viernes, 27 de junio de 2008

VERGUENZA TORERA

Los tipejos vengativos inventores de la memoria histórica cargada de odio que están encuadrados, sobre todo, en el Psoe y otros grupos incluso más despreciables, hablan ahora de conceder la nacionalidad española a los miembros de las Brigadas Internacionales que aún estén vivos que serán pocos gracias a Dios, aunque no sea más que por acción del tiempo que es muy suyo y, a veces, hasta justo.

Es tal el afán de revisionismo liderado, claro, por Zapatero (que se encuentra muy triste pensando en el triste final de un abuelo suyo del que no tiene recuerdo porque no le conoció) que desea premiar a unos extranjeros, algunos henchidos, sin duda, de romanticismo, otros de odio, casi todos comunistas stalinistas; algunos buenos a pesar de todo, otros malvados y crueles como se sabe, pero todos con el único mérito de haber venido a nuestra Patria a matar españoles, lo que ahora el Gobierno que sufrimos desea premiar.

Desgraciadamente en la historia de nuestra tierra se ha repetido eso de llamar a extranjeros para que ayuden a matar a otros españoles. Sin ir más lejos o yendo más lejos, la invasión musulmana en el siglo VII tuvo lugar porque los hijos de Witiza despojados del trono por don Rodrigo, se fueron a pedir ayuda al conde don Julian, señor de Tanger y con él hasta el califa que, encantado, les atendió, mandó a España a sus tropas acompañadas y ayudadadas por los witizanos y ya que estaban se quedaron. A los witizanos los mandaron a escarbar cebollinos a unos cortijos que reclamaban ya que no conseguían el trono.

Todo el follón regional con la supervaloración de las diferencias, etc. que sufrimos, tiene su origen en esa invasión. Hasta entonces la uniformidad era palpable. (Algún día me ocuparé de esa realidad con detalle y la expondré ante el clamoroso silencio de mi plaza a los mundos siderales).

En la Guerra de Sucesión a que nos llevó la muerte de Carlos II sin descendencia y los deseos ingleses y franceses de acabar con España como potencia, lo que sin duda alcanzaron con el Tratado de Utrech, hay ejemplos lastimosos de posturas políticas vergonzosas en esa contienda civil que se entabló y que, sin tener en cuenta la integridad de la Patria, llamaban a cualquier extrajero para que viniera a luchar contra otros españoles de distintas ideas. Tal, por ejemplo, la presentación nada menos que por parte del almirante de Castilla al rey inglés de un proyecto para que desembarcara en Cádiz, cosa que hizo, y emprendiera la conquista de Andalucia. La disculpa es que él, el tal almirante, no quería a un rey Borbón. Como consecuencia se perdió Gibraltar y Menorca, aunque luego esta última se reconquistó.

Más adelante, en 1823, Fernando VII con el deseo de volver a establecer un régimen absolutista, permite que atravesaran la Península los llamados Cien Mil Hijos de San Luis que en realidad no fueron más que 60.000. Menos mal.

En nuestra Guerra Civil, la última quiero decir y mía porque la viví, los de Franco llamaron a los italianos y a los alemanes para que vinieran a matar españoles. Los otros, los del Frente Popular culpables del alzamiento militar (Salvador de Madariaga dixit) trajeron, con el mismo fin, a las Brigadas Intrnacionales que ahora quiere premiar Zapatero y los suyos, creo sin obligarles a que acrediten el número de españoles que se cargaron.

CONCLUSIÓN
La Historia de España resulta, sin duda, una historia plagada como pocas de heroicidades de las que tan orgullosos nos sentimos los que las conocemos (ahora se impide o se limita airearlas en las escuelas), pero también hay hechos reprobables como los citados. El último es de Zapatero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todos los países tienen puntos negros en sus historias. En la nuestra abundan más los hechos gloriosos de los que nos enorgullecemos tanto como bien dice. Pero conviene airearlos que ahora no se hace ni en los colegios como también apunta usted. Menos mal que quedamos algunos que si lo hacemos. Siga así por el bien de todos.Me llamo Augusto, ojalá nos conozcamos alguna vez. Yo le sigo