para la situación. Empecemos por tacharla de desbarajuste, unámoslo a la incompetencia y a la soberbia y a la injusticia. ZP, el tonto que gana elecciones, sabe también, por lo que vemos, sujetar al pueblo y acierta a arrimárse y rodearse de la escoria, la política sobre todo, para continuar, sin dar oportunidad a que el juego democrático auténtico funciones y obre en consecuencia, dada la situación. ¿Hasta cuando? Posiblemente hasta que los pensionistas resistan y los trabajadores aguanten (y aguantan sorprendentemente). Ahora parece ser que ellos van a llevar el peso de la árdua labor a que obligan desde el exterior.

Observamos además que Zapatero cuando está más allá de nuestras fronteras, baja la cabeza y obedece sin rechistar las órdenes de los entendidos convertidos en mandamás. Sólo cuando llega a España finge altanería, no entona el "mea culpa" que debía, se arropa con sus indignos seguidores y se atreve a tachar de antipatriotas a los que le critican. Mientras tanto el crédito de España sigue bajando a ojos vistas, a la vez que la indignidad se agiganta.

No hay comentarios: